La crisis ha dejado al aire las debilidades y excesos del sistema financiero español que desde 2008 lleva recibiendo inyecciones de dinero público, para lo cual otros servicios esenciales para el correcto funcionamiento de una democracia –educación, sanidad, pensiones, dependencia, empleo- se han visto afectados. Una de las primeras partidas en sufrir recortes presupuestarios –en el ámbito local, autonómico y nacional- fue la de Cultura.