En este ir y venir de conflictos que se desarrollan en el plano de las relaciones internacionales, desde hace un mes, nuevamente, se produce una escaramuza ya conocida en territorio de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Para aquellos que no han estudiado relaciones internacionales tal vez resulte un poco confuso entender porqué hablo de que ya es conocido el evento que se suscita específicamente en el territorio conocido como Alto Karabaj o, como ellos se autodenominan, la República de Nagorno-Karabaj.
En tal sentido, es considerable aclarar que las primeras revueltas en el extinto territorio soviético se produjeron en este enclave. Asimismo, creo conveniente elaborar una línea temporal a modo de guía de lo que ha venido ocurriendo desde 1918 hasta la fecha.
Tanto Armenia como Azerbaiyán y, por ende, el Alto Karabaj formaban parte del Imperio Ruso. En 1918 y a raíz de la revolución bolchevique, estos territorios se independizan para formar parte de la República Democrática Federal de Transcaucasia, junto con Georgia. Sin embargo, el carácter independiente de dichas naciones fue escaso debido a que en 1923 quedaron anexadas al territorio de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas —donde el óblast autónomo de Nagorno-Karabaj, creado en 1921, pasó a formar parte íntegra del territorio de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán—. A pesar de la decisión tomada, la situación fue criticada constantemente por Armenia, que nunca cedió en sus peticiones sobre el Alto Karabaj.
En 1988, antes de que se culminara la Guerra Fría, empezaron a desarrollarse reclamos por parte de los armenios, acompañados de protestas callejeras. A la par, se dieron hechos aislados de violencia entre los ejércitos de las Repúblicas Socialistas Soviéticas de Armenia y Azerbaiyán por el Alto Karabaj.
Un año más tarde, los soviets supremos —órganos legislativos— de Armenia y Nagorno-Karabaj aprobaron una declaración conjunta en la que solicitaban la reunificación de los dos territorios. De esta manera pretendían alumbrar a la República Unida de Armenia. Esta decisión fue el desencadenante del evento conocido como el Enero negro de Baku, donde manifestantes en contra de la secesión de los karabakis (población de Nagorno-Karabaj) del territorio azerí (población de la República de Azerbaiyán) fueron reprimidos brutalmente por la policía soviética, ocasionando la muerte de 143 personas y más de 700 heridos.
El conflicto, entre los armenios por un lado y los azeríes por el otro, a causa del territorio de Nagorno-Karabaj, fue catalogado a partir de 1991 como la Guerra de Nagorno-Karabaj, debido a que la población de este territorio, que cuenta con una importante afluencia armenia, se autoproclamó independiente a través de un referéndum considerado ilegal. Esto se debió a que los azeríes tuvieron prohibida su participación en esta consulta, que se llevó a cabo después de la declaración de independencia de Azerbaiyán.
Cabe mencionar que en 1991 se produjo la firma del Tratado de Belavezha en el que se daba por terminado al Tratado de Creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas de 1922. Además, el 6 de enero de 1992 se produce oficialmente la declaración de independencia del gobierno de Stepanakert, capital de Nagorno-Karabaj, lo cual derivó en el conflicto armado, que se solucionaría dos años después.
El tibio camino hacia la paz
En 1992, la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación Europea, hoy en día la Organización para la Seguridad y la Cooperación Europea (OSCE), se reunió en Helsinki y asumió la difícil tarea de solucionar el conflicto del Alto Karabaj. Para ello, debían crear una conferencia en Minsk, naciendo así el conocido Grupo de Minsk —compuesto por Alemania, Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, la República Checa, Eslovaquia, Estados Unidos, Francia, Italia, Rusia, Turquía y Suecia—. En el año 1994, el Grupo estuvo co-presidido por Rusia y Suecia, quienes buscaron mantener el alto el fuego y apoyar las negociaciones para la consecución del Acuerdo político para la cesación del conflicto armado.
En tal sentido, el 6 de mayo de 1994 culminaba la Guerra de Independencia y, con los auspicios de la
Federación Rusa, se firma el armisticio en Moscú entre Azerbaiyán, Armenia, Nagorno-Karabaj y Rusia, que hasta el día de hoy sigue vigente. Quisiera dejar en claro que un armisticio no tiene igual significado que un tratado de paz, por ende, las hostilidades se interrumpen pero pueden reanudarse ante cualquier eventualidad, como podemos observar en el presente.
Asimismo, con el paso de los años se llevaron a cabo diversas cumbres a modo de garantía para el establecimiento de una paz duradera, que parece utópica. Sin embargo, las negociaciones nunca han sido aceptadas en su totalidad por las partes implicadas, por lo que podría considerarse que el proceso de paz se encuentra, hasta el día de hoy, estancado.
Reanudación de las tensiones
El conflicto se reaviva el sábado 03 de abril de este año. Hasta la fecha no se vislumbra una solución factible en un futuro cercano. A modo de lograr poner fin a estos acontecimientos, Moscú, aliado militar de Armenia, pero al mismo tiempo aliado comercial de Azerbaiyán, podría actuar como un perfecto árbitro para la solución de la controversia, atendiendo su influencia en el espacio post soviético. Tanto Armenia como Azerbaiyán son miembros de la Comunidad de Estados Independientes (CEI); sin embargo, solamente Armenia es miembro de la Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva (OTSC).
El problema radica en que tanto Moscú como Washington —quienes tienen preponderancia en el Cáucaso— no definen su posición en cuanto al conflicto debido a que no desean comprometer sus intereses geopolíticos en la zona. Por ello, ninguno de ellos se inclina definitivamente hacia uno u otro bando, a diferencia de otros conflictos como, por ejemplo, el que se produce en territorio sirio.
Los intereses en la región son varios, tal como menciona el investigador de la UNISCI de la Universidad Complutense, Mikail Darbinyan, en su artículo “Nagorno Karabaj 2015: actualización de un conflicto en rápido deshielo”:
Bakú tiene en su petróleo y gas la principal fuente del presupuesto estatal, la cual dedica para rearmarse, cosechar apoyos políticos para su causa en otros países y fortalecer su régimen. El apoyo recibido en 2006 por el entonces presidente estadounidense Bush marcó un giro hacia Occidente, estableciéndose como socio en la guerra contra el terror, comenzando la compra masiva de armas. Azerbaiyán hace uso del lobby turco y en ciertas ocasiones el israelí en Washington y la Unión Europea para sus pretensiones geopolíticas.
Las autoridades en Ereván, mucho más menesterosas en cuanto al presupuesto de defensa, trabajan juntos con organizaciones y lobbies de la diáspora en países como Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido, Argentina, Uruguay y Brasil para recabar el apoyo a nivel internacional.
Un posible escenario neutral para intentar lograr un acuerdo definitivo de paz podría ser Minsk, capital de Bielorrusia, que anteriormente fue utilizado para diversos pactos como, por ejemplo, los Protocolos de Minsk del año 2015 en relación a las tensiones entre Ucrania y Rusia por las revueltas registradas, tanto por la adhesión de Crimea a Rusia como las tensiones en la región del Donbas. Sin embargo, a raíz de lo que podemos observar, la posible solución a esta problemática se encuentra lejos de ser encontrada. El desafío es grande pero, antes de que pueda extenderse e involucrar a otros actores, urge el cese del mismo a través de los organismos internacionales vigentes, tanto regionales como internacionales.
La población de Nagorno-Karabaj se encuentra en todo su derecho de proclamar, a través de un referéndum legítimo y que involucre a todas las partes, el principio de autodeterminación de los pueblos, contando con la garantía de observadores internacionales y posteriormente gestionar su reconocimiento internacional, que hoy en día es de facto, a través de los canales diplomáticos correspondientes. Es imperante que las Naciones Unidas, a través de los canales que considere oportuno, proponga una solución factible para las partes en la que quede de manifiesto el cumplimiento de sus propósitos fundacionales. Los organismos internacionales no deben aguardar a que el conflicto desemboque en situaciones aún más dramáticas que podrían descontrolarse, como ha ocurrido anteriormente en otros territorios como Ruanda, Bosnia y Darfur.
Esta es una explicación sin ánimo de lucro.
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