28/03/2024 MÉXICO

El hambre: ¿el problema del mundo más fácil de solucionar?

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Y si hacemos que las "misses" ya no tengan que desear que se acabe el hambre en el mundo? ¿Y si realmente hacemos algo para acabar con ella? La alimentación es un derecho, básico para el desarrollo humano. Que exista hambre en el mundo no es natural, ni inevitable. Necesitamos un replanteamiento de nuestro modo de vida y voluntad política. Os contamos algunos avances y los retos para el futuro

“Dadles una caña para que aprendan a pescar en vez de darles los peces”. ¿A qué os suena? Seguramente hasta lo hayáis repetido varias veces. Pues os invito a no volver a hacerlo, al menos en relación al hambre. Os cuento por qué.

Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios. No lo digo yo, lo dice el párrafo 1 del artículo 25 de la Declaración de Derechos Humanos. Para ello, los Estados firmantes en el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966, art. 11), adoptarán, individualmente y mediante la cooperación internacional, las medidas necesarias para garantizar el acceso a la alimentación (medios de producción, distribución equitativa, etc).

El derecho está reconocido y existe una producción y oferta de alimento suficiente a nivel mundial para que nadie pase hambre. Asimismo, las personas tienen unos conocimientos básicos que les permitirían hacer uso de los recursos a su alcance para poder subsistir. Aun así, hay un “pero”: los recursos no están a su alcance.  Es como si hubiera un muro que impidiera el acceso de las personas a esos recursos. Este muro toma la forma de grandes multinacionales que se hacen con el control de los recursos, en el derroche de alimentos por parte de las sociedades acomodadas, en acuerdos comerciales internacionales abusivos y un largo etcétera. Es como si ya se les hubiera dado la caña y se hubiera enseñado a pescar, pero ese muro no les dejara llegar al mar.

La comunidad internacional parece tener buenas intenciones al respecto, y el problema del hambre cuenta con regulación propia. Sin embargo, son principalmente declaraciones de intención[1] que, con la actual situación de crisis, se dejan de lado para atender otras prioridades

Los pequeños cambios son poderosos

La FAO, que sigue siendo la institución de referencia en la lucha contra el hambre, define seis ‘pequeñas’ estrategias que han dado muy buenos frutos a lo largo de estos años, principalmente en los países menos avanzados. Uno de los objetivos principales es fomentar el desarrollo físico y mental de niños. La FAO pone como ejemplo de éxito a países como Brasil[2], China y Rusia, que han podido dejar de depender de la ayuda para poder alimentar a su población, mientras que en zonas como el Cuerno de África el hambre persiste y hay que tomar medidas urgentes.

Algunas de las acciones concretas de la FAO son:


  1. Alimentos de emergencia: entrega de raciones alimentarias en situaciones de emergencia (desastre natural o causadas por el  hombre).
  2. Entrega de alimentos nutritivos a embarazadas, mujeres que amamantan y a niños menores de 2 años.
  3. Comidas para niños en la escuela, lo que además prevendrá el abandono escolar y les ayudará a rendir mejor.
  4. Apoyo, capacitación y acceso a los mercados para los pequeños agricultores.
  5. Alimentos para la capacitación, dirigidos principalmente a mujeres, las cuáles asistirán a cursos de formación en distintas habilidades.
  6. Cupones para alimentos apoyando,a la vez, a la economía local.

Conceptos para el largo plazo

Madre por la seguridad alimentaria en Kenia [Wikimedia]

Más allá de estas acciones hay que pensar en una estrategia global y a largo plazo. Una de estas estrategias, o concepto, es el empoderamiento de las personas. Esto quiere decir que, mediante su autogestión, los hombres y mujeres se sientan capaces de usar esa caña de pescar sin que nadie se lo impida. Para ello es necesario dejar de tratar a las personas que pasan hambre como objetos pasivos receptores de caridad, sino como sujetos activos iguales que tienen capacidad de aportar y decidir, que tienen dignidad y una cultura que se debe respetar.  Asimismo, cabe destacar el papel de la mujer, encargada de casi la totalidad de las actividades relacionadas con la alimentación, la salud, la higiene y la educación. Sin embargo, las leyes y la comunidad no siempre reconocen este papel de la mujer. Es necesario, por tanto, facilitarles el acceso a recursos, información y libertad, ya que el hambre les afecta directamente,y esto se va perpetuando en el tiempo (una mujer desnutrida da a luz a niños desnutridos).

 El caso de las mujeres en África es especialmente crudo. Mientras que son responsables de casi el 80% de la producción alimentaria, se les niega el acceso a crédito, herramientas y formación específica, y muchas tienen que sobrevivir en un contexto de guerra.

Un segundo concepto es el de la soberanía alimentaria, entendida como la facultad de cada Estado para definir sus propias políticas agrarias y alimentarias de acuerdo a objetivos de desarrollo sostenible y de seguridad alimentaria, lo que va más allá del deber del Estado de poner a disposición de las personas los medios para una alimentación adecuada.

Por último, es necesario acabar con la especulación en los mercados internacionales financieros de derivados agrícolas. La alimentación es un derecho de las personas, no una mercancía cualquiera, y por ello se debería controlar y reducir su impacto en la vida de millones de campesinos que no pueden disponer de unos ingresos estables y de consumidores  que ven subir los precios de los alimentos pero nunca bajar. 


Granos de maíz [ciat.org]

La lucha contra el hambre se puede ganar

Acciones individuales o colectivas, con objetivos a corto y largo plazo, deben seguir en la agenda de la humanidad para poder acabar con esta lacra que es el hambre. A las acciones de la FAO y de ONG, que aportan los alimentos directamente o capacitan a la población para que pueda mejorar su situación, hay que sumarle la concienciación de la población que derrocha recursos, un cambio en nuestros hábitos de consumo, el freno a la especulación en los mercados de derivados agrícolas y una voluntad política real para acabar con las desigualdades en el acceso a los alimentos, que prime el derecho a la alimentación frente a los intereses privados. Los cambios que hasta ahora se han producido han dado esperanza y fuerzas para seguir luchando.

Ésta es una explicación sin ánimo de lucro

 


[2]El Programa “Hambre Cero”, de 2003, ha resultado exitoso. Incluye a casi 44 millones de personas que están en situación de pobreza, y contempla políticas estructurales, como son la reforma agraria, la generación de empleo y de ingreso y la merienda escolar, y específicas como los cupones para alimentación, educación sobre alimentos y su consumo, banco de alimentos y restaurantes populares, entre otras. Más información

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Eva Valera

Barcelona, España. Licenciada en Ciencias Ecónomicas y con dos máster: uno en comercio internacional (del ICEX) y otro en economía internacional y desarrollo (UCM). He vivido en París, Toulouse y Cambridge, y ahora en Madrid. Con intención de acabar el doctorado algún día. Me apasiona África, leer noticias, ser fotógrafa urbana y el café.


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