28/03/2024 MÉXICO

Elecciones presidenciales en Colombia: Petro, Duque y el nuevo sujeto político posconflicto

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Este domingo 27 de mayo se celebrarán las elecciones presidenciales en Colombia, que están marcadas por el pulso que sostienen los dos grandes favoritos, Iván Duque y Gustavo Petro. ¿Cuál es ese pulso? Cómo se resolverá el eterno problema de la violencia en Colombia después del acuerdo de paz entre el gobierno de Santos y las FARC, y la certeza de que habrá una segunda vuelta para definir el próximo presidente de la República de Colombia.

Antes de analizar este momento crucial de la historia del país sudamericano, nos gustaría rescatar la siguiente reflexión de Luis Javier Orjuela Escobar:

“Desde una perspectiva Estado-céntrica se puede afirmar que Colombia, como muchos de los países latinoamericanos, se caracteriza por un Estado débil y una sociedad civil fragmentada, fenómeno que se ha agudizado en virtud de la reestructuración política y económica que el país ha experimentado entre 1990 y 1997. En primer lugar, el sistema político sufrió un proceso de reforma constitucional con el fin de fortalecer el Estado e incrementar su legitimidad, y de superar el carácter excluyente del régimen político. En segundo lugar, la economía nacional hizo el tránsito de un modelo económico que ponía el énfasis en el desarrollo del mercado interno, la industrialización por sustitución de importaciones, a un modelo de apertura e internacionalización de la economía. El objetivo de dicho proceso fue no sólo insertar la economía colombiana en el mercado mundial, sino también incrementar la eficiencia de la economía mediante la reducción del “tamaño” del Estado y de su función reguladora del proceso económico.”

Los favoritos de Colombia

Según dos importantes encuestas publicadas en el último mes (ver aquí y aquí), existen dos candidatos que parten como favoritos en esta primera vuelta; Iván Duque y Gustavo Petro. El candidato por el Centro Democrático, Iván Duque, obtendría un 34% de respaldo mientras que el representante del Colombia Humana, Gustavo Petro, se haría con el 30,1% de apoyo. Además, las encuestas también reflejan un rechazo generalizado (7 de cada 10) a la gestión del todavía presidente Juan Manuel Santos.

Bien podríamos decir que ésta es una batalla entre el ‘uribismo’ y una nueva izquierda. Ahora lo explicamos.Click To Tweet

Ivan Duque, el heredero de Uribe

Para gran parte de la prensa colombiana e internacional, Duque es “el candidato de Uribe”. Distintos analistas como Ava Gómez (CELAG) o Luciana Cadahia (politóloga) coinciden en que Iván Duque es la opción continuista porque fue el expresidente Álvaro Uribe quien jugó un papel fundamental para su elección como candidato por el ‘Centro Democrático’ funcionando como su principal fuente de legitimidad. Además, Duque es visto como un “outsider” o nuevo en política, lo que, en un contexto de crisis de la política, siempre viene bien.

Álvaro Uribe no sólo le ha acompañado en ciertos mítines, sino que ha visitado distintas regiones del país —no exento de disturbios— llamando al voto por su elegido sin éste. Por su parte, la CNN es menos severa pero sigue la línea descrita catalogando a Duque como “la imagen de la nueva derecha”. Por estas razones, para prensa como ‘Diario Las Américas’ –con sede en Miami-, Duque representa el establishment y esa derecha que rechaza el acuerdo de paz con las FARC.  

Cabe recordar que el primer acuerdo de Paz, firmado en Cartagena en 2016, según la ley debía refrendarse en un plebiscito en el que los ciudadanos debían votar «Sí» o «No» al Acuerdo. Ganó el «No». El resultado del plebiscito obligó al Gobierno a «renegociar» el acuerdo tomando en consideración algunas de las objeciones de los opositores del acuerdo. Tras un periodo de negociación con los promotores del No, el gobierno y las FARC acordaron un nuevo texto para el acuerdo de paz el cual se firmó el 24 de noviembre, ratificado días más tarde por el Senado de Colombia y la Cámara de Representantes.


Duque plantea importantes cláusulas a la misma como la imposibilidad de que los exintegrantes de esta fuerza guerrillera participen en unas elecciones parlamentarias. En una entrevista en “Semana” Duque decía esto al respecto:

“Creo que se puede construir un acuerdo negociado, sí, pero la negociación tiene que partir del triunfo de la legalidad y del Estado de derecho sobre la criminalidad, y me parece que en el proceso de La Habana hemos visto graves concesiones que ponen a la criminalidad por encima del Estado de derecho”.

Gustavo Petro, a quien el poder teme

Petro, cuya juventud está marcada por su participación en la organización guerrillera insurgente de signo de izquierda M-19, fue alcalde de Bogotá del 2011 al 2015 y una de las características que más se le atribuyen es su gran habilidad como orador. No es para nada, al contrario de Duque, nuevo en esto de la política y la lucha de los movimientos sociales.

Petro empezó a ser popular por denunciar públicamente como senador la parapolítica (o para-política) instaurada en Colombia a partir del año 2006. En una sesión televisada del Senado, el exsenador revelaba los vínculos de políticos con paramilitares (ver más aquí) en distintas regiones del país. Un verdadero escándalo de corrupción y violencia organizada que no fue noticia en la prensa internacional aunque tuvo implicaciones judiciales.

En este punto, recordemos que la violencia en la política colombiana ha sido común, especialmente, cómo no, la ejercida contra candidatos disruptivos que apostaban por una democracia sustantiva, fin a la violencia y justicia. Uno de los casos más recientes y sonados es el asesinato en 1994 de Manuel Cepeda Vargas, Secretario General del Partido Comunista Colombiano y líder de la Unión Patriótica, quien fuera baleado por sicarios. Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo Ossa o Carlos Pizarro son solo otros tres de los cientos de casos (ver más aquí).


Como decíamos, Petro investigó y denunció públicamente uno de los grandes escándalos de corrupción de la historia de Colombia, la colusión de ciertos gobernadores y alcaldes (la mayoría familiares o miembros del partido del entonces presidente Uribe) con los grupos paramilitares para concentrar y perpetuarse en el poder mediante el control del territorio a través de la violencia por fuera de los canales institucionales. El abuso, el chantaje, la amenaza, e incluso, el asesinato de opositores y líderes sociales comuneros, es todavía cotidiano en el país andino. De hecho, una buena parte de la familia del candidato está exiliada por las innumerables amenazas de muerte.

En enero de 2012 Gustavo Petro tomó posesión como alcalde Mayor de Bogotá, reconociendo que le esperaba un gran desafío: la idea de una “Bogotá Humana” –su eslogan, pero también el horizonte de su programa de gobierno– implicaba, dice el escritor Iván Olano Duque, poner al fin las instituciones al servicio de la dignidad de todos, de los derechos fundamentales, que proteja el medio ambiente; lo que comprendía ir en contravía de la inercia histórica del poder ejecutivo en Colombia. Un programa, en el contexto colombiano, bastante ambicioso y audaz que consiguió, por ejemplo, que el índice de pobreza multidimensional de la ONU, que mide no sólo la pobreza monetaria, sino también el acceso efectivo a los servicios públicos, sociales y calidad de vida en general, pasara de 11,9% a 4,7%. Casi medio millón de personas salieron de esta precaria situación.

De Petro, sin embargo, se han dicho muchas cosas, ya que el poder ha empleado la estrategia del miedo que ha llegado a inventar “ideologías” como la “castrochavista” y hablar de los problemas de Venezuela por no hablar de los de Colombia.

Para ver un análisis más profundo del perfil político y del proyecto ‘Colombia Humana’, click aquí o aquí.

Hacia el asalto final entre adversarios políticos

Dado este escenario, es fácil predecir que el 17 de junio habrá segunda vuelta. Pero todavía hay muchos elementos que atender, una de ellos, es la denuncia de uno de los favoritos de un posible fraude electora: “el software con el que la Registraduría Nacional contabiliza los datos, presenta alteraciones de algoritmos que no dan garantía y que pueden generar un fraude masivo”.


De todos modos, estas dos elecciones, que el escritor Iván Olano Duque ha definido como el “momento gaitinista” -por el retorno del pueblo como sujeto político-, estarán profundamente atravesadas por una característica esencial: el anhelo por terminar la violencia. Este nuevo sujeto político posconflicto colombiano reclama reformas estructurales exigiendo para ello políticos que conciban la diferencia como adversarios, no como enemigos (Chantal Mouffe dixit).

Ésta es una explicación sin ánimo de lucro.

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Andy Philipps Zeballos

Migrante, politólogo y mestizo ch'ixi. Seremos millones.


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