Unos ahorran y otros gastan
Supongamos por un instante que usted tiene una cierta cantidad de dinero ahorrado. Supongamos también que como cualquier mortal, desea recibir cierta rentabilidad por ese dinero, sin arriesgarlo demasiado. Desde hace algunos años, usted le ha estado prestando buena parte de sus ahorros a uno de sus primos lejanos. Éste se lo ha venido pidiendo porque ha estado realizando algunas reformas en su casa. Al comienzo no eran demasiado importantes. Solo quería ampliar un poco las habitaciones, hacer un baño nuevo, renovar la cocina, etc. Estaba simplemente, haciéndola un poco más cómoda. Sin embargo, hace un par de años decidió hacerse una piscina climatizada, contratar a dos cocineras y un jardinero e incluso comprarse una casa en la playa.
No malinterpretemos las cosas. Él le ha estado pagando religiosamente los intereses que le corresponden. También ha cumplido a rajatabla con los vencimientos puntuales a los que ha debido hacer frente. A veces incluso, cuando recibía una paga extra, le devolvía por adelantado parte del dinero prestado, reduciendo así el importe total de lo adeudado. Sin embargo, hace uno meses, la situación comenzó a cambiar drásticamente.
Más riesgo, menos rating
El hijo mayor de su primo ha vuelto a casa de sus padres porque su última iniciativa empresarial ha fracasado. Para complicar más la situación, la esposa se ha quedado sin el trabajo de media jornada que tenía, justo cuando acababa de regresar de su último viaje por los EE.UU. Mientras tanto, usted lee en el periódico que la empresa constructora para la que él trabaja, ha decidido congelar los sueldos de sus empleados por los próximos dos años. A estas alturas, su primo tiene un ritmo de vida un tanto costoso y parece complicado que lo pueda mantener.
Usted, que recuerda que su cuñado y su primo no se llevan muy bien desde que fracasará un negocio que trataron de montar juntos, no sabe muy bien a quién creer. Lo único que tiene claro es que esta vez las dudas le inundan ¿Qué hará al respecto? ¿Accederá a prestarle el dinero nuevamente? ¿Lo hará en las mismas condiciones económicas? ¿Confiará en el consejo “desinteresado” de su cuñado o en la hasta ahora exitosa relación con su primo?
Parece estar claro que darle crédito hoy, es bastante más arriesgado que hace un par de meses. También es cierto que su primo ha pagado bien hasta ahora y que usted quiere rentabilizar ese dinero que tiene aparcado. No obstante, lo que está en duda aquí no es la honorabilidad de su palabra, sino la capacidad real que tendrá para generar suficiente dinero como para mantener su tren de vida y al mismo tiempo, pagarle a usted el dinero que le debe.
Llegados a este punto, lo más sensato sería actuar de una de las siguientes dos maneras:
- Prestarle el dinero, pero cobrarle un interés más alto que compense el riesgo extraordinario que su dinero está corriendo.
- Hablar con su primo y decirle que comience a recortar algunos gastos, ya que usted no le puede estar subsidiando las dos cocineras y el jardinero.
Ahora bien, si se decide por la primera, corre el riesgo de empeorar aún más la situación económica de toda la familia de su primo. De una u otra manera, usted estaría colaborando en un aumento de los gastos constantes, sin que aumentasen los ingresos corrientes ¿Cree usted que es sostenible el modelo económico familiar de su primo? ¿No debería recortar parte de sus gastos, al menos hasta que su esposa e hijo encuentren un trabajo medianamente estable?
¿Quiénes son los Mercados Financieros?
Ahora imaginemos que usted representa a “Los Mercados Financieros Internacionales”, que su primo es los países periféricos de la Eurozona (España, Irlanda, Portugal y Grecia), que el hijo de éste es una buena parte del sistema bancario de dichos países y que su cuñado simboliza a las agencias internacionales de riesgo (S&P, Fitch y Moody´s). Los problemas que han golpeado recientemente a la economía de su primo, aunado a su historia de conflictos, han provocado que su cuñado haya emitido una advertencia sobre la posibilidad de que no le pueda pagar lo que le debe. De esta manera, le ha rebajado el rating o la calificación crediticia y eso ha provocado que usted comience a exigirle, a su primo, una serie de condiciones y/o garantías mucho más rigurosas que en el pasado.
¿Le convierte eso a usted en un especulador desalmado? ¿Debe usted correr más riesgos sin recibir nada a cambio? ¿No sería lógico pensar que su primo debería tomar medidas para reconducir la situación? Para responder a estas preguntas sería útil recordar que los mercados están compuestos por un gran número de personas, países, fondos de pensiones e inversiones, que han logrado generar una importante cantidad de excedentes de dinero (ahorros). Estos han decidido, por una u otra razón, no gastarlo en bienes y servicios para aumentar su nivel de vida, sino más bien, guardarlo para el futuro.
Muchas veces, podemos tener la impresión de que éstos mercados no son más que un puñado de millonarios avariciosos a quienes no les importa hundir economías, con tal de ganar grandes cantidades de dinero. También nos embarga la duda sobre los verdaderos intereses que mueven a las agencias calificadoras cuando reducen implacablemente el rating de los Estados, mientras hasta hace poco hacían la vista gorda ante la precaria situación financiera de un sin número de bancos. Seguramente en muchos casos pensando mal acertaremos. Sin embargo, lo que a veces pasamos por alto es que países como China, Tailandia o Malasia (que no están precisamente entre los más ricos del mundo, medido por PIB per cápita) llevan años generando un altísimo nivel de superávit comercial (diferencia entre lo que se exporta e importa), que luego acumulan y prestan al resto de las naciones que se han dedicado a vivir por encima del nivel real de sus posibilidades económicas.
La hora de los recortes
Aquí podríamos entrar a hacer muchas valoraciones sobre quien es el responsable de lo sucedido o si las medidas que se toman para solucionar los problemas afectan a los que menos tienen (tanto en recursos como en responsabilidades) o a los mas acaudalados. Todos esos argumentos son legítimos y deberían ser considerados. No obstante, también deberíamos tener en cuenta que el fondo de pensiones de los carteros japoneses (por destacar a un colectivo que se encuentra dentro de los mercados), tiene todo el derecho a pretender no solo que le sea devuelto el dinero que nos ha prestado, sino también a recibir un tipo de interés más alto por el mayor riesgo que corre al darnos más crédito.
Está en las manos de “su primo” saber que recortes realizar, cuales son las partidas más sensible, las más útiles para salir del problema, las que le permiten mantener la “paz social” y el bienestar general. Lamentablemente, gobernar un país es mucho más complicado de lo que parece desde nuestros sofás. Ninguna decisión es fácil de tomar y todas generan malestar en alguno u otro colectivo. A veces, lo que parece muy obvio para alguno, no lo es tanto para otros. Pero eso, es harina de otro costal.
Ésta es una explicación sin ánimo de lucro
¿Quieres recibir más explicaciones como esta por email?