A menos de un mes de las elecciones generales anticipadas en España, los partidos políticos ultiman sus propuestas para convencer al electorado. Bajo un clima de crisis financiera, inestabilidad política y nuevas demandas de la sociedad civil, los españoles se preparan para sus undécimas elecciones generales desde la Transición. Si bien es cierto que el contexto no parece ser muy favorable a la participación electoral, la lucha de ideologías parece no constituir ya el elemento de decisión del voto, puesto que el legado bipartidista de las formaciones políticas PP-PSOE, sumado a la creciente difuminación entre frentes ideológicos, presenta un escenario homogéneo.
El gráfico inferior muestra el posicionamiento ideológico entre votantes y partidos políticos de ámbito nacional. Según elbarómetro elaborado por Metroscopia[2], sobre una escala ideológica entre 0 (extrema izquierda) y 10 puntos (extrema derecha), el electorado español se ubica en un promedio de 4,8 puntos. Esto sitúa a los votantes españoles en el centro político, dónde el partido más cercano al posicionamiento medio es Unión, Progreso y Democracia (UPyD). Este resultado consolida al electorado de UPyD, seguido de cerca por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) e Izquierda Unida (IU). El partido que está a más puntos de distancia del posicionamiento medio, el Partido Popular (PP), es paradójicamente uno de los grandes aspirantes a la renovación del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Al menos así lo indica la tendencia al bipartidismo en España.
Bipartidismo: ¿falla democrática?
Desde 1982 las formaciones políticas PP-PSOE se han repartido el poder político, reforzando un modelo de bipartidismo que ha generado la exclusión de las minorías políticas, en un ejercicio de limitada representatividad de ideologías. Precisamente este factor genera una desafección política en la sociedad civil española.
La cultura del bipartidismo en España se retroalimenta bajo la modalidad del voto útil. Su principal función es concentrar el voto del electorado y evitar la dispersión en partidos de menor incidencia política. Esta situación afecta en sobremanera a las alternativas políticas de menor calado y a las nuevas formaciones políticas que reclaman el fin del sistema dual.
Participación vs. Representación política
En la anterior figura se puede observar el Sondeo de Intención de Voto[3] elaborado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en julio de 2011. La tabla muestra la predicción de la dirección del voto sin tener en cuenta el índice de participación. El resultado es significativo, se mantiene la tendencia bipartidista y se evidencia la limitación de la representación política.
Sea como fuere, la lectura que se extrae consolida la fidelidad de los votantes de la derecha política, hecho que conduciría a la victoria electoral del Partido Popular el próximo 20 de noviembre. Su triunfo radicaría en un electorado que cubre un espectro ideológico sin apenas competencia política ni fugas de voto.
Sin embargo el resultado final de las elecciones generales, que se celebrarán el 20 de noviembre de 2011, sigue estando en manos de la ciudadanía. El mero hecho de la aparición de nuevas formaciones políticas, el descrédito aparente de los principales partidos que alternan el poder, la inclusión en la participación política de una nueva generación y la presión mediática por parte de los movimientos sociales, determinarán si una renovación del sistema político español es posible.
Ésta es una explicación sin ánimo de lucro
[1] Metroscopia, Estudios Sociales y de Opinión
[2] Barómetro del CIS de julio de 2011
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One comment
Evan Ledurinta
13/12/2011 at
La noche electoral produjo, a mi juicio, algunas sorpresas, y no me refiero a la victoria holgada del Partido Popular, que estaba cantada en