¿Qué está sucediendo en Inglaterra?
A la pregunta ¿qué está sucediendo en Inglaterra?, la más sincera respuesta de Matt, un joven de Liverpool licenciado en Derecho, fue: “para ser honesto, no tengo ni idea, pero estoy muy enfadado”.
Lo cierto es que las revueltas en Inglaterra han levantado un debate sobre su origen, y en consecuencia sobre su posible solución. Las medidas tomadas por los dirigentes británicos así como las declaraciones de su primer ministro David Cameron, han levantado ampollas no sólo en la isla, sino también en el resto de Europa. Y es que para muchos la actuación de la policía ante los manifestantes fue deficiente en gran parte debido a que: tanto el ejecutivo como el resto de parlamentarios tardaron mucho en reaccionar y abandonar sus vacaciones; debatieron demasiado poco el asunto teniendo en cuenta su magnitud; y han pretendido en última instancia, ganar crédito ante sus ciudadanos, señalando a los padres de los protagonistas de estas revueltas, y a la sociedad en general, como responsables de los hechos acontecidos durante el último mes en Inglaterra. En palabras de David Cameron:
Es una completa falta de responsabilidad por parte de nuestra sociedad permitir que haya gente que piense que el mundo les debe algo, que sus derechos prevalecen sobre sus responsabilidades y que sus acciones no tienen consecuencias.
En los últimos días, son muchos los especialistas y los medios de comunicación que han diagnosticado las revueltas en Inglaterra como acciones de violencia colectiva, como estallidos psicóticos de la masa. Son muchas las críticas hacía la policía por no haber actuado con más eficacia y dureza; o hacía el ejecutivo ya que, como algunos expertos apuntan, el problema no radica en la actuación policial sino en la falta de directrices claras, concisas y apropiadas a las circunstancias, dadas por los dirigentes políticos. De hecho la reacción del gobierno de reducir, entre otras, la partida del presupuesto destinada a las fuerzas de seguridad, implicará para muchos que la situación empeore con el tiempo dado el auge de la cultura de bandas juveniles en el país.
¿Quién tiene la culpa?
A la hora de analizar qué ha ocurrido en Inglaterra, la primera reacción ha sido buscar culpables.
El crimen y la cultura de bandas como explicación
El gobierno seguido de los medios de comunicación no tardó en hacer declaraciones tajantes acerca del origen de estas revueltas. Para el gobierno y el ala conservadora del país en general, la culpa recae en una generación de jóvenes (inmigrantes y marginales), que pecan de una “falta de moralidad”, al haber crecido sin ninguna una autoridad paterna real.
Sin embargo, tal y como señala el diario el País, algunos analistas, han apuntado que el Gobierno debería tener en cuenta otros aspectos en lugar de tratar los disturbios únicamente como un fenómeno puramente criminal resultado de un incremento de la cultura de bandas.
La teoría de las masas como explicación
Si se achacan los últimos acontecimientos sucedidos en Inglaterra a la teoría del comportamiento de las masas, las multitudes enfurecidas que salieron a destruir para muchos tertulianos británicos “sus propias comunidades”, lo hicieron guiadas por un impulso. Para sociólogos como Manuel Delgado, la razón por la que estas masas asustan tanto políticamente se debe a que no tienen ni cabecilla, ni un objetivo de lucha, ni si quiera iniciativas claras. Sólo le interesa lo inmediato. El viejo slogan del ‘77 “no hay futuro” o la observación de B. Brecht[1] “sólo la violencia ayuda, donde la violencia reina” describen probablemente lo que debe sentir mucha gente joven con poco que perder. Se organizan de forma muy compleja y se extienden de manera increíblemente rápida; y sin embargo su ideología, saquear y destrozar las calles a fin de demostrar su furia[2], es muy sencilla. ¿Cómo puede hacerse frente a este tipo de procesos?
Sin embargo algunos especialistas no están de acuerdo con que esta respuesta sea sorprendente ni irracional. Intelectuales como Tariq Ramadan o Benjamín Zephaniah, opinan que no se trata sólo de un problema de bandas o de masas enfurecidas, sino de un problema de mucho más calado, cuyo origen se encuentra en las desigualdades económicas y la falta de una justicia social real.
No hay bandas organizadas. Quienes están en la calle en este momento son gente enfurecida que durante años ha sido marginada por el sistema, y que literalmente está estallando hoy. Roban de las tiendas bienes que ansiaron mucho tiempo pero que no podían permitirse comprar. No tenemos que estar de acuerdo, sólo comprender que el origen de estos disturbios no es la falta de moralidad de esta gente sino que hay algo que no funciona en nuestro país[3]
Las desigualdades económicas y el fin de la paz social como explicación
Para otros, sin embargo, el origen de esta revuelta no tienen que ver con moralidad sino con “las desigualdades económicas” que este país viene sufriendo en las últimas décadas y que afectan principalmente a los jóvenes. Para Dominic Johnson, en las últimas décadas se ha creado en Londres “una generación de jóvenes totalmente desarraigada, que se siente poco respetada, poco ligada a su lugar de residencia y poco representada políticamente”. “Esta generación multicultural de jóvenes precarios sin ningún tipo de protección social ha crecido sabiendo que no hay un futuro para ellos fruto de las drásticas medidas neoliberales[4] que se han sucedido en las últimas décadas. Hoy en Londres sobrevive una nueva generación sobrevive en uno de los mercados inmobiliarios más caros del mundo. Los alborotadores destruyen sus propias comunidades, dicen los comentaristas británicos. ¿Pero perciben los destructores estas comunidades realmente como propias?”
En una sociedad cada vez más consumista y dominada por políticas neoliberales que abogan por el constante recorte del Estado del Bienestar sin importar que ello pueda perjudicar al sector poblacional más débil, que además ni siquiera se ve ya capaz de integrarse en su comunidad; provoca que aquellos incapaces de permitirse el ritmo de consumo marcado, y a quienes su país les está de un futuro, estén enfadados: el fin de la paz social como explicación.
En hilo con esta explicación cabe destacar opiniones como las del importante bloggista, Nathaniel Tapley, quien hace hincapié también en la desfachatez del gobierno británico al hacer un llamamiento a la “moralidad” cuando éste está inmerso en escándalos de corrupción. De hecho para el escritor, los defensores del ala más conservadora deberían hacerse algunas preguntas básicas, antes de atacar a la sociedad: ¿porqué el primer ministro Cameron se ve con derecho a declararse guardián de la moralidad del país? O ¿bajo que “moral” puede éste o quiénes le rodean hablar de “criminalidad” cuando la clase política se halla inmersa en escándalos de corrupción? Y lo más importante, ¿no debería un gobierno y su dirigente conocer en profundidad los problemas sociales y económicos que presenta su país antes de dirigirlo?
¿Es pues la respuesta del gobierno británico a los disturbios la apropiada?
Esta es una pregunta muy difícil de responder sobre todo ahora que los hechos son tan recientes, pero haciendo un resumen general podría decirse que:
Si la senda del gobierno es únicamente llevar a cabo medidas orientadas a acabar con la conflictividad social y a luchar contra el auge de las bandas callejeras en el país, es decir, que los manifestantes detenidos sean castigados y que la opinión pública de crédito a sus argumentos de que la culpa la tienen los padres por no enseñar moralidad a sus hijos. La reducción del presupuesto de la policía y por tanto el número de efectivos, acompañado de las fuertes críticas que ésta ha recibido del mismo gobierno por su falta de actuación; parecen cuanto menos, estrategias contradictorias.
Si a ello se añade el argumento defendido por muchos, de que se trata de un problema social basado en la injusticia social y las desigualdades económicas, ¿es una respuesta adecuada? No. Ni siquiera es una respuesta. Puede que el gobierno consiga restablecer la paz en las calles, pero no solucionará el problema de fondo pues lleva un programa de ajuste y desinversión, en vez de uno que proponga un futuro para estos jóvenes. Es cuestión de tiempo que acontecimientos como éste, vuelvan a repetirse.
Ésta es una explicación-opinión sin ánimo de lucro
[1] B. Brecht (1965).
[2] Los saqueos e incendios apuntan a varios fenómenos interesantes: primero, la destrucción del propio barrio (en lugar del de otros); segundo, la preferencia por zapatillas de deporte, teléfonos, alcohol, tabaco y medicamentos (en lugar de signos de lujo y riqueza).
[3] Benjamín Zephaniah, “En Londres de un motín a otro: la cólera intacta”. http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4365
[4] Cabe destacar que la respuesta a la crisis del gobierno de Cameron ha sido, siguiendo el dogma neoliberal, un recorte brutal del gasto y la inversión pública bajo la idea que esta reducción será compensada por la iniciativa privada. Estos recortes ya se han dejado sentir en Londres: los distritos, estrangulados presupuestariamente, cierran los centros juveniles (precisamente en las áreas afectadas por las revueltas), reducen sus servicios sociales, etc.
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