16/04/2024 MÉXICO

Israel y Palestina, ¿negociaciones de paz? Parte II

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En las últimas semanas, israelís y palestinos han vuelto a la mesa de negociación, bajo el impulso y supervisión de Estados Unidos, para encontrar una solución al conflicto. Con este artículo trataremos de identificar los principales actores palestinos en este proceso y las probabilidades de éxito del mismo.

Este verano se han retomado las negociaciones entre israelís y palestinos. Anteriormente pudimos ver el papel de los actores que operan en el seno del Gobierno israelí. Es importante tener en cuenta, también, el rol de los agentes que constituyen la parte palestina, aunque su peso en la negociación es mucho menor.

Si algo caracteriza la parte palestina, esto es su nula capacidad para ofrecer nada en la negociación. La Autoridad Nacional Palestina (ANP) opera como gestor de dos zonas sin continuidad territorial, Cisjordania y la franja de Gaza, como resultado de anteriores procesos de paz.

Mientras que en  Gaza no hay presencia militar ni de colonos, en Cisjordania se mantienen zonas bajo control del ejército israelí así como numerosos asentamientos. Esto supone un incumplimiento de anteriores negociaciones y uno de los factores que explican la poca capacidad de negociación de la ANP.  Sin embargo, la propia configuración de este organismo y el papel de los distintos actores palestinos también influyen notablemente en su debilidad.

La OLP y la ANP  

La Autoridad Nacional Palestina surgió fruto de las conversaciones de paz que se desarrollaron en la década de los noventa. El elemento principal en estas negociaciones fue la configuración de un organismo palestino autónomo que gestionara los territorios de Gaza y Cisjordania, embrión del futuro Estado Palestino, en concordancia con la solución de los dos Estados pregonada por Europa, Estados Unidos y el propio discurso oficial israelí.

La ANP se construyó sobre las bases de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), la plataforma que desde los años sesenta aglutinaba las principales fuerzas de la resistencia palestina frente Israel y que estaba liderada por Yasser Arafat. El principal grupo de la OLP era  Al-Fatah, partido al que pertenecían el propio Arafat y el actual presidente de la ANP, Mahmud Abbas. Tanto Fatah como la mayoría de grupos que integraban la OLP se ubicaban en la órbita del nacionalismo árabe, potenciando la identidad palestina por encima de la religiosa y configurando un abanico ideológico que abrazaba desde posiciones centristas hasta de extrema izquierda. La OLP fue reconocida por la comunidad internacional y, más tarde por Israel, como el representante del pueblo palestino con legitimidad  negociadora.

La emergencia del islamismo

Gaza
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A partir de los ochenta, el fracaso del nacionalismo árabe en toda la región del Próximo Oriente era bien patente.  El descrédito de los regímenes que se ubicaban bajo esa bandera es uno de factores que pueden explicar el declive de la ideología y sus gobiernos. Esto, junto a otros acontecimientos a nivel global, planteó la necesidad de construir nuevos referentes ideológicos. Es así como en los años siguientes el islamismo político adquiere fuerza en toda la región, constituyendo una nueva identidad política basada en la religión.

Palestina, a pesar de carecer de un Estado, no escapó a esta dinámica. Si Fatah y la OLP nacieron bajo la sombra del nacionalismo árabe de los años cincuenta y sesenta, en los años ochenta emergió una nueva fuerza inspirada en el islamismo político, Hamás. El movimiento islamista era una respuesta al fracaso de la OLP.

Así pues, la incapacidad de la OLP para enfrentarse eficazmente a Israel, pero también las corruptelas internas de la organización y la omnipresencia de Arafat fueron claves para el despegue de la formación islamista. El estallido de la primera Intifada a finales de los ochenta reforzó, asimismo, el papel de Hamás. En los años noventa, la estrategia desarrollada por la OLP y Arafat, al entrar en unas conversaciones de paz con Israel bajo la supervisión de la comunidad internacional, no hicieron más que incrementar la distancia entre los nacionalistas y los islamistas. Los Acuerdos de Oslo se consideraban, por parte de Hamás, como una concesión a Israel sin contrapartidas tangibles.

División y debilidad

La política israelí –la ampliación de asentamientos, construcción del muro de separación- demostraba, en opinión de Hamás, el fracaso de la vía negociadora. El estallido de la segunda Intifada puso de manifiesto la insatisfacción de muchos palestinos con la situación posterior a los Acuerdos. El recurso al terrorismo por parte de algunos grupos fue habitual en estos años, incluidos los atentados suicidas. En esta dinámica, mientras Fatah renunciaba al uso de la violencia, Hamás la legitimaba y la practicaba. Aún hoy, a pesar que los atentados dentro de Israel se han terminado, Hamás sigue sin renunciar al uso de la violencia.


La dureza de la represión israelí contra la segunda Intifada reforzaba los planteamientos de aquellos que rechazaban la estrategia negociadora. Hamás se fortalecía mientras Fatah se debilitaba. Las elecciones legislativas de 2006 –las únicas celebradas hasta el momento- dieron la victoria a Hamás, lo que provocó un enfrentamiento abierto entre nacionalistas e islamistas con el resultado que Hamás se atrincheró en Gaza, ejerciendo el control sobre la franja, mientras que Fatah hizo lo propio en Cisjordania bajo la presidencia de Mahmud Abbas.

La división palestina se ha mantenido desde entonces, aunque en los últimos años se han producido algunos gestos que han permitido rebajar la tensión entre las dos facciones. A pesar de esto se mantienen posiciones difíciles de conciliar, como el reconocimiento o no del Estado de Israel o el uso de la violencia como herramienta frente la ocupación.

Esto ha debilitado enormemente la posición palestina en la negociación. El Estado judío ha reclamado siempre una interlocución clara y fiable con un organismo que fuera capaz de controlar todas las facciones políticas y pusiera límite a las acciones violentas. El enfrentamiento entre Fatah y Hamás ha imposibilitado el cumplimiento de tal condición, favoreciendo el fracaso de los últimos intentos negociadores, como el producido en 2008.  A esto hay que sumarle la negativa de Israel y buena parte del mundo occidental a negociar o dialogar con Hamás.

A pesar de la debilidad de Fatah, el presidente Abbas ha conseguido, en los últimos meses, ganar credibilidad y fortalecerse. Su principal logro, en este sentido, ha sido el reconocimiento de Palestina como Estado Observador de las Naciones Unidas. A la vez, los cambios acontecidos en la región han debilitado la posición de Hamás. La reciente caída de los Hermanos Musulmanes en Egipto –su principal aliado- o la alineación del movimiento chií libanés Hezbolá con el régimen sirio en contra del islamismo suní, han aislado considerablemente Hamás.

A pesar de la enorme debilidad de Abbas y Fatah, parece que a día de hoy el contrapeso de Hamás no tiene la misma fuerza que hace unos años. A falta de ver el peso real de ambos entre la población, Abbas y su gente están en mejores condiciones para afrontar una negociación con Israel. Los resultados de la misma dependerán, pues, de la capacidad de Hamás para recobrar influencia entre la población y a nivel regional. Asimismo, será importante también la capacidad de ambas facciones para llegar a un acuerdo para el gobierno de la ANP –después de unas nuevas elecciones- y si finalmente Hamás accede a reconocer Israel y acepta el desarrollo del proceso de paz. Y por último, no hay que olvidar la evolución del conjunto de la región, sobre todo aquello que suceda en Egipto –especialmente con su movimiento islamista- así como el desenlace de la guerra de Siria y sus efectos en el Líbano.


[notice]Consulta la primera parte del artículo: Israel y Palestina, ¿negociaciones de paz?[/notice]

Ésta es una explicación sin ánimo de lucro 

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Victor Albert

Barcelona. Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona. Estudiante de Máster en Relaciones Euromediterraneas en la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona y en la Universidad París 8 - Saint Denis. Interesado en las relaciones internacionales y en las políticas públicas dirigidas a la población juvenil.


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