La mañana del 2 de junio se ha conocido la noticia de boca de Mariano Rajoy: el Rey ha decidido abdicar y dejar paso a Felipe, que será conocido como Felipe VI. A la una de la tarde aproximadamente, hora peninsular, se ha emitido un mensaje grabado por el Rey, en el que en seis minutos –una aparición particularmente corta, dada la envergadura del mensaje– ha explicado sus motivos para abdicar, destacando por encima de todo la necesidad de una renovación generacional.
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El contexto: crisis política, económica e institucional
La Casa Real ha sido, desde la Transición, la institución política con más tasa de aprobación ciudadana. Aún así, lleva suspendiendo desde 2011, recibiendo una nota de 3,72 en la última encuesta del CIS de 2014. España está sufriendo además una crisis política de dimensiones enormes. A nivel partidista, el tradicional bipartidismo PP-PSOE parece peligrar tras las europeas, con la aparición de nuevas fuerzas políticas alternativas como Podemos o Equo. A nivel político, temas como la reivindicación catalana del derecho a decidir y la necesidad de reformar la Constitución está tensando las relaciones entre los territorios. A nivel económico, el país lleva sufriendo una fortísima crisis desde hace ya media década que ha hecho mella en el futuro laboral y financiero del país. A nivel de cultura política, se han destapado numerosos casos de corrupción en ambos partidos mayoritarios y también en instituciones políticas menores como puedan ser diputaciones o cámaras de comercio. Por supuesto, la corrupción también ha salpicado a la Casa Real, especialmente a Urdangarín y en menor medida a su esposa, la Infanta Cristina.
Todo esto ha llevado a una crisis social de dimensiones astronómicas, donde muchos de los valores políticos y sociales se están poniendo en duda.
¿Motivos para abdicar?
La abdicación del Rey Juan Carlos va a ser, sin duda, uno de los eventos más importantes de la década a nivel político español. Tal y como él mismo ha mencionado en su comunicado oficial, se trata de dar paso a las “nuevas generaciones que reclaman su papel protagonista”. Numerosos comentaristas políticos de este país han mencionado que tras la abdicación del Rey el periodo de la Transición se da oficialmente por terminado. Sea cierto o no, sí que es verdad que una etapa política acaba hoy.
Sin embargo, otros factores pueden haber ayudado a la toma de esta decisión, que se hizo en el pasado mes de enero y se comunicó al Presidente del Gobierno y al Líder de la Oposición el pasado marzo. Uno sobre los que más se ha especulado es la salud del Rey. Con 76 años, y recurrentes problemas de salud, es posible que el Rey ya no se sienta capaz de realizar sus funciones de manera correcta. Es quizá por eso que en los últimos años ha delegado parte de su agenda al Príncipe de Asturias.
Otro motivo puede ser la falta de fe de los españoles en la clase política del país, tras los numerosos escándalos de corrupción y la falta de respuestas políticas a temas de máxima preocupación como la falta de actividad económica y la crisis del encaje de Catalunya en España.
¿Y ahora qué?
A España se le presentan diversas alternativas ahora mismo. Tanto el Presidente del Gobierno como el Líder de la Oposición han reiterado en sus discursos la normalidad y estabilidad del proceso sucesorio, dando por hecho que la abdicación del Rey no tiene nada que ver con la situación política del país y que en unas semanas todo volverá a su cauce tras el acceso al trono de Felipe VI. Han afirmado que se va a aprobar una Ley Orgánica para poner en marcha la sucesión a Juan Carlos, tal y como prevé el artículo 57.5 de la Constitución. Es importante destacar que el Príncipe de Asturias aún no se ha pronunciado públicamente al respecto.
Por otro lado, esta abdicación reaviva el debate público sobre el modelo de Estado de España. Es decir, hoy hay muchos españoles preguntándose si no sería mejor que España se convirtiera en una república. A tal efecto, diversos grupos políticos como Podemos, IU y las juventudes del PSOE han reclamado un referéndum para que el pueblo español pueda decidir libre y democráticamente si quieren que España continúe siendo una monarquía constitucional o no. Paralelamente, miles de ciudadanos se han concentrado en los centros de las ciudades y pueblos de todo el país reclamando de igual modo la apertura de un proceso constituyente. Aún es pronto para asegurar si dicho referéndum se producirá o no, pero en cualquier caso está claro que es una posibilidad real.
Un referéndum aportaría legitimidad porque permitiría al pueblo español ejercer su soberanía. Por otro lado, un proceso sucesorio rápido aportaría estabilidad a un país con graves problemas políticos. Los defensores del modelo republicano argumentan que un jefe de Estado electo es un requisito indispensable para ser una democracia plena del siglo XXI. Por el contrario, los defensores de la monarquía argumentan que ahora mismo hay poca gente en España tan preparada como el Príncipe Felipe para ser jefe de Estado, y que el hecho que la jefatura del Estado sea una figura institucional y no política ayuda a que el país tenga una mejor imagen en el exterior, dotando a España de los mejores embajadores posibles.
Ocurra lo que ocurra, la abdicación del Rey Juan Carlos marca el fin de una era que, con sus más y sus menos, ha sido marcada por la entrada del país en la democracia y la modernización de su cultura política. Habrá que esperar a ver si el pueblo español reclama ejercer su soberanía sobre el futuro modelo de Estado y, en caso que lo haga, habrá que ver si las instituciones políticas del país lo permiten.
Foto de portada: Cartel en contra de la sucesión de Felipe de Borbón, durante la manifestación del 2 de junio en Barcelona / Iris Aviñoa
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