El nacimiento de una nueva burbuja tecnológica: la social
La efectividad de la publicidad en Facebook se está poniendo en tela de juicio, y es el creciente peso de estas dudas lo que está provocando la bajada de las acciones de Facebook meses después de una salida a bolsa que muchos consideran “hinchada” con respecto a su valor real. El mismo día de su estreno en el Nasdaq llegó a alcanzar un valor de 104.000 millones de dólares. Unos meses después, y tras una recapitalización de 12.000 millones de dólares, su valor ha bajado hasta 41.000 millones estas últimas semanas. Esto se ha traducido para el accionista en que el valor inicial de 38 dólares por acción ronda actualmente los 22 dólares, después de haber alcanzado un máximo histórico de 45 dólares.
Facebook tiene algo más de 400 millones de usuarios activos, por lo que su capacidad de llegar al público no se pone en duda. Pero las decisiones de algunos de sus grandes anunciantes, como General Motors, de dejar de invertir en publicidad de pago en Facebook han creado un cierto efecto de desconfianza en los mercados a la hora de valorar la efectividad de estos anuncios y por tanto, la capacidad de la compañía para generar ingresos acordes a su valor en bolsa.
El caso de Facebook es paradigmático de la tendencia a acumular pérdidas que están sufriendo la gran mayoría de las redes sociales. Pocas redes sociales pueden escaparse a esta espiral de pérdidas en bolsa. Este sería el caso de Linkedin cuyo valor en bolsa ha subido hasta un 65% desde el pasado mes de enero.
Lo que parece evidente es que las redes sociales sí tienen capacidad de generar dinero y abundan los ejemplos de éxito, aunque no está claro que puedan funcionar con la misma salud en el mercado de valores. Algunos especialistas avisaron del peligro de una nueva burbuja punto com con las redes sociales de la misma manera que sucedió a principios de siglo. En aquel momento, la euforia desatada por los buenos resultados de las empresas que basaban sus negocios en internet, junto con el afán especulador de las empresas de capital riesgo que vieron su oportunidad de generar beneficios en un proceso de valoración en el que primaron más las expectativas que la rentabilidad real, provocó un crecimiento nunca visto en las cotizaciones de los títulos de estas compañías en el Índice Nasdaq.
Pero con el tiempo estas expectativas se vieron truncadas por los malos resultados de algunas de estas compañías y las dudas que se generaron pronto empezaron a hacer
mella en su valoración en el parqué. La huida de capitales derivada de estos primeros fracasos dio como resultado el derrumbe en la cotización de estas empresas, lo que provocó pérdidas millonarias. La burbuja había estallado.
¿Nueva burbuja a la vista?
Muchas personas ya habían avisado de que la cotización de las empresas del mundo virtual se situaba muy por encima de su valor debido a los movimientos especulativos, y que el propio mercado se encargaría de corregir y ajustar su valor a la realidad. Tras el estallido de la burbuja en 2001 desaparecieron o fueron absorbidas casi 5.000 de estas empresas y sólo sobrevivieron las que eran realmente rentables fuera del mercado financiero como los casos de Amazon, Ebay, Yahoo, etc.
No es descabellado trazar paralelismos entre aquella situación y la que actualmente sufren la gran mayoría de redes sociales en bolsa. Aunque se han corregido muchas de las características que provocaron este estallido (empresas más organizadas, con proyectos sostenibles de crecimiento, plazos realistas de recuperación de las inversiones…), algunas de ellas siguen operando, como afán especulativo, y ya son muchas las voces que coinciden en describir la situación actual de las redes sociales en bolsa como la nueva burbuja punto com.
Si tomamos como antecedente el caso de la burbuja de 1997 a 2001, es probable que el propio mercado se encargue de ajustar los valores y poner en su sitio a los especuladores. Aquellas empresas que sean capaces de generar beneficios reales serán las que sobrevivirán en el parqué bursátil. El problema es que quien suele especular con estos valores normalmente no se ve sorprendido por las correcciones del mercado, ya que el efecto de euforia que generan estas subidas especulativas hacen muy fácil la venta de estos valores a otros inversores menos informados y por consiguiente, menos precavidos.
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