19/04/2024 MÉXICO

El demonio que vigila la migración: el caso de la República Dominicana y Haití

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Tras su liberación, en el siglo XIX, del yugo de las potencias coloniales española y francesa, la República Dominicana y Haití han tenido una relación poco amistosa. Las diferencias sociológicas, culturales y económicas han favorecido un sentimiento de desprecio y graves vulneraciones de los derechos fundamentales de los haitianos en territorio dominicano. Sin embargo, los haitianos siguen abandonando un país sumido en el caos político y la pobreza para buscar un mejor futuro en la República Dominicana.

Un inicio histórico doloroso

“Las relaciones entre Haití y la República Dominicana, esencialmente complicadas y marcadas por la confrontación, han influido en el reforzamiento de las diferencias étnicas y en la visión opuesta que prevalece respecto a los inmigrantes haitianos”. (Rosario y Ulloa 2006).


Históricamente la República Dominicana y Haití han tenido conflictos políticos y sociales. Haití fue el primer país de América Latina en lograr la independencia del dominio de Francia en 1804. Cabe mencionar que en el momento de la independencia, Haití era la colonia más rica de Francia, lo que supuso una gran explotación de recursos naturales, de lo cual Haití no se ha recuperado hasta el momento. En cambio, la República Dominicana, encuentra su independencia 40 años después. En 1822, Haití invadió a la República Dominicana (en adelante, ‘Rep. Dominicana’), unificando la isla. El dominio haitiano sobre el territorio dominicano duró 22 años, los cuales no fueron favorables para los dominicanos, ya que existieron violaciones y arbitrariedades por parte de los haitianos hasta que la Rep. Dominicana logra la separación de Haití. En esta época germinan odio, rencor y roces entre estos dos Estados. De esta manera, se fue dibujando un discurso de diferencia, invasión y desconfianza entre ambos Estados; desconfianza que ha llegado hasta el día de hoy.

La base de la composición de la población haitiana es casi en su totalidad africana, en cambio en la dominicana existe una mezcla: indígena, española y africana que los hace diferentes desde su religión, gastronomía y costumbres sociales. El desarrollo económico y humano de estos dos países, que comparten una misma isla, ha sido muy diferente. A pesar que ambos son países subdesarrollados, Haití es más inestable económica y políticamente que la Rep. Dominicana. Esa gran precariedad, pobreza y decrecimiento de Haití ha hecho que los nacionales de ese país generen olas migratorias a la Rep. Dominicana.

De la pobreza de Haití

Los sistemas políticos de ambos países son de la misma línea, republicanos, compuestos por tres poderes del Estado. Pero sólo son parecidos en la teoría, ya que en la práctica, el Estado haitiano vive en una constante ingobernabilidad y caos social, agudizado por el terremoto del 2010. Sin embargo, hay que decir que el terremoto suscitó una gran movilización de ayuda de parte del gobierno y ciudadanos dominicanos, incluso beneficiándose el país (Rep. Dominicana) de la reconstrucción del territorio vecino.

Haití no se encuentra en situación de extrema pobreza por las consecuencias del terremoto, pues el ejercicio político era y sigue siendo disfuncional, y su planificación económica ha sido un fracaso que ha impactado directamente en el desarrollo de su gente.

Personas desplazadas tras el terremoto (Foto: U.S. Navy via Wikipedia)
Personas desplazadas tras el terremoto (Foto: U.S. Navy via Wikipedia)

Haití es el país más pobre del hemisferio, uno de los más pobres del mundo y durante los últimos veinte años su economía ha ido cayendo en picado. Según el Banco Mundial, la economía haitiana cayó a un ritmo medio de 0,2% por año durante la década de los ’80, y se encogió un 0.4% más por año durante los 90. El crecimiento demográfico ha agudizado el estado de la pobreza para su gente, la población ha aumentado de 5 a 8 millones en los últimos 20 años. Además, más del 40% de la población es menor de los 14 años, lo que deja un significativo margen de haitianos y haitianas que están en edad estudiar y no trabajar. Los escandalosos índices de pobreza, no permiten la garantización  de los derechos más fundamentales de los haitianos (el 72% de los hogares viven  con menos de dos dólares por día).


El gobierno no ha estado administrando de manera eficiente las riquezas del Estado y de las instituciones públicas, si bien sus políticas internas no resuelven los problemas de su gente. Los altos índices de corrupción revelados por instituciones y organismos internacionales como las Naciones Unidas y la Unión Europea, demuestran que la estructura interna no responde a las coyunturas políticas, sociales y económicas del país ni de la región.

“El gobierno haitiano ha sido muy dependiente de la ayuda exterior, en particular de EE.UU., la Unión Europea y el Banco Mundial. Pero, tras las elecciones de 2000, EE. UU.  canceló su ayuda, alegando que el 70% de los fondos que donaba acabaron en los bolsillos de funcionarios corruptos”.

De la historia y los derechos humanos

Las relaciones Haití y la Rep. Dominicana fueron complicadas desde el principio. A pesar de que cuando España le entregó la parte oeste de la isla a Francia, se dejó clara la delimitación de la frontera, esa siempre ha sido muy fácil de cruzar y polarizar.

En los años ’30, la Rep. Dominicana era una potencia azucarera, el dictador Rafael Leónidas Trujillo trajo al territorio dominicano (bajo acuerdo del gobierno haitiano) un contingente de haitianos para trabajar en la industria azucarera bajo condiciones de explotación. Lo que luego despertó un antihaitianismo en el dictador debido a las significativas comunidades agrícolas de haitianos que echaron raíces en territorio dominicano. A razón de esto, el dictador ordenó la ejecución de la Matanza de Perejil en 1937, matanza que es considera un genocidio por gran número de haitianos asesinados. A partir de aquí, se fueron construyendo comunidades haitianas dentro de la sociedad dominicana, y germinando de esta forma una clase de mezcla cultural y social de lo haitiano y lo dominicano. Lo cual ha sido repudiado por grupos conservadores del país. A partir de este momento, la comunidad haitiana en Rep. Dominicana, a pesar de que ha sido explotada como mano de obra barata, ha ocupado muchos de los oficios que eran ejercidos por dominicanos y dominicanas.

Mapa de la Republica Dominicana y Haiti (Foto: Wikimedia)
Mapa de la Republica Dominicana y Haiti (Foto: Wikimedia)


Todavía hoy en día, miles de haitianos cruzan la frontera de manera irregular hacia la Rep. Dominicana. En su travesía para llegar al país, son engañados y maltratados por las autoridades fronterizas dominicanas y haitianas. Tras su llegada, les espera lo peor del viaje, pues, sociológicamente, el concepto o la idea de ser haitiano o haitiana (sin importar la posición social que se tenga), es un sinónimo de fealdad, pobreza y de miseria en la Rep. Dominicana. Muchos dominicanos sufren discriminación por ser negros. De hecho, aquellos dominicanos que no son blancos o “chocolate” son llamados haitianos como símbolo de insulto. Según Amnistía Internacional, la Policía Nacional de la Rep. Dominicana utiliza patrones discriminatorios en el proceso de detención de haitianos irregulares que intentan entrar al país. Los haitianos están sujetos a sufrir un sin número atropellos. Es una discriminación hacia los haitianos socialmente aprobada por los dominicanos, e incluso fomentada por algunos medios de comunicación del país.

Esta situación de migración masiva hacia el territorio dominicano, da como resultado que el campo laboral se comparta, y al estar los haitianos en situación irregular, que hacen el trabajo por mucho menor salario en comparación con los dominicanos, contribuye a que crezca la tensión, la polarización  y la intolerancia entre nacionales.

Un conflicto sociológico y de derechos humanos

Otro elemento que ha contribuido al crecimiento de la intolerancia entre dominicanos y haitianos, han sido las grandes diferencias culturales, políticas, religiosas y étnicas que existen.

La República Dominicana es colonialmente católica-europea mientras que Haití es históricamente africana-Vudú (religión africana y considerada brujería por los dominicanos). El lenguaje común en la Rep. Dominicana es el español y en Haití el Creole; mientras que en la Rep. Dominicana se baila merengue y bachata, en Haití bailan el Gagá (aunque obviamente existen otros tipos de bailes). Y debido a la migración, estas dos culturas conviven en un mismo espacio, y por eso hoy en día, existe una especie de mezcla de lo haitiano y lo dominicano. De hecho, hay muchos dominicanos y dominicanas de ascendencia haitiana en la República Dominicana.

“Es característico en los inmigrantes el bilingüismo, creole-español, resultado del contacto continuo con la sociedad dominicana”.

En la República Dominicana hay tantos nacionales haitianos, que ya se está creando una clase de cultura nueva. Esta nueva cultura está siendo desarrollada por la gran cantidad de hijos entre haitianos y dominicanos que están naciendo en la Rep. Dominicana. Y estos nacimientos están alimentando una clase de nueva realidad étnica, a lo que denominamos: dominico-haitiano. Cuestión que deberíamos considerar como una riqueza cultural para ambos países. De hecho, la “dominicanidad” y la “haitianidad” ya no son dos identidades separadas, no se sabe claro qué es una y otra, se ha suscitado una impresionante mezcla entre uno y otro y que hoy obliga a redefinir la identidad individual y nacional.


“La emigración haitiana había provocado cambios étnicos culturales en la República Dominicana, cambios que no sólo eran poco conocidos sino también poco reconocidos por la mayor parte de la población. Estos cambios eran más perceptibles en regiones donde era intensa la convivencia y el contacto entre ambas culturas”.

Vigilia - Ayuno frente a la JCE, encabezada por los miembros del movimiento RECONOCIDOS, en demanda de que sean dotados de los documento de identidad necesario a cientos de dominicanos de ascendencia Haitiana, los cuales la JCE se niega a reconocer. Foto: Ariel Díaz-Alejo/acento.com.do Fecha: 11/03/2013.
Ayuno frente a la JCE, encabezada por los miembros del movimiento RECONOCIDOS, en demanda de que sean dotados de los documento de identidad necesario a cientos de dominicanos de ascendencia Haitiana, los cuales la JCE se niega a reconocer. Foto: Ariel Díaz-Alejo/acento.com.do
Fecha: 11/03/2013.

Lo cierto es que debido a los grandes flujos migratorios de haitianos que se han establecido en territorio dominicano, la Rep. Dominicana es un espacio de intolerancia y de flagrante violación a los derechos humanos. El mayor ejemplo de esto ha sido la sentencia del Tribunal Constitucional de la República Dominicana la cual niega la nacionalidad a hijos de extranjeros en situación irregular en el país; significa que afectaría a más 400.000 personas de origen haitiano (CIDH, 2014). Esta medida no se toma como parte de una regulación o de la política migratoria del país, sino como una evidente forma de obstaculizar el desarrollo de miles de haitianos en la Rep. Dominicana. Es aquí donde se violan la mayor parte de las garantías y los derechos humanos de los haitianos y los dominicanos de ascendencia haitiana. Los menores de edad no están exentos de la palpable discriminación detrás de la ley. Son muchos los niños y niñas que estaban en la escuela y que ya no pueden asistir por causa de esta sentencia, al igual que un gran porcentaje de los jóvenes universitarios que ya no pueden inscribirse, ni reinscribirse porque ya no cuentan con los documentos básicos para ir a la universidad. Tampoco cuentan con seguridad jurídica, ni pueden ser propietarios de sus bienes. Hasta el propio gobierno haitiano muchas veces no provee de documentos de identidad a sus nacionales, lo que exacerba la situación de vulnerabilidad que viven los haitianos en condiciones de irregularidad. Son miles los que viven sin los derechos básicos por falta de documentos de identidad. Esta situación se intentó aminorar con el “Plan Nacional de Regularización de Extranjeros” en el 2014, pero, a pesar de la “buena voluntad” del Estado dominicano al respecto, siguen en situación de vulnerabilidad muchos dominicanos de ascendencia haitiana y el Plan no cumple con la reparación integral del daño establecido en el sentencia sobre el caso Niñas Yean y Bosico vs Rep. Dominicana del 2005 y el caso Masacre Santo Domingo vs. Colombia del 2012, de carácter vinculante, de la Corte IDH.

La República Dominicana debe garantizar los derechos humanos de toda la población haitiana y dominicana de ascendencia haitiana que esté dentro de sus fronteras. Es su responsabilidad constitucional e internacional, a la luz de la Convención Americana de los Derechos Humanos de 1969, documento base del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, del cual la República Dominicana es parte.

Recordemos que Haití es el segundo socio comercial más importante de la Rep. Dominicana, esto quiere decir que  coexiste una dependencia económica entre ambos países que beneficia  tanto a la población haitiana como a la dominicana. Es de importancia sustancial resaltar la envergadura de la cooperación y el entendimiento de los nuevos paradigmas en la cuales se encuentran sumergidas las sociedades contemporáneas.

Haití y la República Dominicana deben de encausar un nuevo proceso de diálogo y de colaboración en aras de resolver sus asperezas de manera pacífica con respeto y apego a los derechos humanos. Sin embargo, antes de que estos cambios sucedan, Haití debe revisarse desde su construcción política, y encauzar como Estado libre, soberano e independiente su propia “metamorfosis” e impulsar el crecimiento integral, para así ofrecer un mejor nivel de vida a sus ciudadanos y ciudadanas.

Sólo trabajando ambos Estados para el bien común de sus sociedades y respetando de manera imperativa los Derechos Humanos, se podrá alcanzar algún día la sociedad que queremos, y matar el monstruo que vigila con sed de sangre la migración entre la República Dominicana y Haití.

Ésta es una explicación sin ánimo de lucro.

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Waquel Drullard

Ciudad de México, México. #Queer #humanrights #PazyJusticia #LGBTI #Migrante #SocialDemòcrataLiberal #TerroristadelGènero. Internacionalista por la Universidad Anáhuac México, especialista en temas de género y derechos humanos, con experiencia en diseño y evaluación de proyectos. Con Diplomas en Globalización y Gobernanza: Buenas prácticas en el espacio Iberoamericano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Madrid, España. En Evaluación de Proyectos de Impacto Social y Consulta por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-México). En Derechos Humanos: ciudadanía, participación y DDHH por el Instituto Superior Francisco Bono, Sto. Dgo. Rep. Dominicana. Dominicano hasta la tambora, pero enamorado de México.


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