04/10/2024 MÉXICO
Un fotograma de 'Roma', de Alfonso Cuarón. [Foto vía El País]

Luis Buñuel y Alfonso Cuarón: de “Los olvidados” a “Roma”

Roma
Este artículo analiza las similitudes y diferencias entre la obra del director de origen español Luis Buñuel, "Los olvidados", y la del mexicano Alfonso Cuarón, "Roma".

En los últimos meses, la película Roma de Alfonso Cuarón se ha convertido en todo un éxito para la crítica y el público. Dicho éxito se inició con el León de Oro que ganó en el Festival de Venecia de 2018 y podría llegar a su punto álgido el próximo 24 de febrero en la ceremonia de los Premios Oscar —cita a la que Roma llega con 10 nominaciones—. Resumiendo sin mucho detalle su argumento e historia, la película trata la relación entre una familia acomodada y una de sus empleadas domésticas en la Ciudad de México de principios de la década de 1970. El contraste entre la familia y sus empleadas no es solo social: estas últimas son indígenas provenientes del sur del país y su único modo para sobrevivir en la capital es la de trabajar en el servicio doméstico de las familias que pueden permitírselo.

La película muestra una época de agitación social en el país, hecho que queda constatado desde el inicio de la película con la alusión a unas elecciones presidenciales recientes. En buena parte del metraje vemos carteles de la campaña presidencial que se ha celebrado y que ha sido ganada por Luis Echeverría, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Durante 72 años, las elecciones presidenciales en México fueron ganadas cada 6 años por el candidato del PRI, el partido hegemónico durante ese tiempo.

Tanto Roma como Los olvidados nos muestran una época de altas desigualdades en la sociedad mexicana. Buñuel la retrató de forma contemporánea; Cuarón lo hace años más tarde a partir de recuerdos de la infancia.

Una de las escenas más importantes de Roma es la Matanza del jueves de Corpus, el 10 de junio de 1971: una manifestación de estudiantes que fue reprimida violentamente y que provocó 120 muertos. Estos hechos suceden más de dos años después de la infame matanza de la Plaza de Tlatelolco, en la que un escuadrón paramilitar y el ejército dispararon contra las personas que se estaban manifestando, asesinando a centenares de ellas. Aunque la obra de Cuarón está basada en sus recuerdos, es también un excelente documento histórico de cómo era México en aquella época.

Roma puede recordarnos a otra famosa película mexicana estrenada hace casi 69 años: Los olvidados de Luis Buñuel; ambas muestran los problemas que vive el país y la época en la que están ambientadas. En la obra de Buñuel se presta especial atención a los problemas y las dificultades que tenían los habitantes en las barriadas de Ciudad de México —sobre todo los niños y los jóvenes—. En la de Cuarón, el interés se centra en la situación de muchas personas provenientes de las zonas más desfavorecidas de México, las cuales no tienen más remedio que trabajar en los peores trabajos o en el servicio doméstico.

Fotograma de la película Los olvidados, de Luis Buñuel. [Foto vía elsouvenir.com]

En cambio, apreciamos también algunas diferencias. En primer lugar, mientras podemos calificar la película de Cuarón como más esperanzadora, mientras que la de Buñuel tiene un mensaje mucho más duro y viene a decir que no hay solución para los que creía “olvidados” en la sociedad mexicana: la juventud que vivía en los arrabales. Otra diferencia observable es que mientras Alfonso Cuarón ha realizado Roma con una carrera ya consagrada y con un premio Oscar al Mejor Director, Buñuel realizó Los olvidados cuando su obra no era aún muy conocida por el gran público.

Los inicios de Luis Buñuel

Contrariamente a lo que hoy algunos puedan pensar, la producción cinematográfica de Luis Buñuel no empezó a ser conocida por el gran público hasta que se fue a vivir a México, en 1946. En el país azteca se confirmó como director cinematográfico: antes de llegar allí, se podría decir que Buñuel era tan solo conocido en los círculos artísticos por sus películas surrealistas (El perro andaluz y La edad de oro) y por el documental que realizó en 1933 (Las Hurdes, tierra sin pan). Además, su anterior intento de hacer carrera en los Estados Unidos resultó un fracaso.  Parte de culpa del mismo la tuvo Dalí cuando afirmó en su libro La vida secreta de Salvador Dalí que el director de Calanda era ateo y comunista. Es por estas razones que sus primeras producciones en México fueron encargos: Gran Casino (1947) y El gran Calavera (1949). No fue hasta 1950 —y precisamente con Los olvidados— cuando pudo estrenar una película en la que tuvo más libertad creativa.


A diferencia de Cuarón con Roma, Buñuel no era aún un director conocido por el gran público al rodar Los olvidados. Además, la película del primero se presenta más esperanzadora que la del segundo.

Cuando Buñuel llegó a México, el país estaba inmerso en una época de industrialización y progreso económico muy alto; también estaba empezando a florecer una incipiente industria turística y mucha gente emigraba del campo a la ciudad para encontrar una vida mejor. En muchos casos, este progreso no llegó a toda la población, como por ejemplo con aquellos mexicanos que, atraídos por las expectativas de progreso, emigraron de las zonas rurales a las grandes ciudades. Instalados en las barriadas de las grandes ciudades, la gran mayoría de ellos vivieron en unas condiciones muy precarias y sin apenas servicios básicos, viéndose forzados a trabajar en empleos mal pagados o incluso llegando a delinquir para sobrevivir.

Entre el estreno de Gran Casino y El gran Calavera —es decir, entre 1947 y 1949— el director aragonés recorrió las barriadas de Ciudad de México para conocer de primera mano su realidad social, centrándose especialmente en la vida de los muchos niños que tenían que recurrir al robo para poder sobrevivir. Con el objetivo de documentarse mejor, también se entrevistó con numerosos psicólogos y funcionarios civiles que trataban el problema de la delincuencia infantil y juvenil. Así, fue perfilando un guión y, tras el éxito de su segunda película —que, como hemos visto, lo ayudó a consolidar su carrera como director—, empezó a dirigir su tercer largometraje: Los olvidados. Buñuel quería mostrar sin censura lo que las autoridades mexicanas y muchos intelectuales no querían mostrar: la situación conflictiva que vivían los niños de estos barrios. Si tal realidad era mostrada, se contradecía la imagen oficial de alto progreso que experimentaba el país.

Desde el rodaje y hasta su estreno, la película empezó a ser criticada por miembros del equipo, periodistas y autoridades políticas, acusando al director de insultar al país y de mostrar solo los peores aspectos de México. No es de extrañar, pues, que su estreno fuera muy polémico y que —aunque recibiera algunos comentarios positivos— las críticas hacia ella fueran tan negativas que se retirara la película de las salas donde se proyectaba.

Buñuel fue acusado por una parte del poder mexicano de insultar al país y de mostrar solo los peores aspectos de México. La polémica condujo al retiro de la película de las salas donde se proyectaba. Tras ganar el Premio al Mejor Director en el Festival de Cannes de 1951, la película volvió a la cartelera mexicana, donde permaneció durante tres meses.

Afortunadamente para Buñuel —y para el público—, la película fue llevada al Festival de Cannes de 1951. Tal hecho fue posible gracias al apoyo de unos pocos intelectuales unos meses después de su estreno, entre ellos el productor Óscar Dancigers y un joven diplomático: Octavio Paz —por aquel entonces destinado en Francia—. Gracias a la campaña de apoyo de Paz, la película acabó ganando el Premio al Mejor Director en el Festival, hecho que propició su reestreno en México, donde estuvo tres meses en cartelera. Buñuel, que había adquirido la nacionalidad mexicana en 1949, pasó a ser considerado un mexicano más.


Hay que decir que en los 68 años que han pasado desde el estreno de la película de Buñuel a la de Alfonso Cuarón, México ha cambiado mucho. La hegemonía del PRI se acabó en el año 2000, y aunque volvió al poder en 2012, no consiguió la hegemonía de antaño. Es más, el pasado julio tuvo un batacazo electoral que lo relegó de primera a tercera fuerza política; las elecciones fueron ganadas por el candidato de izquierdas Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, lo que parece no haber cambiado han sido las enormes diferencias sociales y económicas, cuya reducción parece ser siempre el inalcanzable objetivo de todos los gobiernos.

Esta es una explicación sin ánimo de lucro.

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Pablo Viñamata

Barcelona. Licenciado en Historia y Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Barcelona. Doctorado en Sociedad y Cultura por la UB con la tesis: La obra mexicana de Luis Buñuel. Análisis de Los Olvidados (1950): su influencia en el arte cinematográfico y recepción crítica. Apasionado de la Historia Contemporánea de América Latina, sobre todo de México, país con el que tiene una gran relación afectiva, y de la Historia del Cine.


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