28/03/2024 MÉXICO

Explicando la irrupción de VOX en Andalucía: la nación, las derechas y el preludio ejidense

Consigna de campaña del partido de extrema derecha, VOX.
Hoy intentamos entender el porqué del auge de la extrema derecha en España. ¿Qué hay detrás de la irrupción de Vox en el panorama político español?

Me he planteado escribir este texto de varias formas. Quizá como un análisis corto tipo ensayo, quizá un recuento de las causas aparentes o quizá una carta dirigida a las y los pocos que —a veces por un click errado— la terminen leyendo. El objetivo en todo caso es uno: entender el porqué del auge de la extrema derecha en España.

La primera vez que oí hablar sobre fascismo fue en España, yo tenía 15 años y vivía en Albal, al sur de Valencia. En un pueblo muy cercano al pueblo de al lado, en Silla, “España 2000” había sacado unos cuantos cientos de votos y quizá un par de concejales. Sí, ese partido cuyo lema sigue siendo “los españoles primero”. Nunca me he llevado bien con esas ideas. Ciertamente mi condición de inmigrante latinoamericano me lo ponía difícil.

Una nueva formación de extrema derecha —más adinerada, pero igual de reaccionaria que España 2000— ha irrumpido con fuerza en Andalucía y responde a una serie de factores que podemos resumir en la polarización en torno a lo nacional-territorial, la fragmentación de las derechas, los antecedentes xenófobos de Almería y la baja participación electoral que ahora pasamos a explicar.

La polarización en torno a lo nacional-territorial

La nación, decía B. Anderson, es una comunidad imaginada (construida socialmente) por las personas que se perciben a sí mismas como parte de ese colectivo. En España, la unidad nacional ha sido debatida siempre pero, especial y mediáticamente, estos últimos años debido al proceso independentista catalán. Existe la posibilidad de que el territorio español se fragmente y, para muchos, esto es intolerable.

La comunidad imaginada suele constituirse como una certeza identitaria estática, como una realidad invariable bien arraigada en la memoria y en el sentimiento. En la campaña de las elecciones andaluzas era usual ver en la televisión las metáforas relacionadas con la familia o el hogar para explicar la cuestión catalana, y la conclusión era casi siempre la misma: una familia no debe ser desmembrada (se habla del “desmembramiento” de España una y otra vez).

Así, los debates previos a las elecciones autonómicas en la región que históricamente ha votado al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) —aunque a la vez es muy tradicional— han girado sobre si estos o aquellos apoyan o no firmemente la unidad de España. En este debate no se admite matices: apoyas la unidad de España o eres un traidor separatista.


La discusión ya no se centraba en sanidad, modelo económico, educación o política fiscal, sino en la identidad o, al menos, en como la solución a esos problemas pasa por un reforzamiento de la misma. Esto se traduce en discursos nacionalistas que conllevan respuestas monocausales (“aquí lo que hace falta es más españolidad”), que parecen ser el mensaje de los portavoces de Vox. La nación como sinónimo de unidad y donde no caben “traidores” ni extranjeros pobres: este es un sentido común que la extrema derecha no solo no tiene vergüenza de explotar, sino que utiliza todos los medios y formatos a su alcance, incluso la mentira —aunque esto no es exclusivo de Vox.

La fragmentación de las derechas

Otro factor determinante para esta fuerte irrupción fue el desgaste del Partido Popular (PP) y la fragmentación del voto a la derecha.

El politólogo Pablo Simón señala que el fin del bipartidismo es un hecho consumado y que Vox viene a confirmar el establecimiento de un sistema multipartidista, con un PP y PSOE muy debilitados respecto a tan solo 10 años atrás.

Votar a Vox significaba votar no solo por políticas reaccionarias contra los inmigrantes, las mujeres o los independentistas catalanes que el PP no se ha atrevido a aplicar del todo, sino por la recuperación de la identidad nacional española, la tauromaquia y los valores católicos que el PP y Ciudadanos sostienen solo parcialmente.

En palabras del periodista Guillem Martínez, lo que diferencia a esta derecha de las demás derechas es que “propone liberación para nuevos sujetos oprimidos, como el hombre blanco con derecho a las armas y a la caza perseguido sin cesar por melenudos y mujeres que ni cazan ni tienen armas; ve la Nación, un ente espiritual que pasa a ser el mínimo común múltiple de la política y de la vida, como una realidad milenaria amenazada por minorías peligrosas, como la inmigración o el comunismo, esos colectivos que, al parecer, llenan las calles y nos impiden ir a la compra; es católica; une el concepto Nación al concepto catolicismo, de manera que Dios está con ellos”.


Se trata una radicalización del discurso, una suerte de ejercicio de hacer explícito lo que las otras derechas solo insinuaban, dibujando de forma clara, como mínimo dos enemigos: los “separatistas” catalanes y los inmigrantes.

La raigambre andaluza: sus antecedentes xenófobos

La falta de empleo (o la precariedad del mismo) es un problema que se ceba especialmente en Andalucía, a lo que VOX tiene una fácil solución: que se vayan los inmigrantes. No obstante, en El Ejido —el tercer municipio más poblado de la provincia de Almería y donde VOX arrancó la campaña— este discurso tuvo más éxito. Allí fue la fuerza más votada, ¿por qué?

La localidad almeriense ha sido una de las que más ha crecido económicamente al calor de los invernaderos y de los fondos europeos en las tres últimas décadas, por lo que atrajo a decenas de miles de trabajadores foráneos, especialmente en la agricultura. Al contrario de lo que muchos podrían pensar, El Ejido es una localidad con una renta per cápita alta y una tasa de paro inferior a la media española y muy por debajo de la andaluza.

Esta raigambre xenófoba comenzó el 5 de febrero de 2000 cuando Encarnación López Valverde, una mujer española de 26 años vecina del municipio almeriense, murió apuñalada por un inmigrante magrebí que intentaba hurtarle cuando se encontraba comprando en un mercadillo. Esta fue la gota que colmó el vaso de una tensión que se había ido acumulando los días anteriores tras el asesinato, el 22 de enero, de dos agricultores españoles a manos de otro inmigrante palestino. Grupos xenófobos organizados incendiaron aquel día viviendas en las que se alojaban inmigrantes, fenómeno violento que se conoce como “A la caza del moro”.

La baja participación, el PSOE andaluz y el fin del efecto 15M

La baja participación también fue otra de las claves. Esa tasa descendió un 5% respecto a 2015 y provocó que lograr representación parlamentaria “fuera más barato”, lo que se explica, en parte, por una campaña de “perfil abajo” del PSOE andaluz que terminó por desanimar a muchos de sus votantes quienes finalmente no ejercieron su derecho.


Por último, Emmanuel Rodríguez,historiador, escribe que el 2 de diciembre pasó sin duda algo nuevo; “[…] murió el 15M, ya no queda casi nada de ese recorrido que empezó en mayo de 2011 y se prolongó en 2014 y 2015”. El 15M fue muchas cosas, y una de ellas fue la expresión de la voluntad de miles de individuos y agrupaciones de impugnar un régimen de gobierno que concedía más incertidumbre que seguridad. El deseo de seguridad y el deseo de pertenencia comenzaban a estar amenazados en 2011, hoy ya están seriamente mermados y VOX ofrece con una retórica tendenciosa con medidas sencillas que resulta más digerible para muchas personas que PODEMOS, el partido político que termina de fraguarse durante aquel proceso.

Efecto contagio

Pero no nos engañemos, esta España reaccionaria ya la podíamos encontrar en algunos bares, estadios de fútbol o en mítines del PP en muchas partes del país. Que su eclosión en grande haya sido en Andalucía, solo significa que el voto a Vox en Valencia o Madrid será con un poco menos de vergüenza que en esta primera vez.

Ya lo anunció la propia formación hace una tras los resultados obtenidos, “lo que ocurra aquí va a ser determinante en toda España”.

Y la preocupación ya se ha manifestado en la Comunidad Valenciana, en el Principado de Asturias o en Murcia, la tercera comunidad autónoma con mayor población extranjera en proporción.

Por cierto que seguramente a Bauman no le extrañaría esta salida que elige la gente a sus problemas. La nación es de lo poco sólido que puede quedar en esta realidad líquida donde, sobre todo, el trabajo, la familia y la promesa de progreso se desvanecen.

Esta es una explicación sin ánimo de lucro.

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Andy Philipps Zeballos

Migrante, politólogo y mestizo ch'ixi. Seremos millones.


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