América Latina presenta un caldo de cultivo explosivo. Es al mismo tiempo la “superpotencia de biodiversidad” y la región que registra mayor desigualdad socioeconómica en el mundo. Se trata de una de las regiones con más capacidad de respuesta colectiva, a la vez que con mayor índice de asesinatos de activistas ambientales.
Los seres humanos sentimos una mezcla de repulsión y fascinación por las profecías del fin del mundo. Desde el místico libro de la Biblia y sus Cuatro Jinetes del Apocalipsis, pasando por las -mal interpretadas- profecías mayas y el holocausto final de Nostradamus, la posibilidad de una extinción espectacular de nuestra raza siempre ha planeado en el imaginario colectivo. Pero ya no necesitamos misteriosas predicciones futuristas.
Por Simon Norfolk, National Geographic
Desde la Revolución Industrial hemos entrado en lo que podemos llamar el Antropoceno:,la era en que el ser humano puede, y de hecho febrilmente lo hace, cambiar de manera radical los ecosistemas a una escala global.
Abundante evidencia científica y de estudios sociales nos sugieren que como civilización, los seres humanos debemos plantearnos seriamente la posibilidad cercana de un colapso social y ambiental sin precedentes. No exageramos. El nivel actual de extinción de especies es el más acelerado desde que los dinosaurios desaparecieron hace 66 millones de años, y en esta ocasión el drama no procede de un impertinente cometa buscando impactar con nosotros.
Factores del colapso de las sociedades
Isla de Pascua, Wikipedia Creative Commons
El pasado puede iluminar el análisis de nuestro futuro inmediato. Existen amplios registros históricos de avanzadas civilizaciones humanas que colapsaron dramáticamente, algunas de manera desconcertante, cuando aparentemente se encontraban en una etapa de notable desarrollo social y cultural como en los casos del imperio Maya del período clásico, de la Isla de Pascua y de los Vikingos que habitaron Groenlandia.
El afamado profesor de geografía de la Universidad de California, Jared Diamond, menciona cinco factores que han contribuido en toda la historia a la supervivencia o colapso de sociedades pasadas:
Los daños causados en el medio ambiente.
Los cambios climáticos.
La existencia de vecinos hostiles.
La pérdida de apoyo y cooperación de vecinos amistosos.
La respuesta de la sociedad humana ante los retos, ya sean ambientales, sociales, comerciales o militares.
Diamond, evitando un análisis fatalista, también identifica acciones modificables que puede ayudarnos a los humanos globalizados del XXI a detener el proceso de colapso de nuestra sociedad y nuestra especie:
La pregunta más frecuente que recibe Diamond, confiesa él en un Ted Talk, es sobre cómo es posible que las sociedades se suiciden, “¿en qué pensaba el habitante de la Isla de Pascua que cortó el último árbol?”.
Nuestro comportamiento como civilización, desgraciadamente, quizá no diste mucho de esa irracionalidad. En la teoría económica dominante los bosques ancestrales son generalmente tratados como activos a ser liquidados y el aire puro como un bien de lujo a ser adquirido a discreción por personas afluentes. Nuestros sistemas políticos y económicos -y la obsesión del crecimiento infinito del PIB- no están diseñados para comprender los límites que tiene la naturaleza de tolerar el daño que le proporcionamos.
Los Límites Planetarios
El homo economicus ha (de)volucionado de ser un miembro de la comunidad de la vida a ser una fuerza planetaria que se encuentra empujando el sistema de la Tierra fuera de su rango normal de operación, con consecuencias inimaginables. En base a los datos disponibles -cierto que imperfectos pero contundentes-, se puede afirmar que ya hemos hecho suficiente daño como para despertar el dragón que dormía plácidamente.
Un grupo de destacados científicos expertos en sistemas terrestres propusieron un conjunto de nueve procesos clave en los sistemas terrestres (como el consumo de agua dulce, la regulación del clima y la acidificación de los océanos), críticos para mantener nuestro planeta en el estado estable de los últimos 10.000 años (Holoceno).
Los límites planetarios, Stockholm Resilience Centre
En este gráfico, en el sombreado verde interior, se muestran los nueve límites para evitar las “zonas de peligro” y establecer lo que denominan un “espacio operativo seguro para la humanidad”. Las cuñas rojas representan una estimación de la posición actual de cada variable. Los límites en tres sistemas: tasa de pérdida de biodiversidad, cambio climático e interferencia humana en el ciclo del nitrógeno, ya se han sobrepasado.
Para complementar este abordaje de los límites del planeta, Oxfam desarrolló una versión ampliada que también toma en cuenta la dimensión humana, incluyendo 11 factores sociales que se interrelacionan con los límites de los sistemas ecológicos.
Por debajo de la base social. Oxfam España
En el gráfico de la derecha, en azul se muestran las brechas para cada uno de los factores en donde se destaca la pobreza de ingresos, acceso a energía, agua potable y desigualdad social y de género. No es suficiente cuidar el planeta dado que ya existían desigualdad y carencias cuando nuestros antepasados cavernícolas poblaban ambientes prístinos. Se debe cuidar el planeta al mismo tiempo que hacemos más sostenibles y justos nuestros sistemas humanos.
¿Tenemos alternativa?
No podemos resolver los problemas con la misma mentalidad con la que los creamos.
Albert Einstein
Foto vía Efimarket.com
Se debe dejar de lado cualquier tono melodramático y un falso optimismo y observar críticamente las tendencias actuales. Particularmente, nuestra adicción al petróleo permanecerá intacta en términos porcentuales al menos por los próximos 20 años y las opciones alternativas viables como las energías renovables de nueva generación aún son lentas y marginales.
Lamentablemente todo indica que sí, nos estamos condenando al cataclismo. Sin embargo, como en la astrología, las estrellas inclinan pero no deciden: aunque improbable, aún tenemos salvación. Distintas alternativas y líneas de solución serán exploradas en futuros artículos.
Foto de portada: manipulación fotográfica de naturaleza en habitación, fuente: http://cn.forwallpaper.com
Una versión cinematográfica Los Miserables abrió la veda de films adaptados de la literatura. Era 1909, un siglo después, la relación entre cine y literatura continua más que viva.
Spoiler Alert: Este post puede suavizar el famoso efecto de suspense del documental Searching for Sugar Man.
En la edición más reciente de los Premios de la Academia, el documental ganador en su categoría sobresale por varias curiosas razones. Empezando por su asombrosa producción, una odisea en sí misma, en la cual su director contaba con tan pocos recursos que filmó buena parte del documental con un teléfono móvil y realizó él mismo la edición y animaciones de toda la obra. Más allá de una peripecia técnica, la narrativa del documental sobrepasa por mucho en suspense y humanidad a la mayoría de ficciones que aquella noche competían por la estatuilla del Oscar a “Mejor Guion Original”.
Searching for Sugar Man se puede interpretar como una especie de actualización urbana, cruda, y casi surreal de la aparentemente inverosímil historia que inspiró a La Cenicienta. Además, es una fascinante crónica detectivesca, en donde en la vida real un equipo de fans investigaron durante años, al mejor estilo de Sherlock Holmes, la inexplicable muerte de su ídolo. Como si no fuera suficiente es también un inusual episodio revolucionario, una reflexión de cómo el arte puede corroer los poros del odio de un sistema político y social, mientras oxigena a la generación de jóvenes que lucha y se acerca al mundo más justo que han logrado imaginar. Aunque parezca exagerado, es en el fondo el descubrimiento del más auténtico e ignorado profeta de su tiempo.
El héroe desconocido de la lucha contra el Apartheid
Este sistema va a derrumbarse pronto, ante la presión de una melodía joven y enojada…
“Esto no es una canción, es una explosión (1970)” Sixto Rodríguez
Estamos en Ciudad del Cabo, la hoja que cae del calendario muestra algún borroso mes de 1972. En el tocadiscos suena la música de un artista con nombre latino, un absoluto desconocido. Un grupo de jóvenes blancos, ya hastiados del absurdo sistema racial de su país, escuchan atónitos unas desgarradoras letras que brotan de una voz clara y melódica. Por vez primera, mientras rasguea unos acordes, alguien les grita la palabra Establishment; más aún, alguien les dice que ese Establishment puede ser derribado. En la cabeza de estos jóvenes inicia el movimiento subversivo y contracultural de los blancos afrikáans que lucharán durante las siguientes décadas hasta ver derrumbado el sistema del Apartheid en Sudáfrica, cumpliendo la profecía de aquel extraño músico que los inspiró desde su adolescencia.
De manera misteriosa y quizás sin precedentes, Sixto Rodríguez, un músico norteamericano de descendencia mexicana, se convirtió en uno de los mayores íconos de la lucha por la libertad sudafricana. Algo que se acerca al milagro si se toma en cuenta que se cree que en su país natal no vendió más de 20 discos, que un solitario disco entró por accidente a Sudáfrica, y que el mismo Rodríguez durante décadas no supo que en algún lejano lugar habitado por 40 millones de personas sus canciones eran atesoradas con más fervor que las de los Beatles o Elvis Presley.
El caso es aún más curioso ya que sin promoción de disquera alguna, copias peregrinas de sus discos llegaron a Australia y Jamaica, en donde incluso importantes cantantes de reggae versionaron sus canciones pero, dejándole también en el anonimato, no reconocían sus derechos de autoría. El documental ha sido criticado por omitir estasinformaciones de su relativo y también extraño éxito en otros países. En su defensa este,más que un documental sobre un hombre, es la historia de una búsqueda, y finalmente lade un encuentro.
Es como si Jimi Hendrix repentinamente reviviera
La historia de Rodríguez en Sudáfrica se acerca a la categoría de mítica. Su álbum Cold Fact ya para mediados de los 70s era considerado a la par o superior a lo mejor de Bob Dylan, Simon & Garfunkel, The Doors o The Rolling Stones. Sencillamente para los sudafricanos de clase media Rodríguez era uno de los artistas más importantes de todos los tiempos. Sin embargo, nadie sabía absolutamente nada de él, nadie le había visto en concierto, ni siquiera en televisión. Rodríguez era el enigma personificado.
Subrepticiamente se corrió la voz, incluso en los medios de comunicación, de que Rodríguez se había suicidado de manera espectacular en medio de una presentación. Las versiones diferían entre un disparo en la sien y una shamánica inmolación en fuego. Lo que nunca se puso en duda fue que como otras superestrellas, había muerto en la cúspide de su talento. Así pasaron más de 20 años.
Al poco tiempo de iniciado el sistema democrático sudafricano, inesperadamenteRodríguez fue descubierto como trabajador de clase obrera en su ciudad natal de Detroit.En su primer concierto en Sudáfrica, cuando salió al escenario, el público, más quepasmado, como si presenciaran la encarnación de un perdido semidiós, lo ovacionaroncomo lo haríamos si John Lennon se levantara de su tumba.
Una seductora lección de humildad
Rodríguez es atípico, no solo por su increíble historia de superestrella inconsciente, sino por su inusitada actitud hacia el dinero y la fama. Aun en su renacer artístico ha decidido permanecer en la pobreza, regalando casi todo lo que ha ganado, porque como él confiesa “se puede ser pobre y digno”. En un reportaje dedicado a él por el afamado programa televiso 60 Minutes, titulado sugestivamente “El icono de rock que no lo sabía”, el presentador hasta luce exasperado, incapaz de comprender que el ego de este hombre permanezca inmutable ante la consciencia de que su música inspiró la caída de uno de los regímenes más simbólicos del siglo XX.
Regresemos nuevamente a la noche en que Searching for Sugar Man ganó el Oscar al mejor documental. El productor del mismo, luego de agradecer a toda su familia y levantando la estatuilla dorada confiesa: “Rodríguez no está aquí esta noche porque no quería llevarse ningún crédito para sí, y eso dice casi todo sobre este hombre y su historia que todos deberíamos conocer”.
Solo súbete a mi música y mis canciones te harán libre…
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