Cuando el sindicato ya no lucha por los trabajadores
Tras décadas al frente de las organizaciones gremiales argentinas, los líderes sindicales han perdido credibilidad frente a sus representados y finalizada la multitudinaria movilización en Buenos Aires, tuvieron que retirarse custodiados frente al público enardecido que reclamaba una huelga general.
Después de la multitudinaria movilización que llenó las calles de Buenos Aires con más de 500.000 trabajadores el pasado 7 de marzo, resulta extraño afirmar que a la dirección sindical se encuentra en crisis. Sin embargo, el cierre de acto hizo estallar por los aires las contradicciones contenidas del Movimiento Obrero Argentino.
Los sucesos del 7M no fueron otra cosa que una superproducción dramatúrgica en vivo, donde los líderes sindicales aparentaron enfrentarse con el gobierno de Mauricio Macri para intentar mostrar a los trabajadores que luchan por sus intereses y que aún tienen poder de movilización. Nada más alejado de la realidad.
Mientras un grupo de trabajadores movilizados reclamaban una huelga general contra el gobierno, los líderes de la Confederación General del Trabajo (CGT) balbuceaban en el escenario ante la multitud. Su objetivo nunca fue hacer un paro contra una administración que en 14 meses les ha dado muchos beneficios, a pesar de que el salario real haya caído.
En este año, aunque parezca sorprendente, la buena relación del gobierno con los longevos líderes sindicales conocidos como Los gordos de la CGT ha ido in crescendo a medida que la administración nacional tomaba medidas como enviar un proyecto de ley al Congreso para modificar el Impuesto a las Ganancias —histórico reclamo de la CGT que le valió al gobierno de Cristina de Kirchner 6 huelgas generales— y el pago de deudas por más de 1.700 millones de dólares que mantenía el gobierno anterior con los sindicatos.
¿Quién ganó y quien perdió?
Dirección sindical: Son los más afectados por estos sucesos. Han invertido mucho tiempo y recursos buscando beneficios personales y construyendo su propia carrera política, perdiendo el control de una parte de las bases sindicales que ya no se sienten representadas por ellos y que los obligaron a huir del acto. Ante una pérdida de apoyo de las bases, es posible que el gobierno busque impulsar una renovación en la dirección, dejando a Los Gordos con menos capacidad de influencia.
El gobierno de Mauricio Macri: El balance es más confuso en este caso pero puede identificarse como otro de los perdedores. A pesar de invertir más de 2.000 millones de dólares en intentar apaciguar la movilización social, sigue siendo identificado de cara a las elecciones como un gobierno “neoliberal” y “anti-pueblo” por gran parte de los trabajadores, que han visto una caída en su salario real siguiendo al tendencia de los últimos cinco años. Probablemente tenga que enfrentar su primera huelga general pronto.
El kirchnerismo: Es el sector que mejor ha capitalizado esta situación. Los sucesos del supermartes sirvieron para “tapar”, a nivel comunicacional, la declaración indagatoria de Cristina Fernández de Kirchner (CFK) frente al juez federal Claudio Bonadío, acusada de asociación ilícita. Su fuerza política, acorralada por la justicia, busca relanzarse de cara a las elecciones de este año como la voz de aquellos más afectados por la bancarrota del Estado argentino y la corrupción de la dirección obrera; dos situaciones que, durante 12 años, ellos mismos han contribuido a profundizar.
Frente Renovador: El partido de Sergio Massa, que se autoproclama como una tercera vía diferente al macrismo y al kirchnerismo, no supo capitalizar la movilización obrera y pecó por inacción, siendo funcional tanto al CFK como al gobierno, que buscan polarizar el debate entre ellos en las elecciones de este año.
¿Cómo llegamos hasta aquí? Los ‘gordos‘ de la CGT
Como argumentó el sociólogo alemán Robert Michells a principios del siglo XX, las principales organizaciones que sustentan las democracias modernas —como los sindicatos, partidos políticos, etc.—, son organizaciones oligárquicas, y consecuentemente, no democráticas. Esta afirmación, bautizada como la Ley de hierro de las oligarquías, explica que en un principio los líderes sindicales surgen espontáneamente para representar intereses colectivos. Sin embargo, muy pronto se transforman en líderes profesionales, abandonando la lucha por el interés colectivo de los trabajadores y buscando su estabilidad en el cargo para satisfacer intereses personales.
¿Se aplica esta antigua teoría de la Ciencia Política a la realidad argentina actual? No sólo puede afirmarse que se aplica perfectamente sino que además podría dar una respuesta a la crisis de representación sindical que estalló con los sucesos del 7M en el país. Sólo basta con observar la trayectoria de algunos de los principales líderes gremiales del Movimiento Obrero Argentino, célebremente conocidos como los Gordos de la CGT,
- Hugo Moyano
Miembro del Partido Justicialista, líder del sindicato de camioneros desde 1987, Secretario General de la Confederación General del Trabajo desde 2004 y actualmente presidente del Club Atlético Independiente, fue funcional a los gobiernos del clan Kirchner desde 2003 hasta su ruptura tras las elecciones de 2011, en las que el líder sindical buscaba tener más representatividad de su sector dentro de las listas del kirchnerismo. Desde entonces, la relación con CFK fue muy conflictiva y en sólo tres años organizó seis paros generales. Tras 14 meses de gobierno de Macri, Moyano se mantuvo aliado al gobierno y, como recompensa, su gremio obtuvo la conducción de la empresa de correos OCA.
Patrimonio: Tras toda una vida como delegado gremial, ostenta varias propiedades, entre ellas una finca valuada en un millón de dólares en Parque Leloir.
- Antonio Caló
Secretario General de la Unión Obrera Metalúrgica desde hace 13 años. Imputado en una causa judicial por presunto lavado de dinero y dueño de siete propiedades en la Capital Federal. Se distanció de CFK en sus últimos años tras ser un fiel aliado, apoyando a Daniel Scioli en las elecciones internas del partido. Hoy juega a dos frentes entre el macrismo y el kirchnerismo.
- Roberto Baradel
Conduce desde 2004 SUTEBA, el sindicato más poderoso de docentes de la Provincia de Buenos Aires, el distrito más grande del país. Lejos de una defensa apolítica de los trabajadores, Baradel ha sido un claro aliado de la expresidente Cristina Fernández de Kirchner, funcional a sus intereses políticos. Este año, a pesar de que el gobierno provincial de María Eugenia Vidal (Cambiemos–PRO) ofreció aumentar los salarios tanto como la inflación, su sindicato decidió ir a la huelga por tiempo indefinido sin escuchar la propuesta ni asistir a las reuniones de conciliación, dejando a dos millones de alumnos de escuelas estatales sin clases. Su gremio pide, para reincorporarse, un aumento del salario del 40%.
Desafíos de futuro: Ganar las calles o perder las elecciones
El 2017 empezó de forma turbulenta para la política argentina, y nada indica que algo vaya a cambiar en los próximos meses. Las elecciones legislativas del 22 de octubre serán un suceso clave para definir el futuro político del país y la continuidad en el poder de un presidente no-peronista, que intentará terminar su mandato democrático por primera vez desde 1928.
El gran desafío del gobierno de Macri en los próximos meses será controlar la calle. Tarea nada fácil para un partido político joven y sin estructura territorial. Para esto necesitará el apoyo de la vieja guardia sindical, que intentará aprovechar esta situación a su favor para mantenerse en el poder, mientras que su antiguo aliado, el kirchnerismo, buscará apartarlos para dominar las calles y presentarse a sí mismos como los defensores del salario de los trabajadores, que ellos mismos contribuyeron a destruir a lo largo de 12 años con una inflación que se aproximó al 1000%.
Resulta difícil asimilar algunas situaciones de la política argentina, pero como concluye un famoso tango: No pienses más / sentate a un lado / que a nadie importa si naciste honrado / Es lo mismo el que trabaja / noche y día como un buey / que el que vive de los otros / que el que mata, que el que cura / o está fuera de la ley.
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