Argentina se ha convertido en un destino atractivo para que miles de mujeres rusas junto a sus familias lleguen al sur del globo terráqueo para parir y migrar hacia un país que les abre las puertas. Este fenómeno ha surgido como una consecuencia inherente de la guerra entre Rusia y Ucrania, sumado a otras cuestiones relacionadas a los relativos bajos costos y la buena calidad de la atención sanitaria del país sudamericano.
A pesar de que Argentina siempre es conocida a nivel global por cuestiones relacionadas a su “imagen de país”, vinculándosela a una recurrente crisis económica, política y social, al inmutable tango que llama la atención en tantos países por su atractiva melodía, a su gastronomía reconocida a nivel global o al buen pie de nuestro capitán de la selección de fútbol, Lionel Messi, también es un país que atesora otras virtudes.
Pese a los problemas que impiden un desarrollo sostenible, Argentina presenta un avanzado índice de desarrollo humano (IDH), convirtiéndose en el segundo país de Latinoamérica en el ranking y el 47° a nivel global, según el último informe 2021-2022 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Esta cuestión permite gozar de un sistema de salud pública y privada que posee una calidad que lo convierte en un atractivo para los migrantes de todas partes del mundo, especialmente de países limítrofes. Sumado a ello, en Argentina existe un sistema de educación pública gratuita primaria, secundaria y superior que posee universidades nacionales reconocidas entre los rankings globales.
En tal sentido, el país austral es conocido por su cálido recibimiento a los migrantes que buscan en la Argentina una posibilidad para residir y progresar, reconociéndose su propia población como un “crisol de culturas”, al estar compuesta de diversas etnias o de ciudadanos que vinieron desde las más diversas partes del mundo a buscar un futuro mejor, sobre todo durante finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
¿Por qué las familias rusas migran?
Si bien, la guerra ruso-ucraniana ha marcado la agenda global por sus implicancias a nivel político en el sistema internacional, ha generado problemas humanitarios vinculados al desplazamiento de la población que se ve afectada por ella. Los ciudadanos de los dos países en conflicto han visto modificadas de plano el devenir cotidiano de sus vidas.
Es así que los ciudadanos varones rusos fueron convocados, mediante el decreto número 647, a una movilización parcial de las reservas militares para ser reclutados y enviados al frente luego de una exitosa ofensiva de Ucrania que le había hecho perder terreno al régimen moscovita. Esto provoca que se genere una incertidumbre sobre el futuro para habitar y desarrollarse en Rusia por parte de hombres y mujeres que buscan abrir un paraguas que les permita mejorar sus opciones de cara al futuro.
La razón es más que justificable. Una posible convocatoria de un padre de familia o de un varón al frente implica no solo la posibilidad irremediable del riesgo de vida en un conflicto bélico, sino que interrumpe la planificación familiar, ya que abruptamente se finaliza una carrera académica, de empleo o social.
Además, la situación internacional rusa luego de la invasión ha sido de “paria” para la comunidad occidental y gran parte del mundo, aplicándole sanciones de carácter político como económico que afectaron en gran medida al país. Entre las sanciones, se destaca una restricción al ingreso a los países de la Unión Europea, Estados Unidos, el Reino Unido, Japón y Australia para los ciudadanos rusos, generando mayores costos y haciendo más engorrosa la burocracia en la obtención del trámite migratorio.
¿Por qué eligen Argentina?
En primer lugar, se narran ciertas características que destacan a la Argentina como un país de destino receptor de personas migrantes y sus posibles beneficios, sopesando ciertas dificultades estructurales, entre las que se destacan, los serios problemas de orden macroeconómico que impacta fuertemente en el índice de costo de vida, al padecer de altos niveles de inflación.
Los rusos ven a la Argentina como una oportunidad por una combinación de factores que los alientan a considerarla un país de destino. En razón de los problemas macroeconómicos antes referidos, para los extranjeros vivir en Buenos Aires u otras grandes urbes argentinas resulta bastante económico al favorecer el tipo de cambio y poder acceder a una relativa buena prestación de servicios y/o bienes.
Esto también impacta en la posibilidad de lograr obtener una atención sanitaria de calidad de forma poco dispendiosa como, por ejemplo, de forma privada en alguno de los diversos sanatorios destacados por su calidad en los sectores de pediatría, neonatología o maternidad.
El sistema público igualmente goza de prestigio para una correcta atención de mujeres embarazadas y de niños recién nacidos. Según sostienen, los ciudadanos rusos que optaron por radicarse en Argentina, el país sudamericano cuenta con un nivel superior a Rusia en la materia sanitaria.
En otro punto, Argentina posee una laxa legislación migratoria puesto que desde su derecho constitucional se promueve la inmigración. Esta cuestión tiene un anclaje histórico en los padres fundadores de la organización nacional, que buscaron fomentar desde 1853 la población del territorio para su consolidación y lograr así un desarrollo económico a través del fomento de la agricultura, acompañado de políticas públicas como la creación de poblados, la expansión de la red ferroviaria y la educación pública gratuita.
El artículo 25 de la Constitución de la Nación Argentina sostiene lo siguiente: “El Gobierno federal fomentará la inmigración europea; y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias, e introducir y enseñar las ciencias y las artes”. Consecuentemente, la Ley de Nacionalidad Argentina no ha tenido considerables modificaciones desde su sanción en 1869, siendo parcialmente sustituida por el oscuro proceso militar de 1976.
Históricamente, Argentina ha tenido migración de ciudadanos rusos a sus tierras. Durante finales del siglo XIX, acogió judíos rusos que escapaban de los pogromos y la miseria. Luego, continuando con su política de puertas abiertas, recibió exiliados de la primera y segunda guerra mundial como aquellos que se refugiaron durante el sistema comunista de la “cortina de hierro” o de su caída en los años ’90, existiendo una amplia comunidad rusa en el país de la Patagonia.
Los rusos no requieren de ninguna visa para pisar suelo argentino, y una vez superado los 90 días de visita permitidos por la legislación, de manera rápida como sencilla pueden solicitar su residencia en el país. De hecho, al tener un hijo argentino, la obtención de la ciudadanía se allana considerablemente.
A su vez, el atractivo de poder radicarse en el país por parte de los ciudadanos rusos que buscan radicarse en Argentina halla sustento en que el pasaporte argentino tiene características especiales. Actualmente, goza de la posibilidad de ingresar a 109 países sin visa, 55 se puede solicitar la visa estando en camino y tan sólo 37 países solicitan que previo al viaje se trámite una visa. Su entrada a la Unión Europea está allanada en relación a que no se requiere visado alguno y obtener la visa o “green card” para residir en Estados Unidos es aplicable sin mayores inconvenientes.
La obtención de una ciudadanía argentina para los padres rusos no es solamente una cuestión de visados o trámites regulatorios, sino que les genera una sensación de libertad para el futuro de sus hijos. Entienden que así no pagarán las decisiones del régimen político que actualmente domina el país, y ante una posible “rusofobia” en muchos países, sobre todo en los occidentales, otorgar el pasaporte argentino les permite la opción de acceder a ciertos beneficios de los países del oeste como la educación y el estilo de vida.
A su vez, otros tantos ciudadanos rusos entienden que el contexto de su país no les va a permitir desarrollarse debidamente, por lo que analizan a la Argentina como su lugar para comenzar una nueva vida que incluya una faceta empresarial, sobre todo, para aquellos vinculados al sector económico de servicios tecnológicos o de software.
De todas formas, Argentina no está inventando ni recibiendo ninguna innovación. Desde la globalización, el “turismo de parto” ha sido utilizado por diferentes personas del mundo para conseguir una ciudadanía o gozar de mejores atenciones sanitarias, pero ante una coyuntura que prueba los límites individuales y colectivos, en un contexto de competición geopolítica rígida, nuevamente un país de Sudamérica es un oasis para aquellos hombres y mujeres que buscan un desarrollo en paz, armonía y con perspectivas de futuro.
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