28/03/2024 MÉXICO

¿Por qué el Reino Unido rechazó una mayor integración europea?

Special Address: David Cameron. [Photo: World Economic Forum]
Un par de semanas atrás una de las cumbres más determinantes de los últimos tiempos (la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea) llegaba a un acuerdo del que sorprendentemente el Reino Unido se desmarcó absolutamente. ¿Cuáles fueron las razones esgrimidas por el primer ministro Cameron para justificar tal actuación?


Apenas hace 10 días, a horas intempestivas de la madrugada, una de las cumbres más determinantes de los últimos tiempos (la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea) llegaba a una especie de acuerdo. Dejando de lado el hecho de que se trataba de un paso necesario hacia una mayor integración europea (y más austeridad), hay dos cuestiones que han atraído mucho la atención mediática: en primer lugar, la firmeza con que han bregado Angela Merkel y Nicolas Sarkozy para sacar adelante la solución que ellos creían adecuada (sobre todo la que este último creía) y, en segundo lugar, la “dramática auto-exclusión del Reino Unido de este acuerdo intergubernamental”, tal como escribía Robert Niblett en un briefing de la Chatham House. ¿Por qué el Reino Unido no quiso participar en este proceso? ¿Qué pedía David Cameron como contrapartida por no ejercer su veto y que era inaceptable para el resto de Europa?

Los argumentos de Cameron

Cameron llegó a la cumbre de Bruselas con una posición muy firme: por supuesto, quería contribuir a estabilizar la zona Euro (por el bien de Europa y de su país), pero también estaba allí para defender los intereses nacionales británicos ante los que veían como un mayor control intrusivo por parte de las instituciones europeas. El Primer Ministro claramente reiteró, en numerosas ocasiones durante la semana de la cumbre: “no firmaré un tratado que no incluya salvaguardas para nosotros entorno cuestiones como la importancia del mercado único y los servicios financieros”, según constaba en The Guardian. Y finalmente, la noche de la cumbre, presentó un documento con una serie de requisitos que el tratado europeo que se estaba negociando debía incluir para ser aprobado por unanimidad. Éstas terminaron por ser rechazadas, ya que los otros socios europeos no querían dar más concesiones a Londres y poner en peligro la integridad de la Unión Europea.

Para tener la imagen completa, pero, hay que ver el alcance de las demandas de Cameron. Algunos de los requisitos que planteó durante la cumbre y que llegaron a manos de la prensa son los siguientes:

Cualquier transferencia de poder desde un regulador nacional hacia un regulador a nivel de la Unión Europea sobre servicios financieros debe estar sujeto a veto. 

Comentario: actualmente tomar una decisión a nivel de la Unión Europea sobre regulación financiera no necesita unanimidad, es decir, el voto negativo de un solo país no impide que se aplique la decisión. Esto dejaba muy al descubierto un Reino Unido siempre receloso de dejar que alguien que no sea Londres tuviera capacidad de poder sobre este sector estratégico. Sobre todo desde que se habla, cada vez con mayor frecuencia, de un refuerzo del peso de los reguladores financieros europeos, partidarios de una mayor regulación en este sector.

• El Reino Unido debe tener capacidad, si quiere, para establecer unos requerimientos de capital más grandes para el sector bancario de su país

Comentario: en los últimos meses, la Unión Europea ha realizado diversos tests sobre la resistencia de la banca y los países miembros de la Eurozona han llegado a acuerdos muy complicados, que han requerido de un gran esfuerzo de negociación, para recapitalizar su sector financiero. Esto obligaba a los bancos a ir al mercado a captar capital, y si no conseguía suficiente debería ser su Estado el proveedor por defecto que, a su vez, si tampoco podía ejercer de financiador debía pasar el turno al fondo europeo de estabilidad financiera. Aunque la delegación de Cameron argumentaba que era un asunto que sólo afectaba a su país y no al resto de Europa, el hecho es que obligó a ampliar de nuevo los requerimientos de capital al Reino Unido, lo que terminaría por llevar a muchos países a hacer lo mismo y realizar la impopular acción de volver a inyectar dinero público a los bancos.

• La Autoridad Bancaria Europea (ABE) tiene que mantener su sede en Londres

Comentario: tal vez la demanda menos significativa parece más bien una lucha de influencias. Hay propuestas en pie para consolidar esta autoridad dentro de la Autoridad Europea de Mercados Financieros, con sede en París. Perderlo significa que Londres pierde un centro de decisión, al fin y al cabo, la sede de la ABE está situada a las puertas de la City de Londres.


• Garantizar que el Banco Central Europeo no pueda salir adelante normas que obliguen a las transacciones financieras denominadas en euros a realizarse sólo dentro de la Zona Euro

Comentario: éste es, probablemente, el punto más espinoso de todo el asunto. Para franceses y alemanes es irónico que buena parte de los contratos financieros que utilizan el euro como moneda se firmen en Londres. Para británicos, se ha convertido en un tema de interés nacional ya que esto genera un beneficio enorme y mantiene muchos puestos de trabajo en las torres de la City. Y es cierto que ha habido debate (y hay propuestas sobre la mesa) acerca de que el Banco Central Europeo intente limitar que sean empresas a países fuera de la Zona Euro las que dominaran el mercado de transacciones financieras en euros. Así, Fráncfort podía “controlar” en cierta manera el flujo de euros. Pero también es cierto que, visto desde una perspectiva global de mercados volátiles, esto sería tan complicado como intentar poner puertas al campo.

• Eximir las instituciones financieras no-europeas situadas al Reino Unido (y que no den servicio a clientes ubicados en Europa) de cualquier regulación financiera a la Unión Europea

Comentario: la City de Londres es la sede, también, de muchas multinacionales financieras que se aprovechan del dinamismo del distrito para realizar operaciones en los mercados mundiales desde allí. Cameron intentaba con este punto evitar que nunca se puedan ver afectadas por regulaciones que puedan minar su competitividad por estar en territorio de la Unión Europea, aunque no trabajen para clientes europeos, y provocar su marcha a otros centros financieros internacionales. El argumento británico consistía en que la economía londinense se vería muy afectada si alguna vez se intentara regular el sector, mientras que el efecto sobre el resto de Europa sería neutro.

El documento oficial británico que se filtró a la prensa se puede consultar en Daily Telegraph.

Concluyendo

Finalmente, lo que es destacable de la posición británica es que no ha optado en ningún momento en pedir la repatriación de poderes, es decir, el retorno de competencias traspasadas a la Unión Europea. Esto es algo que tradicionalmente el partido conservador británico ha pedido y que el propio David Cameron ha defendido en su territorio.


Éstos, por tanto, han sido los principales puntos de discordia entre el líder británico y el resto de líderes europeos. Los problemas a los que se enfrentaba Cameron eran la naturaleza de su demanda y la forma de plantearla. El Reino Unido quería imponer un “protocolo”, que se había de añadir al texto del tratado europeo que se estaba negociando, donde todos los temas tratados con anterioridad pasaban a estar regulados mediante poder de veto-unanimidad- en lugar de la mayoría cualificada existente (donde ningún país puede bloquear una decisión). De esta manera, cualquier política o regulación que fuera en contra de los intereses nacionales británicos sería fácilmente bloqueable. Por tanto, Cameron no proponía una exención sólo para el Reino Unido (lo que se ha calificado como cláusula de salida) sino una forma de gobernanza más adaptada a la soberanía nacional. El problema, según comenta The Economist, es que el líder británico no calculó bien la jugada y no pensó que acabaría quedando literalmente solo en este asunto.

Ésta es una explicación sin ánimo de lucro

Artículo reproducido con el permiso de Ekonomicus.

Se puede consultar el artículo original (en catalán) aquí.

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