29/03/2024 MÉXICO

Lo femenino y la soberanía alimentaria

nigeria
La mayor parte de los alimentos a nivel mundial son cultivados, recolectados y cosechados por más de dos mil quinientos millones de pequeños agricultores, pastores, trashumantes, habitantes de los bosques y pescadores, siendo más de la mitad mujeres, por lo que aunque la mujer se encuentra lejos del acceso y control de activos como la tierra y la tecnología, adquiere cada vez un papel más importante y determinante dentro de estos sistemas de desarrollo. ¿Cuál es la alizanza entre lo femenino y la soberanía alimentaria? United Explanations te lo explica.

Femenino y masculino: opuestos y/o complementarios


Desde hace un tiempo se viene descubriendo que el discurso de  la igualdad de género que esta sociedad ha ido absorbiendo, está en cierta manera, mal enfocado; la igualdad de género no existe como tal, pues sí hay diferencias: existe un género femenino y un género masculino cada uno con sus cualidades. Lo que sí existe, o debería existir, es la “equidad entre géneros”, es decir que, con el mismo esfuerzo se obtengan los mismos resultados, independientemente del género con el que se identifique una persona.

Sin embargo, algo en lo que se ha prestado menos atención y que viene de la mano con la distinción de los géneros, es que las construcciones sociales del arquetipo de lo femenino y de lo masculino, pueden ser a la vez diametralmente opuestos y totalmente complementarios.

¿Qué implican los términos masculino y femenino?

Lo masculino, tradicionalmente unido al hemisferio izquierdo, a los valores activos, racionales, analíticos, a la voluntad, a la fuerza y a la acción en la materia. Es el presente, la segregación, lo exterior. Lo femenino, caracterizado por los valores receptivos, intuitivos, de sensibilidad, de sentimiento, de unión con las cosas, de conocimiento directo que no pasa por el proceso racional. Valores ligados al hemisferio cerebral derecho y a la energía del corazón. Es el futuro, la debilidad, la comunidad, lo interior.

Ya a mediados del s.XX, Carl Gustav Jung, médico psiquiatra y ensayista suizo, señaló  que en su personalidad, cada mujer tiene un ‘lado masculino’, lo que él llamó ánimus, y cada hombre posee un ‘lado femenino’, que denominó ánima. Dentro de cada persona existe una parte masculina y otra femenina; hay hombres con una parte femenina muy desarrollada y al contrario, mujeres con cualidades muy masculinas; Lo que permite encontrar el equilibrio entre lo femenino y lo masculino de forma exterior, no sólo interior y esto refuerza la vinculación con los demás, lo que en sí mismo, enriquece y amplía los límites y fronteras psicológicas individuales, es decir, que el equilibrio de los contrarios obliga al movimiento y la dinamización.

Son diferencias o similitudes que no atienden al sexo sino a la socialización de la persona. Son cualidades pues diferentes, y no por ello contrarias. Y las personas que son capaces de darles su justo espacio para poder equilibrarlas, consigue una forma más sana de evolucionar crecer y avanzar.

El hambre y la mujer. La mujer y lo femenino

Dentro de la programación del festival sobre tendencias urbanas Mulafest, del pasado mes de julio, proyectaron dos documentales con la colaboración de Acción contra el Hambre, un ciclo denominado “Perspectivas del hambre”: el documental 854, de David Muñoz y el documental Armenio, de José Carrasco.


En el documental “854”, en el cuál se trata  el tema del hambre en Sahel, otro de los temas que transluce es el cambio que se está demandando en la gestión de los proyectos: la ayuda externa es necesaria, puesto que estos países tienen escasez de agua, lo que por sí mismo les dificulta la obtención de materias primas, sin embargo, lo primordial para poder seguir trabajando es realizar un análisis de la situación actual, del contexto nuevo e  inclusivo. Empezar a preguntarse qué cosas no funcionan internamente en el sistema de desarrollo de la sociedad y facilitar a los agentes sociales locales, alternativas que se traduzcan en mejorar hábitos que a su vez mejoren sustancialmente la situación desde un punto de vista propio, interno.  El propio director comenta que desde el año 2005 al año 2008 (cuando se rodó el documental), pequeños cambios han tenido lugar en el fuero interno de las poblaciones visitadas, y éstos han implicado grandes reformas sociales. Por ejemplo cambios de costumbres como: dejar de dar a los recién nacidos leche de cabra, mejorar la higiene en los niños a través de la educación, las mujeres se han convertido en agentes del cambio, especialmente en temas relacionados con la logística de proyectos, se ha desarrollado voluntariado autóctono, que una vez instruido va a los poblados para la supervisión, y valoración  sobre la situación de la nutrición de infantes etc. Sin embargo, tal y como destaca el documental, el mayor reto de cambio es el de la política alimenticia, ya que, la principal causa de desnutrición, no es la falta de comida sino su alto precio (se especula con el precio de los alimentos), lo cual deja fuera del alcance de muchas personas, el acceso a los alimentos: “no hay falta de comida lo que falta es el dinero para comprarla”.

Níger, un ejemplo de falta de dualidad y aceptación de géneros

Níger, el país donde se desarrolla el documental, es una ex colonia europea del África Occidental Francesa, que accedió a la independencia en 1960. Su economía es una de las más pobres del mundo y dos tercios de su población vive bajo el umbral de pobreza y la desnutrición es crónica. Su índice de desarrollo humano en 2010 era el tercero más bajo del mundo.

Entramando con las diferencias de género, cabe destacar que en países como Níger, las cualidades de lo masculino y lo femenino están poco integradas y como consecuencia la sociedad se desarrolla a un nivel de profunda segregación y fuertes estereotipos; lejos de asumir  la dualidad existente en cada individuo, las mujeres son sólo femeninas y los hombres sólo masculinos con lo que el desarrollo de situaciones extremas de rechazo (homofobia[1]), exclusión (se alimenta más a los niños que a las niñas) y abusos (especialmente sobre las mujeres) están asumidos como comunes.

“Si un hombre no admite su lado femenino, podría desarrollar la capacidad para denigrarlo sin ningún tipo de limitación. Si una mujer no acepta su lado masculino debilita su postura en un mundo masculinizado, y así es como han ido creciendo las sociedades que no han integrado y equilibrado su dualidad.”

Sin embargo, darse cuenta de estas diferencias y asumirlas como reales, a su vez, ha abierto una ventana de oportunidad; un cooperante comenta que si le das dinero a  un hombre, se lo puede gastar en un reloj, mientras que si le das dinero a una mujer lo invertirá en alimentar a sus hijos. Este punto de vista ha empezado un cambio en la gestión de los recursos que llegan a estas zonas, descubrieron que algunos de los hombres desviaban las ayudas alimenticias y las vendían. A partir de ahora, están enseñando a conducir a mujeres para hacerlas responsables del reparto de alimentos; a veces la tarea es ardua porque las mujeres no están alfabetizadas y viven bajo el dominio de los hombres. Sin embargo, este cambio en la logística y la gestión está, en poco tiempo, dando muy buenos resultados.


El hambre y lo femenino

Hasta el día de hoy se ha oído hablar de la seguridad alimentaria, pero en los últimos tiempos, estamos oyendo  más el término soberanía alimentaria. Un concepto más amplio que abarca no sólo la producción sostenible de alimentos, sino también su distribución, transformación y preparación de comidas; y es aquí donde la mujer, como una de las figuras fundamentales por su rol protagónico en la familia, adquiere mayor importancia.

Además la mayor parte de los alimentos a nivel mundial son cultivados, recolectados y cosechados por más de dos mil quinientos millones de pequeños agricultores, pastores, trashumantes, habitantes de los bosques y pescadores, siendo más de la mitad mujeres, por lo que aunque la mujer se encuentra lejos del acceso y control de activos como la tierra y la tecnología, adquiere cada vez un papel más importante y determinante dentro de estos sistemas de producción que conforman el sistema alimentario de los países en vías de desarrollo.

El futuro es sin duda femenino y los hombres no están exentos de ello pero deben asumir y aprender a respetar a lo femenino antes de sumarse a este cambio. Ellos también tienen un papel importante y mucho trabajo por delante para ayudar a que el progreso de su pueblo sea posible. Ordenar y equilibrar un sistema es la manera de empezar a sanar las personas y las sociedades para que éstas puedan alcanzar autonomía y comiencen a caminar por sí mismas.

Ésta es una explicación sin ánimo de lucro


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Elena Serra

Madrid, España. Soy Diseñadora de producto. Me gusta Leer,escribir,investigar, la fotografía, el cine, la buena comida y viajar...Todo lo que haga despertar y crecer mis sentidos. Me preocupan y me mueven los temas mediambientales porque considero que es algo superior de lo que formamos parte y presiento que algunas de nuestras actitudes están quebrando su equilibrio y eso me inquieta.


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