Un rescate es un proceso incierto. No es de extrañar que sea hoy una de las principales preocupaciones políticas. Pero, ¿qué es un rescate? ¿y cómo funciona?
La crisis económica internacional que venimos sufriendo en Europa, y más acusadamente los PIIGS, ha puesto en boca de todos el fantasma del ‘rescate’. En España es un fenómeno que nos preocupa especialmente, pues ya hemos vivido los primeros síntomas en lo que eufemísticamente se ha intentado dar a conocer como la ‘línea de crédito a la banca’. No deja de ser significativo que se pretenda encubrir la verdadera naturaleza del ‘rescate’. Pero, aquí nos preguntamos ¿por qué? Y esta pregunta nos lleva necesariamente a otra que por su sencillez nadie parece haberse aún planteado ¿Qué es y como funciona un rescate?
Un rescate, o lo que en inglés conocemos como bailout, no es más que el hecho de salvar, de sacar a algo o a alguien de un peligro, entendido en una dimensión económica. Más concretamente, en los recientes casos griego (2010), irlandés (2010), portugués (2011) y español (2012), por ‘rescate’ se ha considerado la prestación de la cantidad necesaria para que estos países pudieran hacer frente a sus deudas. Cada caso es distinto, pero todos comparten una misma esencia: Grecia ha necesitado cada uno de los rescates para hacer frente a una situación cercana a la bancarrota, Irlanda necesitaba fondos para garantizar los depósitos de sus bancos, Portugal para estabilizar sus finanzas públicas y en España lo hemos necesitado para salvar a Bankia y otros bancos en delicada situación financiera. Se trata pues de préstamos que la eurozona ha concedido a los distintos gobiernos para que éstos puedan afrontar la situación de insolvencia en la que se encuentran sumergidos, a un bajo o muy bajo tipo de interés a largo plazo.
En este contexto, ¿por qué se teme un rescate? Las razones son muchas, y no pocas dejan mal sabor de boca: que la economía ha tocado fondo, que el gobierno no cuenta con recursos, etc. pueden ser algunas de las razones que se le ocurra al lector. Más preocupante es pero el hecho que nadie sepa qué pasa durante un rescate. Es decir, un rescate económico es un proceso incierto, caracterizado por negociaciones a puerta cerrada, manejado por élites políticas y tecnocráticas alejadas de la ciudadanía y libre de mecanismos de rendición de cuentas.
¿Quién participa en los rescates?
Los planes de rescate se negocian normalmente entre el gobierno que lo solicita, la Unión Europea –bien por medio de la Comisión o el Eurogrupo-, el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y, en algunos casos participan incluso terceros países. Es decir, ¡ni siquiera está claro cuáles son los actores implicados! Pero el asunto es mucho más complejo. Normalmente, las negociaciones ‘públicas’ se inician por la solicitud del Estado que necesita la financiación, pero que tal declaración sea calificada de ‘oficial’ da a entender que algo extraoficial lleva gestándose con anterioridad. A partir de aquí, la extraoficialidad sigue siendo la pauta: los préstamos se renegocian, los montos aumentan y disminuyen y los intereses del préstamo fluctúan. Y todo esto sin que los ciudadanos sepan apenas cuáles son las necesidades concretas de su país.
Es, por tanto, un proceso que difícilmente podemos calificar de democrático y que compromete a generaciones presentes y futuras en lo que más de uno calificaría como un circulo vicioso de deuda. Pues ¿cómo voy a pagar una deuda futura que contraigo por la imposibilidad de hacer frente a mis deudas presentes? Y no sólo incerteza económica, sino también política. Aunque el símil para España se encuentra más en el rescate a Irlanda, sus ciudadanos miramos ahora a Grecia. Y nos preguntamos si nos espera el mismo panorama. ¿Nos va a prohibir Europa someter a referéndum una decisión de magnitud tal? ¿Se va a condicionar el juego político de la democracia a los intereses económicos supranacionales? Y sobre todo, ¿esto va a ser así en vano? Pues pocos indicios hay de que la situación en Grecia vaya a mejor. No podemos pecar de determinismo, y asumir que la actual Grecia va a ser la futura España. La situación es más compleja y dista bastante en un país y en otro. Sin embargo, debemos ser conscientes que, en un marco de inseguridad tal como es el propio de un rescate económico, se presta a la comparación. Y pocas comparaciones podemos hacer que nos permitan juzgar que la situación española se dirige a buen puerto.
Ésta es una explicación sin ánimo de lucro
¿Quieres recibir más explicaciones como esta por email?