28/03/2024 MÉXICO

El artista que se convirtió en político y devolvió la ilusión a su pueblo

Tras años de dictadura comunista y una década de desastrosa democracia los habitantes de Tirana recuperaron la alegría gracias a la creatividad de su alcalde, Edi Rama, un artista que llenó la ciudad de color.

Llegó al consistorio de Tirana y devolvió la alegría y la esperanza a los ciudadanos de la capital de Albania. ¿Cómo consiguió Edi Rama revivir a una comunidad destrozada por la corrupción y el creciente crimen? Con una idea que solo podría tener un artista: sacando la paleta para llenar los deprimentes edificios grises de colores vibrantes y devolviendo las zonas verdes a la ciudad.

Cuando Edi Rama se convirtió en alcalde de Tirana en el año 2000 se enfrentó a una sociedad desilusionada y desencantada con la democracia y sus instituciones locales. Con un presupuesto ajustado, Rama se propuso renovar el ayuntamiento y devolver la ciudad a los ciudadanos. Pero, ¿qué fue lo que hizo exactamente para ganarse la confianza de la gente? Él mismo explica las decisiones que tomó y a lo que se tuvo que enfrentar en el TEDTalk de Mayo de 2012.

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¿Quién es Edi Rama?

Tirana, Albania. Flickr / net_efekt

Edi Rama es el Primer Ministro de Albania desde 2013 y líder del Partido Socialista desde 2005. Antes de eso, desde el año 2000 hasta el 2011, fue alcalde de Tirana, capital del país y su ciudad natal. Pero lo más importante es que mucho antes de ser político Rama era artista, y eso es algo que dejó ver durante sus años como alcalde. Como él mismo dice “me encanta la dicha que el color puede traer a nuestras vidas y a nuestras comunidades y, por eso, intento acercar al artista que hay en mí a mis políticas”.

La importancia de esta ciudad se ve reflejada en el dicho popular “Tirana es Albania y Albania es Tirana”.

Retrato de Tirana: ¿qué se encontró Rama cuando llegó al consistorio?

En el 2000 Tirana era una ciudad hecha pedazos a causa de los políticos corruptos y el crimen organizado que se habían hecho con la capital tras la crisis sufrida una vez caído el régimen comunista. Desde los inicios de los 90, la ciudad albanesa recibió oleadas de inmigrantes de las zonas rurales en busca de nuevas oportunidades: su población se duplicó en los primeros diez años de democracia –de 277.000 habitantes en 1989 a 610.00 en 2001.


A consecuencia de estas migraciones masivas y de la falta de una ley clara sobre propiedad privada y la falta de planificación urbana, cientos de viviendas y edificios ilegales fueron construidos. Se cree que aproximadamente el 70% de las construcciones realizadas en la década de los 90 carecía de los permisos necesarios, la mayoría de ellos restaurantes y bares construidos en zonas verdes, que si bien al principio revitalizaron la ciudad, con el tiempo acabaron convirtiéndose en el perfecto caldo de cultivo para el crimen organizado y la corrupción. El creciente número de productos a la venta atrajo a su vez montañas de basura –cajas, botellas de plástico, bolsas y todo tipo de deshechos- que, debido a la ineptitud de los servicios municipales, se acumularon en los alrededores de la ciudad y en sus propias calles. En los 90 Tirana pasó, por consiguiente, de haber vivido cincuenta años de stalinismo a verse inmersa en una década de capitalismo anárquico.

Una nueva Tirana

Un edificio pintado en Tirana, Albania. Flickr / Tal Bright

Cuando Edi Rama llegó a la alcaldía tomó las riendas de una ciudad caótica que necesitaba salir del círculo vicioso en el que había caído durante los 90. Para ello, comenzó por derribar todos los edificios ilegales construidos en los parques, y en su lugar colocó arbustos, árboles y césped. Lo que le siguió fue lo propio: regularización de edificios, aprobación de nuevas normativas urbanísticas y, en definitiva, un intento por que que Tirana se normalizase y se convirtiese en una verdadera capital. Pero el cambio más sorprendente vino de la mano de la orden de pintar las fachadas de todos los edificios de la ciudad: los viejos bloques de apartamentos con estilo comunista se convirtieron, de una mano de pintura a otra, en construcciones coloridas con diseños modernos y tonalidades vibrantes.

El nuevo consistorio tomó las riendas del municipio y gracias a los pasos iniciales de revitalización de edificios, parques y calles la confianza de los ciudadanos en su gobierno local se fue restableciendo: por primera vez el gobierno se hacía cargo de las necesidades y preocupaciones del electorado. Más de quinientos empleados del consistorio, que nunca habían aparecido por allí, fueron despedidos y con ellos se fueron los malos vicios para ser reemplazados por un pequeño grupo de trabajadores modelo: jóvenes políglotas que han cambiado el rumbo del Ayuntamiento. A pesar de las críticas recibidas –la oposición le ha acusado de maquillar la recuperación y no abordar los verdaderos problemas de los ciudadanos– está claro que durante su mandato tanto el Ayuntamiento como la ciudad recibieron un cambio de imagen y comenzaron su camino hacia la transparencia y la modernidad.


Foto de portada: unos edificios de colores muestran el resultado de la iniciativa del alcalde de Tirana. Flickr / Lassi Kurkijärvi

Esta es una explicación sin ánimo de lucro

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Raquel Nogueira

Gijón/Madrid, España. Feminista, ecologista y amante de los idiomas. Soy licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual y tengo un máster en Relaciones Internacionales con especialización en Paz y Seguridad Internacional. Me apasiona el periodismo y la escritura, trabajar con ONG y conocer nuevas culturas e idiomas. Viví un año en Estados Unidos y he trabajado en prensa, televisión y departamentos de comunicación. Actualmente vivo en Madrid, trabajo en la revista Ethic y me paso los días buscando nuevos retos y proyectos. E-mail: rqlnogueira@gmail.com


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