Colombia vivió el 26 de septiembre un día histórico. Habitualmente ‘famosa’ por temas vinculados a la guerra y al narcotráfico, el pasado lunes dio la vuelta al mundo por una noticia positiva, la firma del Acuerdo de Paz alcanzado entre el presidente Juan Manuel Santos y el líder de las FARC, Rodrigo Londoño, alias ‘Timochenko’. Sin embargo, el Acuerdo no podrá ser implementado sin el apoyo de la sociedad colombiana, que está llamada a las urnas este domingo 2 de octubre para decir si apoya, o no, lo acordado en La Habana por Gobierno y FARC tras cuatro años de negociaciones.
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El Congreso estableció que para refrendar los Acuerdos a través del plebiscito se necesitan los votos favorables de como mínimo el 13% del censo electoral –esto son 4.536.922 de personas–, y por supuesto que el ‘sí’ gane al ‘no’ en número de votos. Las últimas encuestas dan una amplia victoria al ‘sí’, con un 72% de los votos, frente al 28% que apoyaría al ‘no’. Sin embargo, como se dice aquí, en Colombia ‘todo es posible y nada es seguro’. A dos días del plebiscito, y en medio de una gran polarización, la sociedad colombiana se debate entre el ‘sí’ y el ‘no’, rodeados de campañas a favor y en contra de los Acuerdos, éstas últimas lideradas por el expresidente Álvaro Uribe, y basadas en el miedo, la desinformación y los rumores. Diversos exportos y expertas comentan y analizan algunos de estos rumores.
Los rumores del ‘no’
“Colombia se va a convertir en un país castro-chavista como Venezuela.”
Diana Forero es una excombatiente de las FARC. Tras 11 años y medio en la guerrilla huyó con su marido, también guerrillero, y su hijo recién nacido, y ahora trabaja para la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) apoyando en el proceso de reinserción de excombatientes, tanto de la guerrilla como de grupos paramilitares. Esta es su opinión sobre el primero de los rumores, uno de los que más suenan entre los favorables del ‘no’:
“Hay gente que dice que los Acuerdos son una transición al comunismo y que nos vamos a convertir en Venezuela… ¡Por favor! El trasfondo básico de los Acuerdos es socialdemócrata y no hay comunismo por ningún lado. La socialdemocracia procura normas para la convivencia de las personas, y establece que esas normas estén dictadas bajo principio de equidad y de igualdad de oportunidades; y eso es lo que pregonan los Acuerdos, no hay nada más. Que haya políticos tendenciosos y malintencionados que hayan querido mostrar un espejo que no es para que las personas se asusten, sí. Lamentablemente a eso juegan muchos aquí, a sembrarle miedo a la gente.”
“Le van a entregar el país a las FARC y van a hacer presidente a ‘Timochenko’.”
Otro punto polémico es el que establece las garantías de Participación Política, recogidas en el Acuerdo 2. Sobre él habla Miguel M. Benito, historiador y profesor de la Universidad Sergio Arboleda en Bogotá.
“El Acuerdo suscrito lo que le garantiza a las FARC son espacios de participación política asegurados –léase en realidad como espacios protegidos–, mientras forma un partido político propio y le da un desarrollo organizacional e ideológico suficiente para poder presentarlo en los próximos procesos electorales que se celebren en Colombia.
Para que el partido político vaya teniendo presencia institucional y vaya siendo identificable por la sociedad colombiana, de manera transitoria se le otorgarán diez curules en las dos cámaras de representación colombianas (compuestas por 268 representantes) y se les permitirá tener tres portavoces en cada una de las cámaras, con voz, pero sin voto. Ni más ni menos.
¿Por qué hay que asegurarle a las FARC esos espacios? Por el precedente de la Unión Patriótica, que a mediados de los años ochenta, apareció como el posible vehículo para que la izquierda colombiana, incluidas las guerrillas, se plantease la opción de consolidar un partido político electoralmente competitivo inserto en la política representativa. Pero la Unión Patriótica fue aniquilada por narcotraficantes, paramilitares y agentes del Estado. Ese precedente obliga a darle protección especial –en términos tanto de seguridad como de hacerlos visibles– al partido que en el futuro organizasen las FARC.
A cambio de dejar de ser un movimiento armado y ser un partido político más, las FARC se someten al Estado, al que reconocen el monopolio legítimo de la violencia, a la Constitución y al sistema electoral vigente (el partido político de las FARC tendrá y mantendrá la personería jurídica si cumple con la ley).
Ah, por cierto, para que Timochenko, en el improbable caso de que decidiese encabezar las listas del futuro partido político de las FARC –aún sin nombre si quiera– llegase a la presidencia de la República, aún tendría que pasar algo trascendental: que los colombianos –actualmente más de cuarenta y siete millones– así lo decidiesen y votasen por él mayoritariamente. Y esto suena tan inverosímil, al menos por ahora, como que con el Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera el Gobierno le esté entregando el país a las FARC.”
“El Acuerdo ofrece impunidad a la guerrilla, nadie va a ir a la cárcel por los crímenes cometidos.”
El modelo de Justicia Transicional que se va a aplicar en el marco del proceso de paz se recoge en el Acuerdo 5: Víctimas, donde se define el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición. Fernando Travesí, director adjunto de Programas del International Center for Transitional Justice (ICTJ), una organización referente a nivel internacional en procesos de Justicia Transicional, no considera que la intención de las partes negociadoras fuera buscar la impunidad:
“La amnistía contemplada en el Acuerdo de Paz no incluye los crímenes graves –es decir, crímenes de guerra, de lesa humanidad y genocidio. Así pues, cumple con los requisitos de la justicia internacional, como la Fiscal de la Corte Penal Internacional afirmó recientemente en un mensaje público. Según el Acuerdo, los autores de crímenes internacionales que no participen de forma significativa en el proceso judicial y que no confiesen la verdad completa sobre los crímenes cometidos recibirían sentencias de cárcel en caso de ser declarados culpables. Ahora bien, para que se haga justicia, es fundamental que el proceso sea genuino, transparente y riguroso. Las víctimas deben sentir que se está haciendo justicia. Las penas de prisión por sí solas no significan que se haya hecho justicia.”
Según Travesí, se trata de un Acuerdo “muy ambicioso y amplio”, resultado de una negociación “muy larga y laboriosa”, y habrá que esperar a la implementación de todo lo acordado. “Es ahora cuando empieza el trabajo duro. Todo depende de los detalles, así que será precisamente en la implementación donde se demostrará si el Acuerdo de Víctimas es capaz de lograr la verdad y la justicia que Colombia debe garantizar a sus ciudadanos.”
“Votar ‘no’ es traicionar a los vivos y a los que están por nacer”
En la recta final de la campaña cada vez son más las personalidades de todo tipo, organizaciones, colectivos, instituciones educativas, incluso medios de comunicación que se posicionan abiertamente sobre el apoyo o no a los Acuerdos. Este es el caso, por ejemplo, de la Revista Semana, que deja clara su posición en el artículo ‘Por qué votar sí’. O la historiadora Diana Uribe, quien en colaboración con el portal dejemosdematarnos.com explica por qué es importante apoyar el Acuerdo de Paz.
También se han posicionado a favor del ‘sí’ figuras reconocidas a nivel internacional, como el expresidente de Uruguay, Pepe Mújica, presente esta semana en la firma de los Acuerdos que se celebró en Cartagena. O el periodista y escritor británico John Carlin, quien en una entrevista concedida a la Revista Semana hace una defensa absoluta del ‘sí’, comparando la posible victoria del ‘no’ en el plebiscito en Colombia con el “ridículo mundial” que hicieron los británicos con el ‘Brexit’. La diferencia, asegura, es que en Colombia “es cuestión de vida o muerte”. Carlin tilda de “enorme estupidez” el voto contrario a los Acuerdos, y alerta del error de reducir el plebiscito “a una especie de competición entre Santos y Uribe”. Finalmente responde a uno de los ‘argumentos’ del ‘no’, que aseguran que votar ‘sí’ es traicionar a los muertos: “yo contestaría que votar ‘no’ es traicionar a los vivos y a los que están por nacer”.
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