18/04/2024 MÉXICO

Desigualdad en Europa: la enfermedad del siglo XXI
Pobre vieja Europa [Foto: Txanoduna vía Flickr]

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Cuatro millones de personas en España no pueden hacer frente al pago de la calefacción en invierno, según Ecoservis. Al mismo tiempo y en el mismo país, los sueldos de los altos directivos de las eléctricas rondan los 474.000 euros, superando 53 veces el salario mínimo (8.979,63 euros en 2012 según la Comisión Nacional de Mercado de Valores).

La desigualdad parecía algo lejano, una abstracción, hasta que ha llegado a Europa. ¿Qué es la desigualdad? ¿Cómo es ser pobre en una región desarrollada? La brecha social es el número de veces más que gana el 20% más rico con respecto al 20% más pobre.

Ser pobre en Europa

Ser pobre en Europa se mide en términos de pobreza y exclusión social. Por ejemplo, una familia de cuatro miembros que vive con menos de 15.000 euros al año -umbral de la pobreza, correspondiente al 60% de la media de ingresos de su país- con alguno de sus miembros sin trabajo y que no disfruta de lo que se considera normal en su país y época –privación material-, como no tener electricidad o nevera en España o elegir entre poner la calefacción o comer en el Reino Unido.

España es el segundo país más desigual de la UE por detrás de Letonia, donde el 20% más rico concentra el 44% de los ingresos, frente al 20% más pobre que tiene el 6,6%, como ha denunciado el último informe de riqueza extrema de Oxfam “Gobernar para las élites”. En España, más de dos millones de españoles viven por debajo del umbral de la pobreza, siendo los niños el grupo de edad más pobre. Mientras, sus compatriotas más pudientes han crecido un 13%.

Nuevo mapa europeo

Es solo una muestra del nuevo mapa europeo donde hay una paradoja. Siendo una región donante en materia de cooperación internacional, ahora sus expatriados regresan para atender sus propias necesidades. En Grecia, los fuertes recortes han afectado seriamente a la salud de la población, según denunció el informe de la revista médica The Lancet, haciendo resurgir infecciones como la malaria, repuntando los niveles de SIDA o elevando el número de suicidios.

En España, tres millones de personas viven con menos de 307 euros al mes, según los datos del Observatorio de la Realidad Social de Cáritas. En Alemania, casi 8 millones sobreviven con 450 euros al mes y en el Reino Unido los bancos de alimentos se han multiplicado.


Europa ya está padeciendo la “enfermedad del siglo XXI”: una brecha social que choca en lo que era una zona próspera. Realidades como la pobreza energética,  los desahucios, los niños que van al colegio sin desayunar o los casos de mala calidad de la nutrición tienen soluciones como los bancos de alimentos, los comedores sociales o el movimiento anti desahucios en España. Todas son soluciones que parten de la iniciativa y organización de los ciudadanos, y que entran en lucha contra el gigante de las políticas del recorte.

El Payaso de la Gran Vía [Fototastisch vía Flickr]
El Payaso de la Gran Vía [Fototastisch vía Flickr]

Desigualdad: obstáculo para el progreso

La pérdida de empleo, unos presupuestos austeros con recortes, las soluciones protectoras para las grandes fortunas y la pérdida de becas están dilatando la brecha.


El recorte de las prestaciones sociales básicas ha deprimido a las familias de renta baja, haciendo que los pobres sean más pobres. Un niño que hoy nace en una familia pobre tiene menos posibilidades de revertir su situación. Por ejemplo, un niño que vive en una familia donde su padre y madre están en el paro, sin becas para los libros de texto, sin ayuda para el comedor, sin más prestaciones para la compra y con la amenaza del corte de luz o el desahucio difícilmente podrá desarrollarse.

La desigualdad es un riesgo global. Aumenta la tensión social y rompe la confianza entre ciudadanos e instituciones. Un informe del FMI de 2011 demuestra que si reducimos un 10% la desigualdad, ampliamos un 50% el periodo de expansión de la economía. Es decir, que si el dinero que genera el país es distribuido de manera equilibrada entre sus ciudadanos, crecemos. Esto supone ganar por encima del coste de las políticas de redistribución de la riqueza.  

¿Propuestas contra la brecha?

Por el momento, en Europa escasean las propuestas contra la desigualdad. Vincenc Navarro explicó en su blog que la tradición liberal parte de que la eficiencia económica va ligada a la desigualdad y corregir esa desigualdad va en contra del crecimiento económico.

Aún no están todas registradas, pero entre las coaliciones que se presentan a las elecciones europeas de mayo, el Partido de la Izquierda Europea es la coalición con más propuestas en esta dirección. Por ejemplo, el Frente Izquierda Francés, el griego Syriza y los españoles IU o PODEMOS.

Jean Luc Mélenchon, que lidera la coalición europea y el Frente Izquierda, ha contemplado en su programa francés un salario mínimo de 1700 euros y un máximo en las empresas públicas y los grandes grupos que no supere los 360.000 euros. También ha impuesto un gravamen a los exiliados fiscales que fijan su residencia en el extranjero para no pagar impuestos en Francia.


El alemán Martin Schulz, que lidera el Partido Socialista Europeo, y que se presenta por la coalición de los socialdemócratas ha expresado opiniones como “En la parte más rica del mundo tenemos una distribución muy injusta de la riqueza. El fraude fiscal de los europeos que más dinero tienen asciende a un billón de euros, que están escondidos en paraísos fiscales. Recuperar el 10% supondría 100.000 millones más de euros en los presupuestos públicos. Hay muchos países de la UE con problemas y con esa cantidad se podrían ofrecer promesas de justicia social.”

Ésta es una explicación sin ánimo de lucro.

Foto de portada: Pobre Vieja Europa fuente: Txanoduna vía Flickr.com

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Ianire Molero Olmos

Periodista especializada en Desarrollo Global, Cooperación y Desarrollo. Ha trabajado en temas de participación, derechos de infancia e investigación en UNICEF en Centroamérica y ahora en España. Desde Honduras contó historias para elmundo.es y otros medios españoles sobre política y DDHH y trabajó en la ONG inglesa BITC en Londres. Sus contribuciones son independientes.


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