28/03/2024 MÉXICO

El mañana de Repsol-YPF: ¿la industria petrolera argentina de nuevo al mercado?

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Transcurridas dos semanas de la declaración por parte del Gobierno argentino de la nacionalización de la petrolera YPF volvemos a analizar el caso, esta vez con una mayor profundidad. ¿Cuáles son las empresas que ya han mostrado interés en invertir en la nueva YPF?
Apenas el día siguiente que el gobierno argentino anunciara la nacionalización del 51% del capital de YPF, en manos de Repsol, eKonomicus ofreció un primer análisis de los hechos “a vista de pájaro”, es decir, sin entrar en valoraciones de ninguna de las partes. El contexto era confuso. Incluso, dos semanas después, todavía quedan muchos hilos sueltos, pero parece que este “nacionalismo de recursos naturales” del que hablábamos, citando a Michael Klare, ha dejado a la presidenta Cristina Fernández en una posición bastante clara: tanto por los argumentos que tiran medios económicos internacionales como por el hecho que día tras día aparecen potenciales socios capitalistas para la nueva YPF estatal, todo ello deja entrever hasta qué punto las arcas argentinas necesitaban este impulso financiero.

De superávit a déficit energético

Argentina, en cuestión de años, ha pasado de tener un superávit energético (de exceso de producción de energía respecto a lo que consumía) a ser deficitaria (algunos medios apuntan a que ahora utiliza un 15% más de hidrocarburos de los que produce). No ha sido nunca un gran productor, y el impacto de esta situación sobre los fondos públicos es considerable. Para explicar qué es lo que ha llevado al país hasta aquí, el semanario británico The Economist reparte las culpas: argumenta que, si bien es cierto que Repsol-YPF hubiera podido invertir más en aumentar la producción, y no sólo en mantenerla, Argentina no ha aplicado medidas clave como por ejemplo reformar los fuertes subsidios al precio de la gasolina para evitar tantas importaciones (el coste de la gasolina importada es muy superior al precio de venta en las gasolineras).
Además, la “crisis de caja” también se materializaba en el hecho de que, en un país donde los gobernadores de provincia tienen una influencia enorme, mantener un buen ritmo de inversiones estatales es una política básica para cultivar el apoyo de las provincias al gobierno estatal. Han sido necesarias acciones bastante “heterodoxas” para poder obtener recursos financieros y continuar la política. Y no se puede obviar tampoco que Argentina no puede participar aún en los mercados internacionales de capital para encontrar financiación puntual y/o emitir deuda (básicamente porque el interés de su deuda es altísimo por la falta de confianza de los inversores), que es el recurso que un gobierno utiliza para cubrir sucesivos déficits. La opinión de The Economist es, en definitiva, es que la nacionalización de YPF es “un nuevo parche para cuadrar la caja”.

Otros puntos de vista, como el de Mario Rapoport, firma invitada en el diario Financial Times, o Rolando Astarita, en la web Rebelion, se centran en ligar la mala estrategia corporativa de Repsol-YPF en Argentina con el hecho de que cada vez producía menos hidrocarburos el país (a pesar de ser líder en el país, la producción de YPF no llegaba ni al 50% del total del país y este porcentaje iba en disminución) y aumentaran las importaciones pagadas por el gobierno. El problema financiero, por tanto, vendría provocado por una mala gestión de los recursos que YPF tenía en el país.

Si no son chinos, son brasileños y, si no, pues americanos


El recientemente descubierto yacimiento de Vaca Muerta requiere invertir una cantidad de dólares descomunal: 5.000 millones de dólares anuales. Como ya se ha argumentado que los recursos financieros necesarios son escasos en la nueva YPF, The Economist se atreve a asegurar que las reservas se quedarán para explotar durante mucho tiempo. A menos, claro está, que aparezca de nuevo un socio industrial interesado en un matrimonio de conveniencia que aporte capital. Se puede materializar de múltiples maneras: sea ampliando el capital de YPF (poco probable ya que diluye el control estatal), sea creando una tercera empresa participada por YPF y el potencial socio, y únicamente destinada a operar una explotación concreta, o bien sea dando la concesión directamente a un tercero.

Este potencial socio ha aparecido durante los últimos días en diversos medios de comunicación: es aquí donde parece que jugarán un papel importante las grandes potencias emergentes, como Brasil y China, a través de sus macroempresas petroleras estatales, así como lo jugarán las grandes petroleras privadas. Tal como reportaba el Financial Times y Reuters, hace dos semanas el gobierno se reunió con la brasileña Petrobras y la francesa Total. Este lunes, era el turno de las americanas Chevron y Conoco-Phillips, así como de los grupos Medanito y Ancap, argentina y uruguaya respectivamente. El martes, los hombres fuertes del gobierno, Julio de Vido y Axel Kicillof, tuvieron una reunión con ExxonMobil. Las chinas Sinopec y CNOOC también son esperadas. Aunque las empresas saben que invertir en el país deberá ser una estrategia a largo plazo para ser rentable (las explotaciones de petróleo convencional son ya muy maduras y el yacimiento de Vaca Muerta requerirá muchos años de inversiones), el gobierno argentino parece buscar fuertemente un acuerdo.

El tema clave está en lo que decíamos en el último artículo: que Argentina logre llevar a cabo una buena y transparente gestión de su nuevo instrumento, YPF, de modo que pueda ayudarle a revertir el mal balance económico que lleva en el campo de la energía, que puede amenazar el desarrollo del país. La mayoría de medios de comunicación financieros son de la opinión que no será así, sino todo lo contrario, ¿malos augurios?

Artículo reproducido con el permiso de Ekonomicus. El artículo original se encuentra aquí.

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