28/03/2024 MÉXICO

“El discurso feminista ya ha calado, y su lenguaje también”, entrevista a Noemí López Trujillo

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La periodista Noemí López Trujillo analiza e informa sobre casos de violencia machista actuales e históricos (como el de Ana Orantes, el primer caso de violencia machista que se convirtió en mediático) con un enfoque de género. Este enfoque está muy lejos del amarillismo con el que han sido abordados de forma clásica este tipo de casos, y le ha empujado a escribir sobre estos sucesos como síntomas de una violencia estructural que le ha llevado a defender la dignidad de las víctimas.

Noemí se muestra esperanzada, considera que “Las mujeres empezamos a contar y a contarnos. Ya no nos cuentan otros. No es una mirada ajena, es la propia. Eso me parece importantísimo. Lo vivo con ilusión porque sí creo que hay algo que ha quebrado por fin. Hace cinco años no veía a mujeres de la generación de mi madre acudiendo a huelgas feministas o usando ciertos términos como violencia machista o patriarcado. Este año sí”.

  • En tus crónicas sobre violencia machista aplicas el enfoque de género, del que carecen muchas noticias en los medios. De hecho, llegaste a denunciar en Twitter que los casos de las chicas de Alcàsser, Marta del Castillo, Sandra Palo o Diana Quer son casos de violencia machista pero al informar de ellos los periodistas no aplicaron enfoque de género. ¿Cuáles son las claves de este enfoque de género al hablar de violencia machista? ¿Qué cambia al informar de estos casos de violencia con respecto al enfoque clásico de sucesos?

Creo que la clave más básica en este asunto es entender la violencia machista como algo estructural. ¿Y qué significa esto? Pues que el contexto importa. Si hablamos del caso de las niñas de Alcàsser como un macabro suceso sin tener en cuenta que es violencia ejercida por un hombre hacia mujeres estamos obviando parte del relato. Esto solo tomará la relevancia necesaria, como está ocurriendo, cuando se empiece a informar de ello como un continuo, no como casos que se abren y se cierran, que son autoconclusivos.

De las niñas de Alcàsser al caso de Diana Quer, por poner dos ejemplos separados por el tiempo pero similares en ciertos aspectos, hay un hilo conductor. Tener en cuenta ese hilo conductor es aplicar la perspectiva de género.Click To Tweet

Si hiciésemos un mapeado de la violencia machista en España tan solo desde la Transición, nos daríamos cuenta de cuánto nos falta por contar y conectar.

Pongo un ejemplo concreto para contestar a la segunda pregunta, sobre lo que cambia cualitativamente en la información. En el caso de Ana Orantes nunca se menciona el tema violencia sexual. Aplicar la perspectiva de género, que se adquiere hablando mucho con expertas y con afectadas, supondría ir un paso más allá: hablar que Ana Orantes era una mujer que sufría malos tratos y violaciones por parte de su marido. Esto, la violencia sexual en los matrimonios, es algo que a día de hoy no se menciona demasiado.

El maltrato es la posesión y dominación de los cuerpos de las mujeres y también la posesión y dominación de su autonomía. Es decir, todas esas cosas, violencia física, sexual y psicológica, no se entienden por separado. Click To Tweet

  • Retomando “sucesos” que carecieron de ese enfoque, llegaste al caso de Ana Orantes, asesinada en 1997 por su marido, que había denunciado su caso en televisión. ¿Qué te animó a investigar el caso de Ana Orantes y hacer un podcast sobre ella?

La periodista Noemí López Trujillo.

Ese caso resonaba en mi memoria de manera lejana. No habría podido reconstruirlo con exactitud, solo hablar de oídas. Fue un tuit sobre Juana Rivas, en el que alguien la acusaba de mercantilizar su situación en la televisión, lo que me puso sobre la pista de nuevo. Algo se disparó. Recordé a esa mujer de traje rojo en la tele, contando todo el maltrato al que había estado sometida. Pensé que ella también fue a la tele, que de no haberlo hecho no sabríamos lo que ahora sabemos. Pensé en que cada mujer utiliza las herramientas a su disposición como puede. Al recordar a Ana Orantes a raíz de aquello, me di cuenta de que tenía una carencia. Disfruto de algunos derechos logrados gracias a casos como el suyo, pero generacionalmente es normal que mis referentes sean otros, o que estas historias no las tenga tan presentes. Quise saber quién era y partí de esa pregunta: ¿quién es Ana Orantes? Hasta entonces, se había contado mucho de ella pero muy mal. En realidad, apenas se sabía nada de ella, ni de cómo fue el proceso judicial tras su asesinato. Lo que encontrábamos en los medios era la repetición constante de las circunstancias de su muerte a manos de su exmarido.


La identidad de Ana Orantes quedaba supeditada, únicamente, a la categoría de víctima. Eso es muy injusto.Click To Tweet

  • ¿Crees que en los medios convencionales sigue habiendo falta de enfoque de género al abordar casos como el de La Manada? ¿Por qué ocurre esto? 

Sí, sin duda. Ocurre porque son hombres los que siguen dirigiendo los medios, los que siguen perpetuando las estructuras de poder y las formas convencionales de hacer periodismo. Es mejor hacer las cosas como se han hecho siempre que arriesgar.

  • Parece que esa perspectiva de género está más presente en medios no clásicos como La Marea, Píkaraeldiario.es, etc. ¿Crees que en este sentido hemos avanzado estos años en cuanto a la difusión del discurso feminista? 

Creo que hemos avanzado y creo que eso hay que celebrarlo. Si te fijas, quienes dirigen esos medios (o su sección dedicada a denunciar el machismo en el caso de eldiario.es) son mujeres. En nosotras ha recaído la responsabilidad, claro, porque es a nosotras a quienes nos afecta. El discurso feminista ya ha calado, y su lenguaje también.

Nosotras, las mujeres, no solo las periodistas, hemos creado un nuevo marco, una nueva realidad en la que hemos conseguido desplazar un poquito el eje y que los “temas de mujeres” estén en la agenda mediática y política. Hemos conseguido que los hombres también hablen de los “temas de mujeres”.

Me parece imprescindible la existencia de nuevos relatos como son estos. Las mujeres empezamos a contar y a contarnos. Ya no nos cuentan otros. No es una mirada ajena, es la propia. Eso me parece importantísimo. Lo vivo con ilusión porque sí creo que hay algo que ha quebrado por fin.


Hace cinco años no veía a mujeres de la generación de mi madre acudiendo a huelgas feministas o usando ciertos términos como violencia machista o patriarcado. Este año sí.Click To Tweet

Tweet de Noemí López Trujillo [Imagen: @nlopeztrujillo vía Twitter].

Por otro lado, no deja de preocuparme que el foco se siga poniendo sobre la mujer. Estos pequeños trozos de verdad, la de cada una, que crean una verdad mayor, global, son muy importantes porque abre la posibilidad de que otras mujeres hablen en vez de callar. Pero hay que empezar a señalar a los responsables. En el caso de Ana Orantes, por ejemplo. Está bien darle voz a su hija, recordar a Ana, rescatarla, hablar de los malos tratos que sufrió pero… ¿cómo se llega ahí? ¿Por qué a pesar de separarse tuvo que compartir casa con su maltratador? Ahí hay a quien señalar: un magistrado, un sistema.

  • Participaste en “Las Periodistas Paramos”. ¿Qué muestra de machismo en los medios te parece más preocupante? ¿Por qué el feminismo contribuye a un mejor periodismo?

Creo que no sabría elegir una. El acoso creo que es algo destructivo, pero no es algo que ocurra solo en periodismo. Tampoco lo es la brecha salarial, ni el techo de cristal. El machismo no es endémico de una profesión concreta, lo es de todas. Esto es algo que hay que dejar claro porque las periodistas sabemos cómo hacer ruido, manejamos las herramientas para hacernos oír, y eso puede generar una falsa sensación de que estamos peor que en otros ámbitos. El machismo lo sufren todas las mujeres. Ahora, si es una cuestión de organizarnos, entonces sí se puede hacer por ámbitos.

El feminismo contribuye a una mejora del sistema en general, y el periodismo es parte de él. Click To Tweet

  • Hasta hace bien poco, el feminismo estaba demonizado. “Yo no soy feminista, yo no voy contra los hombres, creo en la igualdad”, decían mujeres famosas. ¿Crees que está habiendo un cambio, que el discurso feminista está calando? ¿Tiene esto sus peligros, puede ser que se esté descafeinando —ahora se habla sobre todo de igual sueldo, de que haya mujeres en los puestos de decisión, pero menos de cambiar estructuras y enfoques?

Creo que esto es algo que debemos asumir: que al democratizarse un movimiento parece que se diluye su fuerza. Yo creo, precisamente, que esto, la democratización, es algo positivo. Quiero que llegue a más mujeres, a cuantas más mejor. Y si es a través de camisetas o eslóganes, así sea. Luego ya veremos cómo hacemos frente a las incoherencias. Creo que hay que pensar en términos por oposición: lo que nos fortalece frente a lo que nos debilita. ¿Qué nos fortalece? Ser más. Cantidad no implica menos calidad en este caso.

Respecto al discurso, sí creo que hay posturas más conformistas y que se alejan de eso que llaman “feminismo radical”. Por supuesto, es un feminismo que no busca un cambio estructural sino pequeños cambios en su beneficio. Es decir, que para ese feminismo los problemas son de salario, techo de cristal y poco más. No hay un discurso de clase, no se tiene en cuenta a las mujeres trans o a las mujeres racializadas, que son las que sufren más vulnerabilidades. Ahora, ¿merece la pena decir que no son feministas y expulsarlas del movimiento (como si tuviésemos capacidad para ello)? Yo creo que no.


Puedo discrepar y puedo considerar que es insuficiente, pero prefiero señalar sus carencias que señalarlas a ellas. Estoy convencida de que hay unos mínimos a partir de los cuales todas podemos empezar a trabajar.

  • ¿Cuáles son tus referentes en el feminismo?

Mi referente en el feminismo es mi madre. Para mí representa a la figura de la mujer infravalorada que ha sostenido el mundo. Ahora nos dedican calles, pero para eso tenemos que ser grandes científicas o escritoras. Y está bien. Y lo entiendo. Pero eso, en cierto modo, siento que abre un poco la grieta entre feminismo de primera clase y de segunda clase. Dicho esto, mis referentes también son mis amigas, y mujeres con las que también he crecido intelectual y emocionalmente como Elvira Lindo, Clarice Lispector, Marguerite Duras, Amelie Nothomb, J.K. Rowling, Violeta Parra, Cat Power…

Ésta es una entrevista sin ánimo de lucro. 

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Elena Couceiro

Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y postgrado de Especialista en Información Internacional y Países del Sur (Universidad Complutense). Ha sido analista del CIP hasta diciembre de 2006, especialista en Haití y en prevención de conflictos. Ha trabajado en diversos medios de prensa escrita, entre ellos en la revista Cambio 16. Ha formado parte del Área de Comunicación e Imagen de la ONG Asamblea de Cooperación Por la Paz y posteriormente de ACSUR-Las Segovias. Colabora con CEIPAZ (Centro de Educación e Investigación para la Paz) (www.ceipaz.org), para quienes ha editado la obra colectiva 1325 mujeres tejiendo la paz (CEIPAZ e Icaria) y varios anuarios. Es socia y colaboradora de WILPF-España (http://wilpfespanya.blogspot.com.es/).


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