Desde el año 2000, multinacionales de la alimentación y biocombustibles han adquirido más de 33 millones de hectáreas en países en desarrollo para la agricultura intensiva de materias primas. El acaparamiento de tierras por parte de las multinacionales provoca la expulsión de campesinos de sus propias tierras, privándolos de una vida digna y de subsistencia, devastando el territorio y su medio ambiente.