28/03/2024 MÉXICO

La crisis económica y la austeridad amenazan el derecho a la cultura en España

Recortes Mona Lisa y Cultura
La crisis ha dejado al aire las debilidades y excesos del sistema financiero español que desde 2008 lleva recibiendo inyecciones de dinero público, para lo cual otros servicios esenciales para el correcto funcionamiento de una democracia –educación, sanidad, pensiones, dependencia, empleo- se han visto afectados. Una de las primeras partidas en sufrir recortes presupuestarios –en el ámbito local, autonómico y nacional- fue la de Cultura.

A pesar de ser un Derecho Humano fundamental, las medidas de austeridad y lucha contra el déficit están poniendo en riesgo los logros de las últimas cuatro décadas en el acceso a la cultura, ya que cada vez menos personas pueden ejercerlo. Para muestra, un botón: España posee uno de los salarios más bajo entre los países de su entorno (753 euros frente a los 1.400 de Francia) y el IVA cultural más alto de toda la zona euro (las entradas al teatro se gravan con un 21 por ciento frente al 6,5 por ciento griego). El acceso a recursos culturales es básico en una sociedad con una democracia madura y de calidad.

La democratización de la cultura ha sido uno de los grandes logros en España, país donde las élites políticas y económicas han vetado históricamente el acceso de las mayorías sociales a la cultura y a la educación. En 1900 el 64 por ciento de la población española era analfabeta –en su mayoría mujeres- frente al 40 por ciento de la británica o el 20 por ciento de la francesa, más influidas por los efectos de la Ilustración y la revolución francesa. El antropólogo social Ernest Gellner reconoce como clave el “interés de esto gobiernos en invertir en la instrucción de su población”.

Desprecio a la cultura

En España el desprecio a la cultura viene de lejos. Cuando Ramón Valle-Inclán concibió a su criatura el esperpento remarcó la notable diferencia existente entre España y la Europa científica, culta e ilustrada (“España es una deformación grotesca de la civilización europea”). El protagonista de su obra maestra “Luces de Bohemia” (1920) Max Extrella, escritor ciego y desahuciado recorre un Madrid convulso al que llegan los ecos de la Semana Trágica de Barcelona, empobrecido y dirigido por mangantes. Tras su entierro, dos sepultureros mantienen el siguiente diálogo en la escena XIV:

Un sepulturero: ese sujeto era un hombre de pluma.

Otro sepulturero: ¡pobre entierro ha tenido!

Un sepulturero: los papeles lo ponen por hombre de mérito

Otro sepulturero: en España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo.

En la España de 2013, para minimizar el impacto de los recortes en cultura y la subida del IVA en 13 puntos –del 8 por ciento superreducido al 21 por ciento- el Ministro de Hacienda equipara cultura a entretenimiento. Pero frente a la superficialidad del  segundo, la primera requiere esfuerzo y ayuda a configurar las construcciones sociales y las escalas de valores. El entretenimiento es una vía de escape para distraer la atención de los verdaderos problemas, generando una población menos crítica.

Las consecuencias de la crisis en la cultura son de tres tipos. Para empezar, se demanda un Arte más comprometido lo que ha hecho que esa mezcla de Arte y activismo llamada Artivismo florezca. La mayoría de sus acciones tienen que ver con el rescate a los bancos, los desahucios (uno cada 15 minutos) y toda la problemática generada por la vivienda. Como ejemplo merece la pena mencionar los trabajos de FLO 6×8 y la Agustín Parejo School.

Entre la sociedad líquida y la desobediencia civil

En segundo lugar, si consideramos la cultura como una serie de valores, en España está teniendo lugar un proceso complejo a caballo entre lo que Zigmunt Bauman llama la sociedad líquida, donde todo es inestable y cambiante, y otra donde la desobediencia civil y la incorrección política surgen como nunca antes. Sin embargo, en el espacio entre ambas los ciudadanos experimentan miedo al futuro, desconcierto y la parálisis social derivada de la “indefensión aprendida” (“no se puede hacer nada”, “todos los políticos son iguales”). Todos estos son los signos que Naomi Klein describe como propios de una sociedad bajo la doctrina del shock.


Los valores de la post-modernidad (individualismo, tener en lugar de ser, inmediatez y temporalidad) le sentaban como un guante a la época dorada de la burbuja inmobiliaria. Durante crisis previas en España –como la de 1898 y la de 1936- pensadores y artistas ejercieron un papel de prescriptores sociales activo. En la actualidad han sido sustituidos por los nuevos iconos: millonarios, deportistas, modelos y estrellas musicales. Por lo tanto no había nadie para dar la voz de alarma de lo que se avecinaba y las voces disidentes pasaban inadvertidas.

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Finalmente, la cultura es un sector de actividad productiva que representaba el 4 por ciento del PIB y generaba más de medio millón de empleos directos. La subida del IVA a 21 por ciento ha supuesto un golpe letal para cines y teatros mientras espectáculos como el fútbol y los toros conservan un IVA reducido. En el caso de este último, minoritario y cada vez más cuestionado, ha recibido una subvención de 450 millones de euros mientras iconos como el Museo del Prado o el Liceo ven afectado su funcionamiento por la reducción presupuestaria. En el caso de las bibliotecas públicas, más necesarias ahora que nunca para los usuarios, se las tienen que apañar con un presupuesto de cero euros. En lugar de seguir la recomendación de UNESCO y convertir la cultura en un motor de desarrollo económico sostenible, se está destrozando.

La cultura como parte del procomún

Desde el estallido de la crisis, y tras los pasos del 15M, laboratorios culturales como Media-Lab-Prado, ColaBORABORA o CCCB Lab reivindican la cultura como parte del procomún (commons), es decir accesible a todos los miembros de la sociedad, siguiendo la teoría de la economista Elinor Ostrom. Dado que ni el estado a través de las subvenciones ni las grandes empresas a través del patrocinio parecen interesados en financiar proyectos culturales independientes, el crowdfunding a través de plataformas como Goteo (crowd-funding the commons) y Verkami cobra cada vez más fuerza.


Aduciendo el impacto del “retorno social”, diferentes colectivos piden a la comunidad que invierta en proyectos que pueden cambiar pequeñas cosas, desde transparencia (el impactante “Quien manda” de la Fundación Civio) hasta documentales, salas polivalentes, experiencias deportivas y culturales, etc ..).

Si España apuesta contra la cultura sus generaciones futuras se enfrentarán a una sociedad más desigual e intolerante. De hecho ya es el país con la mayor brecha entre ricos y pobres con 13 millones de personas viviendo bajo el umbral de la pobreza y un 13 por ciento más de nuevos ricos. Además, si las medidas de austeridad prosiguen en 2025 uno de cada tres europeos pobres será español, alcanzando la pobreza al 42 por ciento de la sociedad según un reciente informe de Intermón Oxfam.

El papel de la cultura en democracia es fundamental ya que como escribe Gabriel Celaya “la poesía es un arma cargada de futuro” mientras Bertold Bretch recuerda que “el Arte no es un espejo donde reflejar la realidad sino un martillo para darle forma”.

Foto de portada: La Mona Lisa también sufre recortes, theoffbeatdrummer.blogspot.com

Esta es una explicación sin ánimo de lucro.


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Esther Ortiz

Madrileña, periodista de Acción Social, RSC y Gestión Cultural. Especialista en diseño de proyectos culturales, sociales y comunicacionales, así como de relaciones entre empresa y ONL como socios de acción y conocimiento. Me encantan los perros y Berlín es mi ciudad favorita. Le sigo la pista al Inspector Wallander; me emociona la voz de Robert Smith y aún sigo esperando que Ilsa no se suba a ese avión y se quede con Rick. Y cada día libro pequeñas batallas, logro pequeñas conquistas que hacen que me sienta un poquito Wonder Woman.


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