19/04/2024 MÉXICO

Turquía: el gran ganador de 2011. Pronto se convertirá en una importante potencia

© Eva Varela
Turquía quiere ser la décima potencia económica mundial en 2023. Es un objetivo ambicioso, pero no parece que sea imposible para la Turquía de hoy en día. A pesar de llevar desde 2005 negociando la adhesión plena a la Unión Europea (EU) esto no ha tenido lugar a día de hoy. Los turcos miran desde la barrera cómo los países europeos, uno tras otro, se van sumiendo en una importante espiral de crisis, deuda y paro. ¿Es el momento de Turquía?

Turquía quiere ser la décima potencia económica mundial en 2023[1]. Es un objetivo ambicioso, pero no parece que sea imposible para la Turquía de hoy en día. A pesar de llevar desde 2005 negociando la adhesión plena a la Unión Europea (UE), es poco probable que eso vaya a pasar en un futuro próximo. Sin embargo, en cierta manera, bien les ha venido seguir fuera de la UE. Ahora los turcos miran desde la barrera cómo los países, uno tras otro, se van sumiendo en una importante espiral de crisis, deuda y paro.

Cero problemas con los vecinos


Muchos coinciden en que la clave del ‘milagro turco’ es su gobierno. Recep Tayyip Erdogan, del Partido de Justicia y Desarrollo[2] (el AK), es el Primer Ministro de un país que, por su situación geográfica, larga historia y ambición, se convirtió estratégicamente en una potencia regional y de relevancia global. En tiempos de hoy, la importancia estratégica se traduce en la dificultad de tener que decidir entre ser amigo del Occidente o un referente del Mundo árabe. Para ello, Turquía está adoptando una política exterior basada en la multidimensionalidad y la diplomacia rítmica, según la definen los políticos turcos.

Lo cierto es que Turquía se está convirtiendo en una potencia cada vez más importante, y si este proceso pasa por afirmar su islamismo ante potenciales socios comerciales de la zona, se hace. Es su política “cero problemas con los vecinos”. Los intereses económicos priman en muchas decisiones tomadas por el presente gobierno turco. Después de la última visita de Erdogan a Kuwait y Qatar en enero de este año, el Primer Ministro decía: “Claro que hay una dimensión política, pero el aspecto principal es económico”.

Los empresarios turcos llegan a Kuwait y a otros países de la zona en búsqueda de contratos para la creación de las infraestructuras de todo tipo, exportación de automóviles, generadores o tomates; incluso las telenovelas turcas tienen una muy buena aceptación entre los televidentes de los países vecinos (al menos en esto los chinos todavía no son competencia).

Todo esto contribuye no solo a una expansión del dominio económico, sino también a una influyente expansión cultural mediante la cual seguir manteniendo la red de amistades en la región.

Unos datos económicos que dan envidia

Entre el año 2001 y 2008 las exportaciones turcas a los países del norte de África y a Oriente Medio se multiplicaron por siete, llegando a 31.000 millones de dólares. Durante la última década, el crecimiento anual del PIB turco tenía una media anual de 5%, y creció alrededor de un 8% el año pasado. Así Turquía se convirtió en la 16ª potencia económica mundial, con una inflación controlada y un rápido incremento en sus exportaciones a pesar de la crisis económica mundial. Es también un destino turístico que cada vez sigue atrayendo a más y más viajeros (tanto de ocio como de negocios), sin embargo , sigue apostando fuerte por la sostenibilidad y el uso de las energías renovables.

Turquía parece que salió fortalecida de las medidas de austeridad que tuvo que adoptar para hacer frente a su crisis financiera de 2001. Actualmente hay una fuerte reestructuración del sistema productivo hacia industrias de mayor valor añadido, al mismo tiempo situándose en un lugar estratégico en la política energética de la región ya que por suelo turco pasarán gaseoductos que llevarán el gas de Asia central hacia Europa. Como una problemática persistente se identifica las relativamente altas tasas de paro que afectan a una población muy joven. En su conjunto, sin embargo, los turcos se muestran optimistas, y esto es básico para cimentar su futuro.


Y la Unión Europea, ¿qué dice de todo esto?

Con lo que ocurre en casa, poco parece importar lo que se haga fuera. Esto no obstante, el giro hacia el oriente de Turquía no es visto con muy buenos ojos por muchos políticos europeos, que ya tienen otra excusa para ir atrasando más la entrada de Turquía como miembro de pleno derecho en la Unión Europea. En principio este aplazamiento no tiene porqué tener efectos negativos para el desarrollo de Turquía.

Las relaciones comerciales están lo suficientemente liberalizadas como para no necesitar una adhesión plena, y los nuevos socios comerciales del lado oriental aseguran a Turquía compras de sus exportaciones, importaciones a buen precio e inversiones en doble sentido. Cosa diferente sería el tema del fortalecimiento de las instituciones democráticas y de los Derechos Humanos, que posiblemente avanzarían con la entrada en la UE, pero lo que sí es cierto es que es importante que los países tengan libertad para elegir su ‘camino’ de desarrollo.

Recordando el pasado para construir el futuro

Turquía reclama un papel pacificador en la región, dando el giro hacia el mundo árabe mientras mantiene vivas sus experiencias de la época otomana y el recuerdo de Ataturk. El modelo democrático-conservador ha contribuido en gran parte al rápido progreso y crecimiento económico turco, y de ahí la ambición de exportar este modelo al resto de países de la región.

Es intentar replicar las condiciones que llevaron al boom económico turco a los vecinos (una política que muchos denominan neo-otomanismo). Añadiendo a esto las críticas dirigidas por el Primer Ministro Erdogan hacia el islamismo radical, Turquía está ganando espacio no solo en la defensa de su identidad política y cultural, sino también en el soporte a su estrategia de desarrollo socioeconómico convirtiéndose en una fuerte potencia diplomática al nivel global.


Decidiendo el rumbo

Es uno de esos momentos en la historia de un país en el que se presenta un espacio único para decidir su futuro. En la mesa está la opción de recuperar su papel en la región de Oriente Medio (y Balcanes), con sus nuevos mercados a la espera de los productos turcos, o el de persistir en la voluntad de formar parte de la UE, reclamación histórica, o al menos seguir siendo un ‘aliado’ occidental. La decisión que tome determinará su futuro próximo, y seguramente el de las futuras décadas. Pero decida lo que decida, lo que está claro es que debería ser respetado y apoyado.

Ésta es una explicación sin ánimo de lucro.

[1] Año en el que se conmemorará el centenario de la República de Turquía, cuando el general Atatürk acabó con el Imperio Otomano después de la Primera Guerra Mundial.

[2] Adalet ve Kalkınma Partisi en turco. Se define como partido de conservador de centro derecha. Fundado en 2001 por personas provenientes de distintos partidos, gobierna en Turquía desde el año 2002, y ganó otra vez en 2007. El AK se consiedera un partido pro-occidental y europeísta.

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Eva Valera

Barcelona, España. Licenciada en Ciencias Ecónomicas y con dos máster: uno en comercio internacional (del ICEX) y otro en economía internacional y desarrollo (UCM). He vivido en París, Toulouse y Cambridge, y ahora en Madrid. Con intención de acabar el doctorado algún día. Me apasiona África, leer noticias, ser fotógrafa urbana y el café.


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