¡Ya acabamos con la Eurocopa! ¡Fue todo una ilusión para todos los europeos y europeas (y a los que les gusta el fútbol en general) que sienten los colores de su selección! Son Polonia y Ucrania los países que compartieron la celebración del Campeonato Europeo de Fútbol de la UEFA (es decir, la Eurocopa) en 2012. Y para poder hacerlo, los gobiernos de Polonia y Ucrania se han gastado millones de euros en mejorar sus infraestructuras, incluyendo los estadios, carreteras, aeropuertos, hoteles, etc.
Las inversiones se han hecho necesarias para crear las condiciones apropiadas para la acogida del campeonato junto con los millones de turistas que atrae este gran evento deportivo. Sin embargo, para muchos países acoger eventos internacionales de este tamaño se convierte en un verdadero quebradero de cabeza, o hasta en una ruina. Los Juegos Olímpicos celebrados en Grecia en 2004 fueron ruinosos para el país, y Suráfrica también tuvo problemas económicos debido al Mundial. En Polonia, por ejemplo, este año tres grandes empresas de construcción se han declarado en bancarrota debido al aumento de costes de los proyectos de la Eurocopa. Veamos qué pasa en el caso de Ucrania.
Ucrania: un país no tan lejano
La república ex soviética nos puede resultar familiar porque fue allí donde, en 1986, ocurrió uno de los mayores desastres de la historia: el accidente de Chernóbil; o por los cortes de calefacción y electricidad en pleno invierno debido a los conflictos con Rusia sobre el precio del gas natural, que llegaron a afectar a la mayoría de los países europeos; pero, Ucrania es mucho más.
Ucrania cuenta con el segundo ejército más grande de Europa después de Rusia y parecía ser la que tenía las mejores condiciones sociales después de la independencia en 1991 para seguir desarrollándose favorablemente.
Sin embargo, una fuerte recesión económica que duró hasta finales de los años noventa, junto con el alto nivel de crimen y corrupción, encendió las protestas e iras de la población. En este sistema semi-presidencialista, las denuncias de fraude electoral, represión y concentración del poder han sido constantes. Contra ello nació la Revolución Naranja, liderada por Viktor Yúshchenko y Yulia Timoshenko, que protestaban contra el arreglo de las elecciones que en 2004 dieron como vencendor al actual presidente, Viktor Yanukovich. “Hace apenas cinco años, Ucrania era vista como un faro de esperanza en el mundo postsoviético”, comenta Olexiy Solohubenko, analista de la BBC. “Medios independientes, un debate político robusto y vibrante, elecciones verdaderamente competitivas, consideradas libres y justas por la comunidad internacional, todo esto estaba lejos de las tendencias en Rusia y Bielorrusia, para no mencionar a las antiguas repúblicas soviéticas de Asia central”. Pero desde hace unos años el país ha sufrido una deriva en este sentido, y el encarcelamiento de Timoshenko tan solo ha avivado el fuego.
Hoy, Ucrania está renegociando un crédito del FMI de 2008 que pidió para hacer frente a la crisis financiera global. Su economía depende en gran medida de la exportación de materias primas, cuyos precios han ido en descenso en los últimos años. La corrupción parece endémica y presente en todos los estamentos de la sociedad. Ucrania se encuentra en el puesto 152 de 183 en el índice de Transparencia Internacional). No parece ser la mejor imagen para vender al exterior, ni tampoco para atraer los inversores o turistas internacionales.
¡Queremos la Eurocopa!
Y en este contexto, el gobierno decidió embarcarse en un gran proyecto deportivo que dará una nueva imagen del país a nivel mundial y del cual se espera que traiga beneficios, atendiendo a las declaraciones del presidente Yanukovych: “Deseamos que hacia finales de año el crecimiento económico crecerá gradualmente. También esperamos que la Euro 2012 contribuya un poco” a ese 3,9% de crecimiento del PIB esperado para 2012.
Los estadios, carreteras, aeropuertos, hoteles – todo lo que la FIFA pidiera, al coste que fuera, para la mayor gloria de un Yanukovich, ya que en octubre de este año en Ucraina se celebran las elecciones parlamentaria. Sin duda, la Eurocopa 2012 atraerá a más turistas (y más cambio de moneda extranjera) a Ucrania. Se argumenta que los grandes eventos deportivos conllevan el beneficio de mayor apertura social, cultural, económica y, en general, la mejora de la imagen al público internacional. Todo esto es posible que ocurra, pero es poco probable que deje una huella sostenible en la comunidad.
La realidad es que las inversiones en infraestructuras que se han llevado a cabo no necesariamente llevan consigo un aumento de la inversión extranjera en el país, ni de turismo, ni de consumo – a medio o largo plazo. Para conseguir este efecto es necesario que el entorno institucional ofrezca algo más. Una eficaz estructura institucional y viable sistema de distribución de bienes (social) es igual de importante que una buena infraestructura para asegurar que las inversiones hechas llevarán a Ucrania al buen camino del desarrollo sostenible a largo plazo. Ucrania es un país en el que todavía se está decidiendo el camino de las reformas y se siguen observando actitudes autoritarias, lejos de la deseada idea instigada por la Revolución Naranja. Así mismo persisten altos niveles de corrupción que, por ejemplo, han hecho que los supuestos costes para las obras de la Eurocopa sean mayores que los costes de las obras para la Eurocopa en Polonia.
El reto de Ucrania: prioridades mal ordenadas
Desde esta perspectiva, Ucrania no parece estar en el momento de organizar un gran evento deportivo. Lo más probable es que las inversiones hechas no cumplan con el deseado nivel de retorno, sino más bien se traduzcan en un aumento de deuda pública y derroche de recursos que se detraen de otros sectores de mayor productividad. Añadiendo, los grandes eventos conllevan difíciles de cumplir exigencias sociales como el control del aumento de la prostitución en las calles, los disturbios entre aficiones, el incremento de casos de racismo, la matanza de perros y gatos para limpiar las calles, etc. Se hace difícil entender que los limitado recursos públicos se gastan en construir estadios de fútbol, que luego más probable queden desiertos mientras la población sufre las consecuencias de la crisis económica. Ucrania tiene unas instituciones a medio camino de la democratización, un índice de desarrollo humano que la sitúa en el puesto 76 de 187 países y un preocupante aumento de casos de VIH/SIDA – entre otras preocupaciones.
La Eurocopa para concienciar el público
Para lo que sí parece servir la Eurocopa es para que se tome conciencia internacional sobre la situación de este país. Algunos medios de comunicación que quieren ir un poco más allá del fútbol, aunque, anecdóticamente, por ahora hacen eco de la negativa de Francia, Bélgica, Holanda y Reino Unido a mandar un representante oficial a la parte ucraniana de la Eurocopa (donde se celebrará la final) por el pendiente caso de Timoshenko. O de las tensiones entre los aficionados al fútbol y de casos de racismo que de manera preocupante van proliferando por Europa. O del floreciente mercado negro y los impuestos elevados.
Aun así, habrá medios que también hablarán sobre los retos de la transición desde un sistema totalitario y centralizado hacia una democracia plena que permitiría disminuir la persistente corrupción, normalizar la vida política y social y crear unas instituciones sólidas e incluyentes.
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