28/03/2024 MÉXICO

Reparar tu smartphone estropeado para combatir el cambio climático

La reparabilidad ofrece algo mas que un modelo sostenible, ofrece empoderamiento para el consumidor.
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¿Cuánto tiempo hace desde que te tocó renovar tu móvil, portátil o impresora por última vez? ¿Intentaste arreglarlos antes de comprar otros? Si es así, probablemente te frustraste al comprobar que sale más caro reparar un dispositivo antiguo que pagar por uno nuevo. No desesperes, te explicamos qué puedes hacer al respecto y por qué es importante.

Un reciente informe internacional ha revisado el impacto ambiental de los procesos productivos del sector electrónico en el mundo. Sin mucha sorpresa, confirma que los grandes vendedores de esta tecnología de consumo continúan fomentando un modelo de negocio insostenible y no se comprometen lo suficiente con la reducción del enorme daño que causan al planeta.

“Billones de dispositivos electrónicos son producidos, vendidos y desechados cada año —un ciclo que genera ganancias a corto plazo para los fabricantes de productos electrónicos, pero a un coste demasiado alto para el planeta que todos compartimos”, es uno de los principales  reclamos del informe realizado por Greenpeace Estados Unidos.

Es la decimosexta edición de la llamada Guide to Greener Electronics, en la que la ONG clasifica los 18 gigantes fabricantes de ordenadores personales, teléfonos móviles, televisores y videoconsolas en función de sus políticas a favor (o en contra) del medio ambiente. La guía valora, cada cierto tiempo, las conductas positivas de las marcas y, especialmente, subraya los campos en los que tienen que invertir más.

Este año han sido tres los ejes fundamentales de análisis: el diseño sostenible y la utilización de materiales reciclados, la reducción de emisión de gases de efecto invernadero a través de la eficiencia y las energías renovables en la cadena de producción, y la eliminación de sustancias químicas peligrosas. Lamentablemente, casi todas las compañías siguen suspendiendo y la cadena de producción y distribución de productos electrónicos es una gran causa del consumo insostenible y la polución. De seguirse este modelo, la paradoja del “progreso” podría tener consecuencias irreversibles que a día de hoy ya son visibles en nuestros bosques, ciudades y mares.

Calificación de Greenpeace de las marcas líderes del sector tecnológico.

En Cifras: Las emisiones de gases de efecto invernadero estimadas en las operaciones de las 17 compañías de esta guía y en sus cadenas de suministro superaron, en 2016, los 103 millones de toneladas métricas de CO2. Esto equivale a las emisiones anuales de un país como la República Checa.

Diseños de corto alcance

La obsolescencia programada, esa de la que tanto se ha hablado en la última década, se convierte hoy en una característica de diseño imprescindible para que el volumen de mercado de consumo electrónico se sostenga. ¿O creíamos que era casualidad que una impresora antes durase cinco años y ahora dé problemas en la mitad de tiempo?


A raíz de la enorme implantación de estos dispositivos electrónicos en países de todo el mundo, las compañías se han encontrado con un mercado global saturado y se han visto obligadas a cambiar el diseño de sus productos de forma que cada vez duran menos y son más difíciles de reparar o actualizar, acortando la vida útil de artículos que aún podrían ser funcionales, obligándonos a comprar y volver a comprar.

Algo tan básico como pegar o soldar la pieza de un teléfono, en lugar de atornillarla, es causa de que nos compense comprar uno nuevo antes de pedirle a un técnico que nos lo abra a precio de oro y a riesgo de romperlo. Sumado, claro, a la dinámica de constantes actualizaciones y mejoras técnicas, que aunque tienen un carácter marcadamente secundario, nos hacen creer que las versiones anteriores son obsoletas y aceleran la adquisición de un nuevo producto. El marketing, por encima de la necesidad, llega a ser casi el único motor del consumo.

“Las empresas que diseñan y fabrican nuestros dispositivos deben tener en cuenta los impactos significativos que tienen en nuestro planeta y la creciente demanda del público para definir la innovación no en función de menos milímetros y más megapíxeles”, se explica en la introducción de la Guide to Greener Electronics 2017, “sino de cómo éstos se fabrican —con energía renovable, materiales reutilizables y diseño duradero”.

Casi el 80% de la huella de carbono detrás de los dispositivos electrónicos personales se genera durante la fase de fabricación de los mismos —entre otras cosas, porque la mayoría de multinacionales tienen sus fábricas en China, donde el carbón es la fuente de energía por excelencia. Cuanto más avanza la tecnología y más complejos son los dispositivos, mayor energía se requiere para producir cada unidad. Así, cada vez que nos planteamos adquirir algo, debemos ser conscientes del largo proceso de ese objeto hasta llegar a nuestras manos y asumir las consecuencias de su compra.


La expansión de la chatarra electrónica: Se espera que el volumen mundial de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (coloquialmente llamados chatarra electrónica) supere los 65 millones de toneladas métricas a finales de 2017. De ellos, menos del 16% irá a parar a sistemas formales de reciclaje, a pesar de los valiosos materiales que contienen los dispositivos desechados y del grave impacto medioambiental y el riesgo para la salud humana que puede ocasionar su tratamiento inadecuado.

El poder del consumidor

Está claro que no proponemos dejar de comprar ordenadores o teléfonos como solución. Pero sí ser conscientes de nuestro poder como consumidores de estos bienes y utilizarlo de forma coherente, reflejando con nuestras elecciones de compra nuestros compromisos éticos y medioambientales.

Un buen comienzo es el fomento de la reparabilidad de dispositivos averiados. Cada vez son más las organizaciones que pelean por conseguir productos electrónicos que sean poco costosos de reparar, y las plataformas como iFixit donde explican paso a paso cómo convertirnos en técnicos de la autoreparación en nuestras casas.

Para poder generalizar esta práctica es fundamental que las marcas simplifiquen el acceso al disco duro de sus productos y creen diseños modulares en los que si una pieza falla pueda reemplazarse de forma independiente y fácil. El ejemplo por excelencia de reparabilidad y diseño sostenible sería el smartphone de Fairphone, ganador absoluto en la guía de Greenpeace.

“Cuando se trata de cambiar las pautas de la industria, los consumidores tienen un gran poder”, asegura Miquel Ballester, responsable de Estrategia de Producto y de Eficiencia de Recursos de Fairphone. “La gente debería apoyar a las marcas que lo están haciendo bien y reclamar a sus compañías favoritas de electrónica que hagan sus productos más sostenibles”.


Sin embargo, no hay mejor altavoz para los consumidores y aliado más potente a la hora de presionar a las marcas que los propios gobiernos nacionales. Está en su mano abrir debates constructivos sobre modelos de consumo sostenibles, hacer campañas de concienciación y, especialmente, pasar a la toma de medidas concretas.

Es el caso de Suecia, por ejemplo, que implantó en 2016 desgravaciones fiscales a la reparación de grandes y pequeños electrodomésticos en un intento de frenar la cultura del consumo desechable y acercarse así a sus ambiciosos objetivos de reducción de emisiones. Además, decidieron compensar los costes millonarios de este plan con los ingresos de un nuevo impuesto a productos químicos nocivos en productos electrodomésticos. Un refuerzo interesante para dar mayor coherencia a un mensaje universal que todos debemos tener presente: el progreso no dura mucho si no se hace sostenible y va de la mano del cuidado del medio ambiente.

Ésta es una explicación sin ánimo de lucro.

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Teresa Lopez


One comment

  • Nurdatkir

    08/12/2017 at

    Gracias por compartir esta información, es muy útil tener una guía para el consumo responsable. Comparto.

    Reply

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