28/03/2024 MÉXICO

Víctimas de la violencia, el silencio y el abandono: el impacto de los conflictos armados en las mujeres

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¿Cómo impacta la violencia sexual en las mujeres que viven en áreas en conflicto armados?

A raíz de la aprobación de la Resolución 1820 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la agresión sexual como arma en conflictos armados se ha ido visibilizando poco a poco y puesto en el centro de debate. Dicha resolución fue la primera en calificar la violación como crimen de guerra y crimen contra la humanidad; es por ello que en las siguientes líneas se analizarán las consecuencias más graves que las víctimas de tales agresiones muestran una vez ha ocurrido.

Al hablar expresamente de agresiones sexuales en el conflicto armado no se pretende dar a entender que en contextos de paz estas no existan. Al contrario, se tratan de fenómenos sociales que pueden ocurrir en todos los países y en cualquier momento. Si bien es cierto, dichas agresiones no pueden ser analizadas y tratadas de la misma manera en ambas situaciones, pues en el conflicto armado las necesidades, tanto psíquicas como materiales quedan desatendidas, e incluso el riesgo de volver a sufrirlas es mucho mayor. Esto lo explica muy bien Johanna Betancourt en su artículo Narrativas sobre la violencia sexual en el marco del conflicto armado colombiano en el que nos muestra que el trauma causado en estas situaciones extremas no se puede explicar con los métodos empleados tradicionalmente, pues muchas de estas mujeres a parte de la violencia sexual, posteriormente tienen que hacer frente no solo a la nueva situación económica y a su rol de madre, en numerosas ocasiones, sino también al horror que paraliza a tantas comunidades y al silenciamiento social de estas agresiones que impide que las mujeres muestren el dolor.

Las consecuencias psicológicas deben ser entendidas desde un punto de vista más amplio, pues  la conmoción puede manifestarse de formas muy distintas.

Consecuencias psicológicas en las mujeres víctimas de violencia sexual

Dentro del ámbito emocional, la más común y generalizada es el miedo, típica en aquellas personas que han sufrido un episodio traumático. Además es muy singular, pues va más allá del miedo a la agresión sexual: aparecen el temor al secuestro y a la tortura o a quedar embarazada y contraer una ETS. Sin embargo, el más inusual es el miedo a las consecuencias sociales como ser rechazada por la comunidad y el marido, que aún no saben como reaccionar ante tales eventos o siguen reproduciendo patrones culturales que estigmatizan la violencia sexual.

Por otro lado, la ansiedad y la angustia, ampliamente relacionadas con la inseguridad y la amenaza, provocan que las víctimas se recreen en posibles situaciones  de peligro. Estas pueden ocurrir en momentos puntuales o prolongarse en el tiempo y suelen ser en su mayoría temores sobre sus familiares, la incertidumbre del futuro o la idea de un riesgo inminente.

Las consecuencias sociales que se mencionaban anteriormente son desencadenantes de la vergüenza y la culpa. Por un lado, debido a la humillación y deshonra y, por otro, por la sensación de haber podido defenderse o huir cuando tuvieron oportunidad. Todo ello genera sentimiento de repulsión hacia ellas mismas. Del mismo modo, la idea de pérdida del valor personal al haber sido violadas se ve reforzada por el rechazo del marido que ve aminorado su estatus en la comunidad a causa de la agresión.

Todo ello desemboca en enfado hacia la comunidad que las estigmatiza socialmente, los hombres o los propios agresores. Sin embargo, también surge una emoción que podemos calificar de positiva, a pesar de las razones por las que brota y es la euforia de haber sobrevivido a tal ataque.


El mayor agravante de lo anterior es que la prolongación en el tiempo de la violencia puede generar un estado de habituación a ella, de normalización, por lo que las consecuencias de la agresión, como el sufrimiento, miedo o dolor se quedan en la esfera privada de la vida, desapareciendo del plano público. De este modo, tratar las secuelas del trauma –tanto de aquellas producidas en un corto lapso como aquellas que son invisibles debido a la permanencia del conflicto– son importantes para poder crear un marco que tenga en cuenta la recuperación psicosocial y la rehabilitación de todos aquellas comunidades afectadas por el conflicto.

“Cuando me voy a la cama y recuerdo lo que ocurrió; me levanto, camino, me percato de lo que está ocurriendo y digo ¡no! tan solo sigue avanzando” (Testimonio. IRRC, 2014)

Esta es una explicación sin ánimo de lucro

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Silvia Garcés

Madrid, España. Española. Estudiante en Cooperación Internacional al Desarrollo, especialista en temas de género y derechos humanos. “Grandes descubrimientos y mejoras implican invariablemente la cooperación de muchas mentes.”


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