18/04/2024 MÉXICO

Nosotras rezamos, ¿nosotras decidimos?

A Muslim woman prays at the Baiturrahman grand mosque in Banda Aceh
¿Han avanzado los tunecinos en valores gracias a la Revolución de la Primavera árabe? Nuestro artículo de hoy responderá esta pregunta analizando la cuestión el contexto de Oriente Medio en su conjunto.

Valores, percepciones, y… prejuicios, en la Primavera Árabe


El titular poco o nada tiene que ver con el clásico malogrado “nosotras parimos, nosotras decidimos”. O sí. El 9 de enero de 2014, la revista Foreign Policy se hacía eco de un estudio realizado por el Centro de Investigaciones Sociológicas de la Universidad de Michigan en el que el objeto del mismo son los valores y percepciones de los tunecinos a raíz de la Primavera Árabe. Sintetizando: ¿han avanzado los tunecinos en valores gracias a esta revolución? Con el fin de obtener una respuesta, el informe presentado se ha valido de una metodología basada en opiniones de personas encuestadas en Túnez en cuanto a valores, derechos y libertades se refiere, que contrastan por otro lado, con las opiniones venidas de otros encuestados en países de Oriente Medio, a saber: Egipto, Irak, Líbano, Pakistán, Arabia Saudí y Turquía.

Hasta ahora, el mundo ignoraba que Irak, Pakistán, o Turquía también habían formado parte de la Primavera Árabe. Pero nadie dijo que las opiniones sesgadas, no podrían ser osadas. Sin dejar de lado el meollo de la cuestión, para evaluar tales valores y percepciones, sobre la Primavera Árabe y sus posibles avances políticos como objeto de estudio, el informe presentado se centra en el modo que  tienen estos países musulmanes (apuntar que Turquía, por ejemplo, es un estado laico, y los musulmanes pueden no gozar de más libertades religiosas que otros ciudadanos confesos, como el caso de Leyla Şahin vs Turquía de la Corte Europea de Derechos Humanos viene a demostrar) de ver y percibir los valores de países occidentales. Cuestiones como la conspiración y preocupación de Oriente Medio hacia la cultura de Occidente, la simpatía y otras actitudes como el odio hacia los americanos (entendiendo como americanos a los estadounidenses), y el papel de la mujer en la religión, en concreto, la manera de vestir de las mujeres, han sido objeto de desarrollo de este revelador informe.

Con las mujeres, hemos topado

El estudio se ha preguntado por el papel de la mujer en la economía de los países de Oriente Medio, en la educación y en las políticas de igualdad. Y como no, también en el rol que deben jugar acorde al Islam. Para ello, se presenta una estadística detallada en la que, encuestados de los países citados (hombres y mujeres a partir de los 18 años, y de diferentes confesiones religiosas) exponen cómo prefieren que las mujeres musulmanas vistan cuando acuden a lugares públicos. Y entonces, es cuando saltan los resortes. Los resultados son, cuanto menos, reveladores. Algunos dirán que erróneos. Pero, ¿qué pasa con la pregunta?  ¿Por qué no preguntan exclusivamente a las mujeres de Oriente Medio qué quieren hacer con sus velos? ¿Por qué la decisión de cómo una mujer debe sentirse y actuar espiritualmente debe ceñirse a lo que opine la sociedad? Y ¿por qué el cómo debe vestir una mujer musulmana depende de lo que un joven cristiano de 20 años de Turquía opine?

Del estudio se supone revelador, hasta qué punto Túnez ha avanzado o no en valores, derechos y libertades, entendiendo éstos desde una perspectiva occidental. Pero lo llamativo de esta encuesta, se deja caer también en la repercusión que ha tenido por poner a las mujeres como objeto medidor de tales derechos, valores y libertades desde la sociedad que más defiende a este género de su cosificación: la occidental. Resulta curioso que se mida el avance de una sociedad por la libertad que las mujeres gozan en el seno de ésta. Y la realidad es que en todas las sociedades alrededor del mundo, en mayor o menor medida, la libertad de la que gozan las mujeres es más que susceptible de ser mejorada. Sin ir más lejos, parar la estigmatización y discriminación de las mujeres musulmanas en Occidente ya es un reto y objetivo de organismos defensores de Derechos Humanos.

El avance en cuestión de género, es una constante en desafío

Ni qué decir tiene, que cualquier oda al burka, la ablación del clítoris o las violaciones en masa a niñas que “deshonran” a sus familias, no dejan de ser una violación frontal de los Derechos Humanos de las mujeres con una retorcida y manipuladora interpretación de la religión, de la cultura y del sentido común. En sus versiones más light, encontramos la violencia por cuestión de género, la prostitución y trata de personas, o los derechos reproductivos de la mujer en el caso de la prohibición del aborto. Cuestiones de moral que recaen de modo sistemático en el género femenino, y que obvian la capacidad de acción y decisión de las mujeres de manera directa como parte afectada de de la sociedad. Hay que reconocer, que el avance en cuestión de género, es una constante en desafío.

En cuanto a la religión, que las mujeres deban cubrirse la cabeza y vestir de determinado modo para demostrar su fe en Dios, debería ser ante todo una opción personal, aunque no deja de oler a desigualdad el hecho de que sean mayormente ellas y no ellos, quienes lleven el peso de la tradición, algo que sucede en todas las religiones y partes del mundo. El aspecto de las monjas cristianas ortodoxas por ejemplo, no difiere del de muchas mujeres musulmanas: cubiertas de negro de pies a cabeza. Decidir sobre el propio cuerpo, ser conservador o no en la manera de mostrarte a la sociedad, es una decisión que debe recaer sobre la persona. Son también muchas las mujeres musulmanas con cincuenta y tantos que no se cubren la cabeza con hijab o llevan niqab, o las monjas que antes daban clase de religión en la escuela y llevaban las melenas al viento.


La propia decisión que han tomado todas estas mujeres de cómo vestir ante Dios y la sociedad, sin duda, las hace más libres. Porque ellas deciden motu proprio como quieren representar su fe, sin cuestionarse ante el resto de la sociedad. Y no dañan a nadie. Con velos o sin ellos. La fe de una mujer no debería medirse por su manera de vestir. Y llevar a cabo investigaciones de este tipo, basando los valores de una sociedad en la manera que ésta entiende deberían vestir sus mujeres, no hace sino dar más importancia a esta dinámica. No importa si es Oriente Medio, Occidente o Asia, la cosificación de la mujer es algo global. Y he aquí un apunte para la comunidad investigadora, y la sociedad en general: para las mujeres, ateas,  musulmanas, judías, cristianas, agnósticas, hindúes, o de cualquier otra confesión terrenal, el problema no se centra en cubrirse o no con un velo la cabeza, sino en la estigmatización y el retroceso que provocan sobre nuestra libertad y derechos que nos pongan pañuelos en la boca, o las vendas que los demás llevan en los ojos. Sin duda alguna éste sí sería un buen objeto de estudio para el Instituto de Investigaciones Sociológicas de la Universidad de Michigan.

Foto de portada: mujer árabe rezando en una mezquita, fuente: onislam.net

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Ana Adela Rubio

Córdoba, España. Oficial de Derechos Humanos, actualmente trabajando para la Misión de Estabilización de la ONU en la República Democrática del Congo. Vivo convencida de que dando un poco de cada uno, se hace mucho para todos. Como dice un buen proverbio africano, si crees que eres demasiado pequeño para marcar la diferencia, es que entonces no has pasado la noche con un mosquito.


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