Desde la mundialmente conocida, Greenpeace, organización ambientalista dedicada a defender el medio ambiente en el mundo, nos dan algunas claves de la reunión de la ONU sobre temas urbanos conocida como Habitat III. En esta ocasión, tenemos el placer de recibir este artículo desde la sección de Greenpeace México que, como todo la organización, aboga tanto por actuar mediante la incidencia política como por realizar acciones directas no violentas y de resistencia civil pacífica, con el fin de denunciar los delitos ambientales que se comenten alrededor del mundo y generar conciencia para despertar la movilización ciudadana. En las siguientes líneas nos hablan de Habitat III, el rol preponderante de las ciudades en el planeta, y la importancia del poder ciudadano para cambiar el entorno urbano.
Greenpeace en Habitat III
No se puede decir que Habitat III, la máxima reunión de Naciones Unidas para temas urbanos, celebrada la semana pasada en Quito, Ecuador, haya sido un fracaso. Sin embargo, quienes demandamos ciudades dignas y humanas no podemos ocultar nuestra decepción ante sus magros resultados.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible (mejor conocida como Habitat III) generó enormes expectativas sobre lo que implicaría su principal resolución, la Nueva Agenda Urbana (NAU), en términos de planeación, financiamiento, implementación y construcción de las ciudades en el futuro.
Desde las altas expectativas hasta la mediocridad
Además de ser un caos logístico, caracterizado por larguísimas filas de espera, salas atestadas y sin ventilación, y un dolor de cabeza para los quiteños por el infierno vial y la invasión internacional que supuso, el documento acordado en Quito es tan ambiguo y no vinculante que es, prácticamente, solo un listado de buenas intenciones sobre lo que las ciudades deben de ser. Un resultado poco menos que desesperanzador en medio de las presiones derivadas del cambio climático y el crecimiento de la población global.
Habitat III nos deja con muchos interrogantes abiertos. Sólo por lanzar uno, ¿qué tan comprometidos están realmente los jefes de Estado, gobiernos locales y nacionales en construir ciudades verdaderamente sustentables?
La cumbre sirvió para que la clase política, la misma que ignora las urgencias de la agenda urbana en el día a día, pudiera congratularse por las escasas mejoras conseguidas. Escuchamos, por ejemplo, largas y abundantes sesiones sobre los fantásticos logros de implementación exitosa en los gobiernos de Enrique Peña Nieto y Miguel Ángel Mancera (presidente de México y jefe de gobierno de la Ciudad de México, respectivamente), quienes compartieron en esta palestra internacional postales de un país de fantasía y una ciudad paradisíaca en la que muchos mexicanos quisiéramos vivir.
Para quienes conocemos el contexto mexicano, las estampas políticamente correctas presentadas en Ecuador contrastan con las más de cinco contingencias por contaminación del aire que hemos tenido en la capital, una ley nacional de asentamientos humanos aprobada en conflicto con las organizaciones sociales, el regateo de espacios verdes al que ceden los gobiernos en medio de presiones inmobiliarias y el acceso inequitativo de recursos como vivienda, transporte público y agua potable.
La urgencia de ciudades sostenibles
Después de escuchar a los diversos ponentes que asistieron a Quito, queda más claro que nunca que la urbanización será la tendencia más fuerte que marcará y definirá las discusiones, estrategias, y planificación del siglo XXI. Solo un puñado de datos citados estos días en la capital ecuatoriana dan idea de la urgencia con la que hay que abordar este proceso, sobre todo en países emergentes y en desarrollo como México.
Aunque las ciudades del mundo sólo cubren el 2% de la superficie del planeta, éstas generan el 70% de la riqueza global (PIB), consumen el 60% de la energía que se usa en el el mundo, generan el 70% de los residuos y el 70% de los gases de efecto invernadero. Además, según una nueva estimación con sistemas de información geográfica que se presentó en esta conferencia, el 80% de la población vive en asentamientos urbanos (esto es, no sólo grandes ciudades, sino urbanizaciones de diversos tamaños).
El poder de la gente en las ciudades
La participación ciudadana, en tanto, fue reconocida casi de forma unánime como un componente medular para la sana evolución de las ciudades. En diversos eventos y reuniones de Habitat III se habló de casos exitosos y herramientas de participación ciudadana, pero con nuestra propia experiencia en México sabemos qué tan débiles y poco representativos pueden ser estos ejemplos.
Hay mucho por andar para construir verdaderos ejercicios de participación que deben iniciar desde la definición de necesidades y continuar hasta la planificación e implementación de soluciones. En el caso mexicano, una pregunta que resulta fundamental es, ¿qué tipo de mecanismos reales se han realizado para integrar y escuchar a los habitantes de calles, colonias y delegaciones de la Ciudad de México, siendo estos quienes mejor saben qué mejoras necesitan en su ciudad?
Precisamente, porque sabemos que existe un gran vacío en este área, la delegación de Greenpeace, en colaboración con las organizaciones amigas de Engajamundo, de Brasil, y Ciudad Emergente, de Chile, realizamos el 17 de octubre de 2016 un evento paralelo a las discusiones Habitat III y dedicado en pleno a tejer redes humanas de soporte en las ciudades, llamado El poder de la gente en las ciudades: buscando formas de fortalecer movimientos urbanos.
Al encuentro asistieron alrededor de 100 personas de diversos países y con distintos niveles de involucración y conocimiento. Quienes integramos Greenpeace pudimos compartir ahí nuestra experiencia en la construcción de ciudades más humanas, sanas y sostenibles, presentando algunos ejemplos de cómo hemos trabajado de manera conjunta con ciudadanos, vecinos, colectivos y organizaciones en ciudades como Sao Paulo, Moscú, Ciudad de México y diversas de Alemania. En tanto, Ciudad Emergente y Engajamundo nos compartieron vistazos de actividades fuertes que realizan desde hace años en sus respectivos países.
Después de las presentaciones, dado que no solo nos interesaba saber qué nuevas ideas y propuestas podrían aportar los asistentes, abrimos una serie de rondas de discusión grupal sobre el poder ciudadano en las ciudades, los principales retos que enfrentamos para catalizarlo y fortalecerlo, y posibles formas de compartir conocimiento y experiencias.
Las principales conclusiones a las que llegamos como resultado de este ejercicio de discusión conjunta fueron:
- Tenemos mucho por hacer para encontrar formas efectivas y permanentes de canalizar y fortalecer el poder ciudadano en nuestras ciudades.
- Hacer lo anterior no solo es necesario, sino urgente, porque a lo largo y ancho del mundo (especialmente en países emergentes en desarrollo), los ciudadanos padecemos procesos de desarrollo urbano realizados bajo visiones y esquemas anacrónicos e insostenibles.
- Como ciudadanos tenemos el conocimiento, el poder y la gran oportunidad de contribuir a la construcción de las ciudades sanas que queremos.
- La falta de información especializada y actualizada de nuestros derechos y contexto, suele ser un reto común a enfrentar.
- La pérdida de espacios públicos, áreas verdes y el acceso libre a ellas, así como la construcción de ciudades pensadas sólo para los coches y la discriminación en movilidad que esto genera, son problemas compartidos en el mundo.
- Necesitamos generar más herramientas para compartir información, experiencias, ejemplos de casos exitosos que nos inspiren y nos aporten ideas.
- Generar espacios físicos, virtuales y, principalmente, espacios públicos, para conectar a la gente con las instituciones, además de integrar a la gente entre sí.
- Continuar los ejercicios de networking para fortalecer estos procesos y generar más iniciativas para construir ciudades sustentables por salud, bienestar y felicidad de todos.
Esta es una explicación sin ánimo de lucro.
¿Quieres recibir más explicaciones como esta por email?