28/03/2024 MÉXICO

¿Qué falla en las misiones de paz en Congo?

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Las misiones de paz de la ONU en la República Democrática del Congo, un país sumido en la guerra permanente desde hace décadas, han fracasado sistemáticamente a pesar del gran esfuerzo económico y humano empleado, ¿por qué ha sucedido esto? Analizamos los principales factores del conflicto y la actuación de las misiones de paz. Aumentar la autoridad del estado, involucrar a los ciudadanos y no descuidar los factores de conflicto internos y externos es clave para el éxito de estas misiones.

El que la República Democrática del Congo sea sinónimo de inestabilidad no es nada nuevo, y que continúe en las noticias, aún menos. Su paso hacia la independencia fue, de por sí, convulso, lleno de teorías conspiratorias situadas en el marco de la Guerra Fría. Cuando por fin se vislumbran posibilidades de algo semejante a la estabilidad, estalla en 1994 el genocidio ruandés, y esta guerra en el país vecino anunciaría para el Congo el inicio de nuevas penurias.

Jason Stearns relata en su obra Dancing in the Glory of Monsters el camino que ha seguido el Congo desde estado independiente a estado fallido enredado en una maraña de guerras y conflictos civiles de las que no puede escapar. Para Stears, gran parte del problema arranca en julio del 94 cuando miles de hutus, entre ellos miembros del ejército y milicias genocidas, huían del Frente Patriótico Ruandés (RPF) al Congo, donde se asentaron en campos de refugiados. La RPF, milicia Tutsi, inició entonces incursiones militares para atrapar a los genocidas refugiados al otro lado de la frontera mientras que el ejército ruandés también realizaba preparativos para regresar a Ruanda y retomar el país.

El Congo, un estado con una superficie tres cuartas partes la de la Unión Europea y severos problemas administrativos e institucionales para controlar su territorio, pasa así a heredar un conflicto que no le pertenece y que, además, sirve para sembrar tal confusión que resulta imposible dilucidar quién necesita qué ayuda y cuál es realmente el problema. De 1994 en adelante, el Congo se ha visto involucrado en tres guerras consecutivas, dos regionales y el conflicto civil desencadenado por las mismas, lo que hace que el encontrar una solución efectiva al conflicto sea imposible.

Al hablar de lo que sucede en el Congo podemos encontrar varias descripciones cubriendo todo tipo de problemas desde enfrentamientos étnicos pasando por una industria minera ilegal basada en la explotación, la violación de niñas y mujeres, el reclutamiento forzado de niños soldados, entre otros. La verdad es que hay un poco de todo, y muchos de estos fenómenos están relacionados.

Armamento requisado a milicias [Foto: MONUSCO]
Armamento requisado a milicias [Foto: MONUSCO]

La primera misión de paz en el Congo, MONUC, se establece para el país en noviembre de 1999, tras la firma de los Acuerdos de Lusaka, que finalizan la Gran Guerra Africana, cristalizando el cese al fuego entre el Congo, Angola, Namibia, Zimbabue, Ruanda y Uganda. La idea era que MONUC apoyase la consolidación de este proceso de paz, difícil misión pues el este del país se había transformado en un campo de batalla con distintas facciones, muchas veces irreconocibles al estar muchas de ellas involucradas con milicias locales y otras formando sus propias agrupaciones con metas políticas y económicas. Se acusa a estas facciones, de distintos grados de organización y apoyo internacional discutible, de promover proactivamente el conflicto pues los recursos naturales del Congo son considerables, especialmente al este del país.


El coltán y la casiterita son parte de los minerales en los que se basa la industria telefónica actual. Se tratan de componentes básicos de los microchips. Los ingresos que representa la industria de diamantes, uranio y oro, especialmente en mercados negros, no necesitan descripción. Es comprensible que la riqueza natural del Congo sea no sólo un incentivo a continuar el conflicto sino que además es lo que lo mantiene “encendido”, financiando a las milicias indirectamente a través de su venta a multinacionales extranjeras.

Como si no fuera suficiente, la falta de control estructural y la desinstitucionalización en todo sentido ha promovido que el  este del país se convierta en el reino de las milicias donde, como indica un estudio del 2011, 48 mujeres y/o niños son violados cada hora. La violación generalizada es utilizada como método de terror para subyugar a las poblaciones a obedecer a las milicias en un conflicto donde se calcula han muerto más de 5,4 millones de personas desde 1996.

¿Cuál es y cómo debería haber sido el rol de la MONUC?

Como indica Severine Autesserre, la guerra civil en el Congo es el conflicto más sanguinario desde la Segunda Guerra Mundial. Hasta la crisis humanitaria en Siria, la situación en el Congo era la peor del mundo.

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Soldados indios del MONUSCO proveen medicamentos en Tongo [Foto: MONUSCO]


Para subsanar esta situación, la MONUC, expande su mandato a la supervisión e implementación del alto al fuego y, posteriormente, a la supervisión y organización de las primeras elecciones nacionales, libres y verdaderamente democráticas en 46 años realizadas en 2006.

Tras la organización de estas elecciones, el rol de MONUC pasa a ser uno de fortalecimiento institucional a nivel local, centrado en el fortalecimiento de procesos políticos, militares y jurídicos y en resolución de conflictos en varias provincias lejos de Kinshasa. Ya a estas alturas la MONUC había crecido considerablemente, transformándose en la misión más grande y más cara de las Naciones Unidas. En el 2010 la MONUC pasa a ser la MONUSCO, para reflejar ese último nuevo cambio de mandato.

A pesar de su tamaño y un presupuesto anual que bordea el millón y medio de dólares, la MONUSCO ha fracasado en sus intentos de fomentar la estabilidad de la República Democrática del Congo. Tanto así que después de los acontecimientos del 2012 -cuando enfrentamientos entre una de las milicias, M-23, y cascos azules se aproximan a la capital-, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas emite una resolución autorizando por primera vez en su historia la formación de brigadas de intervención como parte del mandato de sus cascos azules. Este nuevo mandato permite a los cascos azules de la MONUSCO intervenir directamente en el conflicto y no sólo ser observadores del mismo y cuidadores de derechos humanos en la medida de lo posible sin violar ese estatus. Si bien el cambio de mandato ha sido importante en cuanto al conflicto militar al este del país, el éxito de MONUSCO como misión no ha incrementado. De hecho, tomando en cuenta sus años en el país, su tamaño y su presupuesto, MONUSCO es increíblemente ineficiente.

Los cambios sucesivos de mandato para la misión de paz desde el 2006 en adelante reconocen que se produce un fracaso a la hora de lidiar con los problemas estructurales a los que se enfrentan los congoleses día a día. Sin embargo, estas modificaciones parecen no entender que hay varios procesos que deben cambiarse desde dentro, ya que mucha de la ineficiencia surge internamente dentro de la misma misión al importar trabajadores y analistas que están poco familiarizados con la realidad del día a día del congolés promedio y buscan soluciones poco prácticas para problemas que no logran terminar de comprender.

La meta debería haber sido, desde un principio, lograr cambios sostenibles a través de procesos que fomenten la estructuración de procesos coherentes a varios niveles. Si bien la extensión del país hace que esta sea una misión imposible, mucho del trabajo se debe hacer fuera de Kinshasa y no necesariamente en la capital. Es necesario establecer una MONUSCO que se apropie de capacidades de “state-building” con fuerte input local. El no involucrar ciudadanos en estos procesos de cambio e institucionalización es un grave error. Tan sólo involucrar a los capitalinos en este proceso es aún peor.


Patrulla en la base operativa de Munigi [Foto: MONUSCO]
Patrulla en la base operativa de Munigi [Foto: MONUSCO]


La profesora de Ciencia Política, Severine Auteserre, reconoce el error al hablar de las comunidades de expatriados integradas por misioneros, trabajadores de ONG, diplomáticos y funcionarios de misiones extranjeras que viven una realidad alternativa con un conocimiento relativamente superficial de la raíz de los problemas que la población a su cuidado enfrentan. Muchas veces estos extranjeros no sólo tienden a simplificar problemas que no pueden entender sino que, además, no hablan los idiomas locales, creando una barrera de información que es difícil derribar. 

La situación del Congo es compleja en sí pero, al enfocar el problema a lo largo de su coyuntura regional e internacional, la influencia de problemáticas locales que fomentan la falta de cooperación de poblaciones internas fragmentadas quedan incomprendidas y sin atender. Si MONUSCO pretende fomentar la paz en la República Democrática del Congo debe dejar de mirar al problema como fruto de la guerra ruandesa, o de la inestabilidad regional, o de la industria minera ilegal, etc.

Al encontrar para la minería ilegal una solución económica como Dodd-Frank o una prohibición a la minería sólo se logró impulsar el control de las milicias y su participación en el mercado negro. Al intentar atacar a la violación a mansalva, se logró concretarla como arma de guerra. El enfoque en incrementar la autoridad estatal ha logrado que, al este, lejos de Kinshasa y de misiones establecidas, las milicias se consoliden como organismos de control. Esta visión ha servido para que la MONUSCO y demás manos extranjeras creen soluciones políticas y económicas a problemas que son más profundos y con raíces mucho más autóctonas.

Sí, el Congo hereda un montón de problemas de sus vecinos pero también contaba con los suyos propios. Una solución a largo plazo contempla ambas aristas, lo que es imposible sin integrar a las poblaciones locales a la solución.

Esta es una explicación sin ánimo de lucro


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Andrea Balda

Guayaquil, Ecuador. Licenciada en Relaciones Internacionales y Estudios Latinoamericanos de JHU. Master Europeo en Relaciones Internacionales y Dinámicas de Cooperación y Conflicto de UAX. Eterna estudiante, haciendo licenciatura en derecho y PhD simultáneamente. Multitasker de nación, pasé de medios, a comunicación, a ONGs y cooperación, a la academia donde cerré el círculo integrando todos los campos. Humanista convencida, apasionada del enfoque interdisciplinario y el cruce entre relaciones internacionales y el derecho internacional.


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