Desde hace décadas empresas de alimentación han intentado convencer a los consumidores de que el agua pública es perjudicial y que su alternativa en botella es mucho más sana. ¿Hasta qué punto es esto cierto?
Desde hace décadas empresas de alimentación han intentado convencer a los consumidores de que el agua pública es perjudicial y que su alternativa en botella es mucho más sana. ¿Hasta qué punto es esto cierto?