28/03/2024 MÉXICO

Moscú agitador, Moscú pacificador
Exposición sobre la URSS [Foto: Emiliano vía Flickr]

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Los hechos sucedidos en Ucrania a lo largo de este año enlazan con una política expansionista iniciada y cada vez más robusta del presidente ruso, Vladímir Putin, en la que va sumando territorios con el fin de recuperar parte del “Russkiy Mir” (el mundo ruso, en castellano) perdido después de la desintegración de la Unión Soviética. Uno de los aspectos más claros de esta política es la expansión territorial, aprovechando lo que él entiende como la identidad rusa: toda persona que hable o, simplemente, se sienta rusa. Aún así, no queda del todo claro si la estrategia pasa por anexionar territorios tanto como desestabilizar una región que flirtea con la idea de ingresar en la órbita occidental ya sea a través de la Unión Europea como de la OTAN. Un breve repaso a lo sucedido desde la disolución de la Unión Soviética revela las intenciones contradictorias del gigante ruso.

Qué vino antes de Ucrania

Se entiende por conflicto congelado el escenario existente cuando después de una crisis o una guerra el enfrentamiento sigue latente, incluso cuando se ha firmado un acuerdo de paz. A pesar de lo flexible del concepto, en relaciones internacionales suele estar vinculado a los conflictos irresolutos en los países de la esfera soviética.

Bandera de Transnistria: ésta era la bandera de Moldavia durante el periodo soviético [Foto: Marisha via Wikipedia]

Cuatro son los nombres que vienen a la cabeza cuando se asocia conflicto congelado y Rusia: Transnistria, Abjasia, Osetia del Sur y Nagorno-Karabaj. A día de hoy, Moldavia, Georgia y Armenia se niegan a reconocer la independencia de las regiones pero el peso que supone la presencia militar y asistencial rusa hace que de facto actúen como estados independientes. Cabe resaltar que el único que está cerca de ser reconocido por la comunidad internacional es Transnistria, atendiendo a una resolución del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Todos ellos forman parte de la Comunidad para la Democracia y los Derechos de las Naciones, plataforma de pomposo nombre usada para dotarse mutuamente de legitimidad, aunque ninguno goce de ella a ojos de la Unión Europea, la ONU o la OTAN.

Y esto, ¿a quién beneficia?

Nadie duda a la hora de señalar a Rusia como la mano que mece estos movimientos nacionalistas. Agita la zona y se presenta como pacificador de la misma una vez sucede la rebelión. Mediante el suministro de armas y, llegado al caso, de militares, promueve los alzamientos y crea una inestabilidad que impide la unidad de los países que recuperaron la independencia hace ya casi un cuarto de siglo. Éstos se ven incapacitados para presentar batalla y sucumben. En un primer momento podría parecer que la intención fuera anexionar estos territorios, muchos de ellos ni siquiera limítrofes, aunque rascando un poco más se van entendiendo otros motivos: detener su acercamiento a occidente y evitar perder su capacidad de influencia. La OTAN no aceptaría un miembro con disputas territoriales sin resolver, como ya dejó claro el ex Secretario General de la organización Anders Fogh Rasmussen, por lo que el amparo militar al que podrían acceder queda denegado.

Conflicto congelado como herramienta política

Por lo tanto estamos ante un uso político de este tipo de conflicto, que ha dejado miles de muertos y desplazados. Este hecho no impide que Rusia sea vista por sus nuevos, o recuperados, ciudadanos como un actor que simboliza justicia y prosperidad, a pesar de no terminar de cerrar las operaciones. En el último caso, Donbás y Crimea, los rebeldes entienden que fue Ucrania quien primero desestabilizó la zona al derrocar al


Ejemplo del territorio que Rusia quiere recuperar de acuerdo a su proyecto [Biblioteca Nacional de España vía Flickr]

presidente electo, Víktor Yanukóvich, quien representaba los intereses de los rusófilos. Siguiendo esta lógica, ante esta provocación Moscú no tuvo más remedio que actuar para defender la seguridad e intereses de la población rusa.

Otros aspectos colaterales

Descrito lo que supondría a nivel geopolítico no se puede obviar otro motivo: el económico. Mirando en el mapa dónde están ubicados parte de las regiones en conflicto comprobamos que ocupan una franja de la región del Cáucaso, habilitando así la conexión con el mar Caspio, ergo los recursos naturales que de ahí provienen. La llamada ruta energética del Cáucaso sur facilitaba el petróleo y gas a Europa sin el control ruso, situación ya “arreglada” con el control de ciertas áreas.

Novorossia

Putin está revolviendo en el baúl de los recuerdos y quiere dar lustre a la idea de la Gran Rusia, esa que abarca a los territorios donde haya rusos, tanto en su dimensión étnica como cultural y lingüística, independiente de dónde estén habitando. Si acudimos a la web “Russkiy Mir”, pinchando en el apartado ideología, podemos leer lo siguiente:


La paz es la ausencia de discordia. El “Russkiy Mir” es además la reconciliación rusa, la aprobación, la armonía rusa, la unidad, las escisiones superadas del siglo XX. Esta serie de acontecimientos simbólicos forma ya esta situación – la unión de las iglesias, la exhumación y nuevo entierro de figuras importantes de la emigración”.

La idea que se proyecta desde esta plataforma oficial es solo una de las caras del proyecto: la romántica idea de la unión de los pueblos que creen en una Nueva Rusia fuerte, un resurgimiento del ave fénix. Sin embargo, nada dice sobre el respeto a la soberanía nacional y a los derechos humanos o violaciones de libertades básicas. Analizando cómo ha actuado Rusia en los conflictos que ha promovido comprobamos que la paz no es la ausencia de discordia, de la misma manera que mantener congelado un enfrentamiento es perpetuar una situación cruel e injusta para la población de esos territorios, independientemente de que formen o no parte de la comunidad.

 

Ésta es una explicación sin ánimo de lucro

Foto de portada: Exposición sobre la URSS. Emiliano vía Flickr.

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Ricardo Lenoir

Madrid. Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense. Máster en Gestión y Dirección de Seguridad por la Universidad Carlos III. Tras trabajar durante casi una década en la gestión de situaciones de crisis y de emergencia médica, orienté mis esfuerzos hacia la investigación académica sobre temas de seguridad, desde el prisma de la geopolítica. Actualmente coordino las actividades de la Asociación de Periodistas Europeos, una entidad abierta a todos aquellos profesionales de los medios de comunicación comprometidos en la defensa de las libertades y en la construcción europea. Autor del blog clavesgeopoliticas.wordpress.com


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