Cáritas fue fundada en 1897 en Friburgo, ciudad alemana de mayoría católica. Más de un siglo después, la principal organización humanitaria de la Iglesia Católica cuenta con presencia en más de doscientos países y territorios alrededor del mundo. Entre sus objetivos constan la integración social y luchar contra la vulnerabilidad de millones de personas, intentando erradicar la pobreza, la exclusión, la intolerancia y la discriminación.
Aunque de denominación católica, ayuda a cualquier persona que esté en riesgo de exclusión social, sin discriminar de ninguna manera ni intentando hacer apología religiosa. Cáritas España, cuyo eslogan es “Trabajamos por la Justicia”, está compuesta en su nivel más bajo por unas 6000 Cáritas parroquiales.
En estos tiempos de crisis, no sólo económica sino también social, es fácil darse cuenta de la importante labor que dicha organización realiza. Con un presupuesto de cerca de 250 millones de euros anuales, siendo algo más de un tercio del dinero de procedencia pública, y el resto de procedencia privada1, no podemos decir que sea suficiente para abastecer a todos los necesitados del país, pero sí que cumplen una función paliativa.
Para entender mejor como funciona la organización desde dentro y el impacto real que puede tener en la comunidad adonde actúa, entrevisto a José Luís López, el representante de Càritas Premià en la Parroquia de Santa María, sirviendo a los pueblos de Premià de Mar y Premià de Dalt, en el extrarradio barcelonés.
Estamos haciendo esta entrevista en una parroquia – católica, se entiende-. Sin embargo, Premià consta de un alto porcentaje de minorías étnicas e inmigración, mucha de la cuál es musulmana. ¿Cómo reconciliáis la inclusión social con vuestra identidad cristiana?
Nosotros no vemos que haya un conflicto entre ambos. Como organización dependemos de la Iglesia Católica, pero nuestro objetivo es trabajar por la justicia y la inclusión social de nuestra comunidad local, Premià, en este caso. Vivimos en una comunidad diversa y nuestra labor es luchar contra la marginación social, sin ningún tipo de discriminación. En este sentido, trabajamos por nuestra cuenta.
¿Significa esto que cualquiera puede venir a pedir ayuda?
Obviamente nosotros creemos en el dicho “haz bien y no mires a quién”. Sin embargo, pensamos que en el interés de la justicia no podemos ayudar sin más. No sólo esto daría lugar a la picardía, sino que con los tiempos de necesidad que corren, no podríamos ayudar a todo el que se nos presentara en nuestra puerta. Es por eso por lo que trabajamos conjuntamente con los Servicios Sociales de Premià de Mar y de Premià de Dalt. La persona o familia que necesita ayuda, acudiría en primera instancia a estos servicios. Un asistente social realiza la evaluación de los casos. En el caso de que lo necesitara, la persona es derivada a la parroquia. Una vez aquí, tras una corta entrevista en donde se recoge información acerca de las circunstancias familiares, el número de personas que compone la unidad familiar, etc… se vuelca todo en una base de datos y empieza nuestro servicio (suelen ser tres o seis meses). Tras este periodo, la persona debe volver a los servicios sociales, quienes estimarán oportuno si se le sigue dando ayuda o no, y en caso de que sí hiciera falta, determinar el tiempo de apoyo.
Hasta hace pocos años era muy común oír que “a los de fuera” se les daba mientras que “a los de casa” no. Lo que usted me cuenta no corresponde a esta visión. ¿Qué opina de ello?
Es cierto que hace unos años, el 70% de beneficiarios de la ayuda que proporcionábamos en nuestra parroquia, eran para extranjeros. También es verdad que las minorías siempre han estado en mayor riesgo de exclusión social, y en parte juega el factor de la falta de información. Incluso hoy en día hay muchos ciudadanos que podrían beneficiarse de nuestras ayudas y no lo hacen por el simple motivo que no saben que tienen derecho a ellas. Desde Cáritas no podemos buscar a gente necesitada, bastante tenemos con atender a todos aquellos que vienen.
Aún y con esto, hoy en día, esta proporción 70:30 ha bajado a mitad, y tenemos motivos para pensar que en los próximos años la balanza cambiará a 70 por ciento de nacionales y 30 por ciento de extranjeros. No sólo porque cada vez hay más españoles necesitados, sino porque más y más inmigrantes están haciendo las maletas y volviendo a sus países o yéndose a otros lugares, dadas las pocas expectativas de futuro que actualmente puede ofrecerles España.
Habla usted de ayudas a las que todo necesitado tiene derecho y que, según entiendo, ustedes ofrecen aquí. ¿En qué consisten estas ayudas?
La gente cree que sólo damos ayuda alimentaria. Y es cierto, principalmente nos dedicamos a repartir productos de primera necesidad a familias. Sin embargo, también hacemos otras cosas. Un techo y comida constituyen el pilar básico de la integración social. Para casos de personas sin hogar, ofrecemos un servicio de duchas y lavandería semanal, donde también se les ofrece una ayuda alimentaria.
Sin embargo, la integración social consiste en muchas más cosas, y por tanto, ofrecemos una serie de servicios complementarios.
¿Me podría dar ejemplos de estos otros servicios?
Por ejemplo, montamos un casal de verano para niños con voluntarios, para ofrecer una alternativa económica a familias cuyos padres trabajan y tienen que dejar a sus hijos en algún sitio. Para los casos más extremos, financiamos seis becas totales y veinte parciales. En el caso de las parciales, es el asistente social el que decide la aportación que la familia puede permitirse hacer. El verano pasado el casal tuvo tanto éxito que recientemente hemos recibido de la Generalitat una carta felicitándonos.
Pero trabajamos por la inclusión social todo el año. Ofrecemos clases de refuerzo para niños de primaria con dificultades de aprendizaje cuyas familias no pueden costear una academia privada. A veces el entorno desfavorecido en que un niño crece es parte del problema, y uno de nuestros valores es la igualdad de oportunidad. También trabajamos para la reinserción social de presos, drogodependientes o personas que han tenido problemas con el alcohol.
Somos conscientes de la importancia de la cohesión social de la comunidad. Por ello facilitamos un programa de voluntariado en diversas residencias de ancianos y hospitales, cuyo objetivo es compartir un rato agradable con los más mayores. También ofrecemos diversas actividades de ocio, como clases de sevillanas, country, percusión o guitarra.
Disponemos de varias salas polivalentes en la parroquia, y las solemos dejar a quién nos las pida para organizar algún evento: el cumpleaños de algún hijo, una boda, un bautizo… Hay momentos que merece la pena celebrar y pretendemos ofrecer un espacio que lo permita, especialmente en casos adonde quizás la familia no podría pagarlo, de otra manera. En estos casos agradecemos cualquier aportación, especialmente para pagar facturas, pero entendemos que hay gente que sencillamente no puede pagar.
Esto es más o menos lo que funciona a lo largo del año, pero también organizamos eventos variados de vez en cuando: excursiones, pica-picas, tamboradas, una fiesta de la vendimia, etc.
Debo reconocer que no sabía que hicieran tantas cosas. Sin embargo, quisiera volver por ahora al sistema que me comentaba antes de ayuda alimentaria. ¿Cómo funciona?
Tenemos unos baremos, y damos diferentes “lotes”, dependiendo del número de personas de las que consta la unidad familiar. Realizamos la entrega de alimentos todos los lunes por la tarde, y cada usuario deberá venir dos veces al mes a recoger su lote. Nuestros lotes no pretenden cubrir todo, tan sólo podemos hacer una aportación. Ofrecemos una serie de productos básicos: aceite, arroz, pasta, tomate frito, zumos, leche, galletas, legumbres, latas de judías, de atún, y azúcar.
Para las familias con niños también damos potitos, leche infantil y papilla. En la parroquia no disponemos de máquinas de refrigeración así que no podemos dar alimentos perecederos.
Ten en cuenta que abastecemos a unas 180 familias, y casi cada semana tenemos usuarios nuevos.
Estamos hablando de muchísima comida. ¿De adónde procede?
Los alimentos que repartimos proceden de lugares diferentes. Por un lado, recibimos tres tráilers de comida del Plan de Ayuda Alimentaria de la Unión Europea. Nosotros tenemos que pagar al camión por recoger el alimento en el centro de distribución de Cruz Roja a través del cuál se nos da la comida. Aunque tenemos que justificar toda la comida necesitamos, con lo que recibimos de la UE no basta ni de lejos. Por ello tres o cuatro veces al año vamos a una gran superfície a comprar productos que se nos están acabando o que no están incluídos en lo que la UE envía, como pueden haber sido el aceite o el atún. Estas compras obviamente las paga Cáritas, con donaciones y asignaciones desde Cáritas de Barcelona.
También aceptamos donativos de comida durante todo el año, en la parroquia; y para las pasadas fiestas hemos hecho una campaña de recogida de alimentos en colegios y supermercados de la zona, posible gracias a la colaboración de muchos de nuestros más de 100 voluntarios, donde hemos obtenido 6000 kilos de comida. Esto es a dividir entre las tres entidades que operan en Premià, pero sigue siendo significativa la solidaridad de tanta gente en momentos tan difíciles.
Aún así, estamos abasteciendo al límite, puesto que las partidas económicas están sufriendo recortes y cada vez hay más usuarios.
Por lo que me dice, están operando al límite de sus capacidades. ¿Están pensando en expandirse, auguran cambios en el sistema?
Pues sí. Tenemos varias propuestas en mente para optimizar el servicio. Queremos implantar una base de datos única, para evitar duplicidades. Para facilitar el servicio de ayuda alimentaria queremos crear un Centro de Distribución de Alimentos único para los dos pueblos, como los ya operativos en Girona, donde podríamos instalar refrigeradores y crear un sistema de puntos adonde para ciertos productos los usuarios dispondrían de un saldo de puntos (en función al tamaño de la unidad familiar y su situación económica) y podrían gastarlo en el alimento que prefiriesen. De esta manera dignificamos el servicio y evitamos situaciones con las que ahora nos encontramos a diario. En nuestros lotes tenemos que dar cierto número de paquetes de pasta y cierto número de paquetes de legumbres. Hay familias que consumen más legumbres y otras más pasta. Para evitar el desperdicio de estos alimentos y poder abastecer al gusto del usuario (en la medida de lo posible), creemos que un CDA único puede facilitarnos mucho la tarea. Aunque nos estamos encontrando con obstáculos burocráticos para su implantación, confiamos en poder hacerlo pronto con la colaboración de las Mesas de Inclusión Social, donde participan todas las entidades religiosas de ambos pueblos y los respectivos ayuntamientos.
Finalmente, me gustaría que me resumiera en pocas palabras qué es ser voluntario en Cáritas y cómo se puede colaborar.
Llevo tres años como voluntario en Cáritas y muchos más como representante de la Fundación Vicente Ferrer en Premià. Me resulta muy gratificante poder ayudar con mi tiempo. Creo que nos debemos regir todos por ciertos valores, y dentro de mis posibilidades, colaborar con Cáritas me permite dar algo a esta comunidad. Somos más de cien voluntarios en la parroquia, con el lema “Manos que no dáis, ¡qué esperáis!”.
Hay muchas formas de colaborar: donaciones económicas y donaciones de comida no perecedera, obviamente; pero también donaciones de tiempo y conocimiento. Estamos abiertos a todo tipo de proyectos, siempre que sean viables y vayan a tener una continuidad.
Animo a todos a entrar en nuestra página web, a contactarnos y, por supuesto, a colaborar. La justicia social es una causa por la que siempre vale la pena luchar, pero con más motivo en momentos como el que nos está tocando vivir ahora mismo.
Muchas gracias por su tiempo, José Luís.
A ti.
Para más información, visite la web de Cáritas Internacional, Cáritas España y la Parroquia de Santa María.
Ésta es una explicación sin ánimo de lucro
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