En las últimas semanas he tenido la ocasión de visitar los tres países que participaron en la primera etapa de la Guerra de los Balcanes (1991-1995) que finaliza con los Acuerdos de Dayton de 1995 y que tienen como resultado el desmembramiento de la antigua República Federal Socialista de Yugoslavia.
Comencemos con unas líneas sobre la historia de la región. Durante varios siglos y hasta 1919, fecha en la que se crea la primera Yugoslavia (término que designa a los eslavos del sur) bajo el nombre de Reino de los serbios, croatas y eslovenos, los Balcanes han sido administrados por los Imperios austrohúngaro y turco otomano. Sin embargo, la conciencia de los eslavos del sur aparece antes de 1919, concretamente con el Movimiento Ilirio en 1830, cuyo nombre es herencia de las provincias ilirias del Imperio Romano. Fue Napoleón quien fomentó este movimiento que perseguía la generación de una identidad compartida. Este sentimiento de unidad se observó siempre con recelo por parte tanto de austrohúngaros como de otomanos, interesados en confrontar las aspiraciones políticas de las futuras Repúblicas Yugoslavas.
El Reino de los serbios, croatas y eslovenos cambiaría su nombre a Reino de Yugoslavia en 1929. Se trata de los primeros pasos hacia mayores niveles de autonomía política en la región, sólo posibles tras la caída de los mencionados Imperios una vez llegó a su fin la I Guerra Mundial. El Reino de Yugoslavia (1929-1945) centra su agenda política en la resolución de los conflictos nacionalistas entre las distintas comunidades.
Continuando con la clave nacional, uno de los principales obstáculos para la resolución de los conflictos va a estar constituido por la aparición del nacionalismo radical croata representado en el movimiento Ustacha fundado por Ante Pavelic. Se trata de una organización de corte filofascista y aliada del nazismo durante la II Guerra Mundial, que va a crear el Estado Independiente de Croacia títere de la Alemania nazi responsable de masivas violaciones a los derechos humanos, crímenes de guerra y violencia étnica. A la Ustacha se le atribuyen en torno a 1.000.000 de asesinatos de judíos, serbios y gitanos. De ellos se dice que sus acciones horrorizaban incluso a los propios nazis.
No obstante, pese a ser la principal fuente de inestabilidad interna en Yugoslavia, va a ser la oposición al régimen de la Ustacha la que a la postre fomentaría un mayor sentimiento de unidad nacional yugoslava.
Luchar frente a un enemigo común, como en muchos otros procesos de emancipación y de construcción nacional, se convertía en el elemento de unión entre croatas, bosnios y serbios.
La derrota del fascismo en esta parte de Europa se produce gracias a la figura de Tito, con el apoyo de los aliados y de la URSS, y se materializa con la Ofensiva de Belgrado en 1944. Tras la II Guerra Mundial, se funda la segunda Yugoslavia con el nombre de República Federal Popular de Yugoslavia. Este proyecto ideado por Tito pretende que ninguna etnia domine en lo político. Prestó especial atención a las rivalidades nacionales estableciendo un sistema de presidencia rotatoria, mejorando las relaciones entre las diferentes nacionalidades y etnias.
Para muchos, con la muerte de Tito en 1980 murió también Yugoslavia. Tanto es así, que a finales de la década de los 80 y a inicios de los 90, Eslovenia y Croacia se independizan unilateralmente de Yugoslavia, en contra de la legalidad establecida en la Constitución de 1974. Esto produciría un efecto contagio que haría que más tarde el resto de antiguas Repúblicas Yugoslavas se independizaran.
Si algo resulta complejo de este conflicto, son sus numerosos frentes, direcciones e interpretaciones: las guerras croata-serbia, croata-bosnia y la guerra de Bosnia. En todas las guerras analizadas, el foco de los conflictos se produce en las áreas habitadas por población originaria de los países vecinos, esto es, zonas de serbios en Croacia, de croatas en Bosnia y de serbios en Bosnia.
La mirada bosnia
En Bosnia el conflicto se materializa, además de en el asedio a Sarajevo, en dos regiones: la poblada por croatas bosnios en la zona occidental del país y la poblada por serbobosnios en la zona oriental del país.
En el frente occidental se libra la guerra croata-bosnia (1992-1994), producida por el anhelo croata de tener bajo su influencia las áreas de Bosnia pobladas mayoritariamente por croatas, que resultó en la no reconocida internacionalmente República Croata de Herzeg-Bosnia. Algunos de los mayores crímenes de guerra y de limpieza étnica de los croatas se produjeron durante el bombardeo a Goornji Vakuf, las masacres del Valle de Lašva y el archiconocido asedio a Mostar en el que se destruyó el puente de Stari Most. Por otro lado, es importante hacer mención a la existencia de combatientes muyahidines en el bando bosnio, acusados de cometer crímenes y masacres en la región de Bosnia central.
En el frente oriental se produce el conflicto entre Bosnia y Serbia (conocida como guerra de Bosnia). Hay que indicar que, al igual que Croacia, Bosnia declara su independencia de Yugoslavia. Esto no es aceptado por los serbobosnios que representan el 31% de población y crean la República de Srpska en la mitad oriental del país.
Los beligerantes fueron por un lado, el Ejército de la República de Sprska (con el apoyo de Yugoslavia y de la República de Krajina) y, por otro, el Ejército de Bosnia-Herzegovina (con el apoyo de Croacia y la República de Herzeg-Bosnia, así como de los muyahidines). Hubo una clara superioridad Serbia en la mayoría de las regiones a excepción de Mostar y Sarajevo, esta última ciudad asediada durante casi cuatro años.
Según datos del CIA World Factbook, con un 48% de bosnios musulmanes (bosníacos), 37% de serbios ortodoxos y un 14%de croatas católicos, Bosnia es en un sentido estricto una nación pluriétnica y plurinacional. Al acceder a Bosnia desde el sur de Croacia, es fácil apreciar el predominio de los símbolos croata-católicos. En la ciudad de Mostar, existen hoy dos administraciones diferenciadas, una situada a cada lado del puente que en su día fue devastado por los croatas bosnios.
En Sarajevo se perciben rápidamente una historia de coexistencia entre etnias y religiones. Esta convivencia, durante muchos años pacífica, es la que el documental Miss Sarajevo señala como la principal enemiga de los nacionalismos serbio y croata.
Habiendo transcurrido ya 20 años del sitio a Sarajevo a manos de los serbios, las heridas siguen aún abiertas.
Para recuperar la historia y para que aquellos acontecimientos no caigan en el olvido, recientemente abrió sus puertas en el centro de Sarajevo la Galerija Srebrenica, un memorial dedicado a la masacre de Srebrenica de julio de 1995. Esta masacre constituyó uno de los casos más graves de limpieza étnica que se recuerdan en la historia reciente de Europa. Al igual que en otros genocidios, como Holodomor en Ucrania o la dictadura franquista en España, por citar algunos ejemplos, no hay consenso en relación al número de víctimas. Si bien diferentes fuentes europeas aceptadas por Bosnia cifran en más de 8.372 el número de víctimas, algunos informes independientes, como el del alto funcionario de la ONU en Bosnia durante los años 90 Phillip Corwin, hablan de 800 víctimas. La diferencia no es precisamente pequeña.
Asimismo esta galería, expuesta en ciudades como Londres o Nueva York, lanza un claro mensaje de denuncia en
relación al papel de la ONU en la gestión del conflicto. En particular, se critica con dureza la acción de los cascos azules holandeses expulsando del campamento militar de la ONU a la población que estaba siendo perseguida y asediada, siendo entonces víctimas fáciles de los Chetniks (paramilitares serbios ultranacionalistas que terminaron colaborando con los nazis durante la II Guerra Mundial y que reaparecieron nuevamente en los años 90).
Toda la literatura al respecto parece estar de acuerdo en que la ONU podría y debería haber jugado un papel diferente. Un hecho anecdótico pero representativo del papel de los militares holandeses en Srebrenica, fue el requisito establecido por el Parlamento de las Países Bajos para exponer la galería en su sede de retirar de la colección las fotografías de los grafitis con insultos hacia la población de Bosnia hechos por los militares holandeses.
Hoy Bosnia trata de mirar hacia un futuro que necesariamente deberá basarse en la convivencia entre las diferentes nacionalidades y religiones que la integran. Para ello, es imprescindible la reparación moral de las víctimas, la exhumación de las fosas comunes y avanzar en el proceso de desactivación de las minas que desgraciadamente aún a día de hoy se encuentran en numerosos puntos del país.
La mirada croata
Croacia es, en un sentido étnico-religioso, un país homogéneo con más de un 90% de población católica. Esta situación ha sido exaltada históricamente por los nacionalismos como el que practicaba la Ustacha, poniendo en jaque la unidad nacional yugoslava. Miembro de la UE desde 2013 y con un mercado turístico en auge, Croacia es vista a ojos de la comunidad internacional como un país plenamente europeo y occidental. Sin embargo, el ustachismo y el nacionalismo radical siguen siendo una amenaza para la vecindad balcánica.
Que una parte importante de Croacia siempre observó más a Europa Occidental que a los Balcanes (pese a que compartir lengua e historia), es algo que se ha materializado en varios intentos de escapar de la órbita de Belgrado. Para Croacia, al igual que para Bosnia, la historia de la guerra de los años 90 es la historia de las agresiones serbias.
Tomamos como fuente y referencia el museo de la guerra de Dubrovnik, un memorial en el que a través de una galería completa de imágenes y objetos de la guerra se construye el relato de la heroica resistencia de los croatas para defender Dubrovnik de los ataques serbios. Pese a la victoria croata, la ciudad fue devastada. Actualmente, a pesar de estar plenamente reconstruida y de ser el principal reclamo turístico del país, puede comprobarse en el color de los tejados qué edificios fueron derribados y cuáles no, puesto que se reconstruyeron con el mismo tipo de teja: los de color más oscuro son los que se conservan de antes de la guerra y los más claros los que se reconstruyeron después, siendo éstos últimos los más numerosos.
La mirada serbia
La narrativa hegemónica plantea que fueron los serbios los principales agresores (Sarajevo y Srebrenica, entre otras masacres) y los Bosnios las principales víctimas. A los croatas es habitual situarlos en un extraño punto intermedio.
En relación a la guerra croata-serbia (1991-1995), es la declaración de independencia croata y la ofensiva croata en la región de Krajina (zona croata de mayoría Serbia), tras su separación de Croacia y adhesión a Serbia, la que
va desencadenar el conflicto entre Croacia y Serbia en 1991. Como respuesta a la declaración de independencia croata y a lo sucedido en Krajina, Serbia ataca a Croacia en diferentes puntos del país.
Vemos cómo la mayoría Serbia de una zona de Croacia pretende permanecer en Yugoslavia declarando la República Serbia de Krajina, frente a lo cual los croatas responden con la Operación Tormenta, una ofensiva de limpieza étnica y crímenes de guerra que tiene como consecuencia la expulsión de aproximadamente 250.000 serbios de Krajina.
Ante Gotovina, junto a otros, tras pasar varios años prófugo de la justicia, fue detenido en Tenerife y posteriormente juzgado por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, por desapariciones, torturas, crímenes de lesa humanidad y genocidio. Fue condenado a 24 años de prisión por el ataques de Krajina pero en 2012 el Tribunal anuló la sentencia por falta de pruebas y lo declaró inocente.
Desde Serbia las declaraciones de independencia de Eslovenia, Croacia y Bosnia, al igual que sucediera en Montenegro en 2006, se han visto como un ataque a su integridad territorial. Pese a estar ya resueltos los conflictos territoriales en los países mencionados, Belgrado debe afrontar aún el de una región/estado que cada vez es reconocido por más países en el mundo como es Kosovo.
Poco a poco va quedando lejos ya la guerra civil de los Balcanes, por lo que es preciso acercar posiciones y normalizar las relaciones diplomáticas en base a la recuperación de la memoria histórica, el juicio de los crímenes de guerra cometidos. Tarea nada fácil pero necesaria, que permitirá mirar hacia un futuro compartido en lo político, en lo social y en lo económico.
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One comment
NNNNNNN
31/07/2019 at
Tengo una critica constructuva. El Autor de esta nota puede escribir de una manera mas clara este suceso. Se que es complejo, pero su forma de escribir lo hace mas complejo de lo que ya es