18/04/2024 MÉXICO

¿Ha triunfado la democracia en Túnez? Balance de cuatro años tras la ‘primavera árabe’

Túnez ha sido el único país de los que protagonizaron las llamadas 'primaveras árabes' en el cual puede apreciarse un cambio político real. Podemos decir, que ha triunfado la democracia?

Túnez ha sido el único país de los que protagonizaron las llamadas ‘primaveras árabes’ en el cual puede apreciarse un cambio político real. El régimen dictatorial del derrocado Ben Alí ha dado paso a un sistema ciertamente democrático, en el que se ha aprobado una Constitución nacional elaborada mediante un consenso entre las diversas fuerzas políticas y se han celebrado elecciones legislativas y presidenciales que han permitido una cierta alternancia en el poder. Justo cuando se han cumplido cuatro años, el pasado 14 de enero, de la huida del dictador y el fin del régimen, es obligatorio preguntarnos si la democracia ha triunfado realmente en Túnez.

La incógnita de Essebsi

El pasado 21 de diciembre se celebró la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, con el triunfo de Beji Caid Essebsi, líder del partido Nidá Tunis, que obtuvo el 55’68% de los votos, frente al 44’32% obtenido por Moncef Marzuki –el hasta entonces actual presidente de la república, elegido por la Asamblea Constituyente. La participación en esta vuelta fue algo más baja que en la primera –59’04% y 64’6% respectivamente. Este resultado confirma la consolidación de la formación, que también obtuvo la victoria en las elecciones legislativas celebradas en el mes de octubre de 2014, con 85 escaños, frente a los 69 escaños de Enhada, que queda relegada a la oposición. Pese a la oferta de los islamistas para realizar un gobierno de unidad nacional, Nidá Tunis declina esta opción y prefiere pactar con partidos más afines para llegar a los 109 diputados requeridos para la formación de gobierno.

Seguidores de Beji Caid Essebsi, en Noviembre de 2014. AFP Photo/Fadel Senna
Seguidores de Beji Caid Essebsi, en Noviembre de 2014. AFP Photo/Fadel Senna

La elección de Essebsi plantea diversos interrogantes. Por un lado, es un líder conservador y secular, y como tal, opuesto a los islamistas de Enhada, a los que ha conseguido derrotar. En este sentido, ambos comicios parecen vislumbrar un futuro de Túnez en el que el dominio político y religioso quizás puedan caminar por separado. Por otro lado, Essebsi forma parte de la vieja guardia de Ben Alí, lo que despierta temores entre la población de una posible vuelta a formas más dictatoriales de gobierno. El nuevo presidente se declara seguidor de Habib Burguiba y su idea de gobierno es uno formado por tecnócratas para modernizar el Estado, lo que deja fuera de esta construcción del país a la importante sociedad civil tunecina. Otro factor negativo es que Essebsi tiene 88 años y, pese a su experiencia en diversos ministerios y cargos parlamentarios en los dos regímenes anteriores, representa la clara muestra de la obstaculización del acceso de los jóvenes al poder, pese a haber sido los artífices de la revolución.

Democracia y recursos naturales. ¿Compatibles?

Tras el impasse que supuso la Asamblea Constituyente, finalmente la Constitución tunecina fue aprobada el 26 de enero de 2014. Esta Constitución ha sido calificada como una de las más progresistas hasta la fecha. En ella se incluye un artículo bastante novedoso en lo que se refiere a los países árabes: el artículo 13 otorga poder al Parlamento para decidir qué contratos de explotación de recursos naturales pueden ser firmados y cuáles no. En un mundo árabe en el que el oro negro es el rey, una disposición de este calibre no podía generar más que dificultades.

El negocio de los recursos energéticos se caracteriza por su falta de transparencia. Túnez carece de medios técnicos para explotar sus propias reservas de gas natural, por lo que lo compra a British Gas, empresa encargada de explotar los yacimientos tunecinos. Anteriormente, estas concesiones se realizaban por el Ministerio de Industria. El nuevo artículo 13 permite al Parlamento y a su comité revisar estos contratos. Esto ha provocado enfrentamientos entre los miembros del gabinete por un lado y los comisarios por otro.

Túnez necesita urgentemente los ingresos procedentes de la energía para poder poner en funcionamiento su economía pero lo hace a costa de la soberanía sobre sus propios recursos naturales. Muchos de los contratos a los que el comité dijo “No” eran ilegales, extensiones de concesiones anteriores que no cumplían los mínimos requisitos legales. Cuando el comité rechazó tres contratos, el gobierno dejó de presentarle más. Las presiones de las empresas multinacionales involucradas y los intereses en el negocio energético de algunos miembros del gabinete han provocado la muerte de un mecanismo de control que pretendía arrojar transparencia sobre la explotación de los recursos naturales tunecinos. Y no sólo eso, el presidente del comité, Chafik Zerguine, fue sometido a persecución policial por parte del gobierno tunecino.


Derechos humanos, libertad de expresión y seguridad

Los derechos humanos y la libertad de expresión aún son una asignatura pendiente en Túnez. Vivimos el caso de Amina Tyler, activista de Femen, quien fue arrestada por colgar en internet unas fotografías suyas desnuda. Y, más recientemente, nos encontramos con el caso del bloguero Yassine Ayari, encarcelado por un tribunal militar por realizar críticas contra el ejército. Si Túnez quiere avanzar hacia la democracia, tiene que respetar la libertad de expresión de manera efectiva, tal y como queda reconocida en el artículo 31 de la nueva Constitución. Ello incluye la crítica a instituciones del Estado, incluido el ejército. Además, el enjuiciamiento por parte de un tribunal militar vulnera todos los derechos civiles.

En la foto, Amina Tyler posa desnuda, como acto de reivindicación.
En la foto, Amina Tyler posa desnuda, como acto de reivindicación.

Respecto a la seguridad, es preocupante el elevado número de tunecinos que han partido hacia Siria e Irak para unirse a las filas del Estado Islámico (EI) y otras organizaciones similares. Sin embargo, esto también tiene un lado positivo: quizás significa que los yihadistas tunecinos no tienen sitio en su sociedad para llevar a la práctica su ideología mortífera. Tras la serie de atentados contra personalidades políticas tunecinas que pusieron en riesgo el proceso de transición democrática, el país parece retomar el control sobre este factor de riesgo que puede verse ahora revitalizado por el desembarco de EI en Libia. Es por ello de vital importancia que los países occidentales apoyen este proceso de democratización como forma de blindar al Estado tunecino y, de paso, a Europa occidental del auge del yihadismo en el norte de África.

Balance final: paso a paso hacia la democracia

Muchos autores señalan que una transición democrática se ha completado en un país cuando ha habido dos alternancias de poder pacíficas. En Túnez esto ya ha tenido lugar tras dos rondas electorales. Sin embargo, aún es demasiado pronto para lanzar las campanas al vuelo. Nadie sabe con certeza qué rumbo tomará el gobierno de Essebsi ni qué papel jugará la oposición islamista. Es de esperar que su actitud sea la misma que han tenido hasta ahora: de consenso y diálogo político. Por otro lado, son muchos actores de la revolución, especialmente los jóvenes y los activistas, los que más se han visto defraudados por algunas de las prácticas acontecidas durante todos estos meses, como los casos de corrupción o las violaciones de derechos humanos.


Aunque no todo es negativo. Algunos de los problemas que Túnez sufre son los mismos que sufren muchas democracias occidentales consolidadas: el enfrentamiento público-privado, la corrupción de altos cargos políticos o la amenaza del yihadismo internacional. Apoyar el proceso democratizador que han elegido los tunecinos se impone como una obligación moral y también práctica para los líderes de nuestros países.

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Foto de Portada: Huffington Post / AP

Esta es una explicación sin ánimo de lucro

 

 

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Victoria Silva

Villanueva de Córdoba, España. Soy graduada en Periodismo y Comunicación Audiovisual y actualmente cursando Máster en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos y Máster en Paz, Seguridad y Defensa. Me encanta viajar, devorar libros de historia y política y el rap es mi otra gran pasión. Activista de Amnistía Internacional Madrid. vickysilvasanchez90@gmail.com


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