La India, principal productora de medicamentos genéricos del mundo, ha dado un paso más en su batalla legal contra las patentes farmacéuticas. El pasado 13 de marzo, la Oficina de Patentes india emitió la primera licencia obligatoria para un fabricante de medicamentos genéricos. En concreto, esta medida permite a la farmacéutica local Natco Pharma desarrollar un medicamento genérico contra el cáncer de hígado y riñón, utilizando el totosilato de sorafenib, monopolio hasta el momento –a través del sistema de patentes– de la farmacéutica Bayer. Con esta medida, el medicamento reduce en un 97 % su precio, pasando de 4.200 euros al mes a menos de 135.
Los argumentos que justifican la decisión de la Oficina de Patentes india son que la farmacéutica alemana no ha conseguido fijar un precio para el fármaco accesible ni asequible para la población india, ni ha conseguido asegurar la distribución de cantidades suficientes y sostenibles en el país. Estos argumentos no convencen a Bayer, quien no descarta recurrir la decisión para defender “los derechos de la propiedad intelectual”.
Esta decisión coincide con el inicio del polémico juicio –el 28 de marzo– que enfrenta a otra de las principales farmacéuticas internacionales, la suiza Novartis, con el Gobierno indio, con motivo de su Ley de Patentes. Esta batalla legal ,que se inició hace seis años, concluye ahora con la decisión del Tribunal Supremo de la India. Una legislación menos permisiva con las patentes farmacéuticas, y siendo la India uno de los pocos países en desarrollo con capacidad para fabricar medicamentos esenciales de calidad, convierte este asunto en un elemento clave en la lucha por la accesibilidad a los medicamentos en los países en desarrollo.
Perennidad de patentes
La normativa de la Organización Mundial del Comercio (OMC) permite a las compañías farmacéuticas patentar sus nuevos medicamentos para compensar los gastos de investigación, lo cual permite vender el fármaco al precio que la compañía considere durante 20 años. Esto se traduce en la práctica en que los medicamentos adquieren precios muy elevados durante este periodo de tiempo, quedando lejos del alcance de las personas con menos recursos.
Cuando se acaba la patente, otras farmacéuticas pueden comercializar el medicamento, lo cual hace que los precios del mismo caigan en picado y sean mucho más accesibles. Sin embargo, tal y como denuncia la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF), en muchas ocasiones las farmacéuticas tratan de alargar su monopolio, modificando algún elemento del medicamento, con lo cual consiguen una nueva patente.
India aprobó en 2004 una ley de patentes conforme con las directrices de la OMC pero con una variación fundamental: la prohibición de la perennidad de las patentes. Lo hizo apelando a la Declaración de Doha firmada por la OMC en 2001, donde se establece que “el Tratado sobre Propiedad Intelectual puede ser interpretado e implementado teniendo en cuenta el derecho de los países a proteger la salud pública y a garantizar el acceso a medicamentos”.
Partiendo de esta declaración, el gobierno indio introdujo una cláusula en su ley de patentes que estipula que sólo se reconocerán patentes de medicamentos “auténticamente nuevos”, que sean el resultado de investigaciones innovadoras en el campo molecular. Las autoridades indias se reservan además el derecho de determinar si un medicamento eso no “auténticamente nuevo”.
En este contexto legal, la batalla judicial entre Novartis y el gobierno indio comenzó en enero de 2006, cuando India rechazó conceder la patente de “Gleevec”, un medicamento de Novartis que trata la leucemia, ya que según alega, los compuestos de la medicina no son nuevos, sino simplemente nuevas formas de sustancias ya conocidas, por lo cual Novartis no tiene, con la ley india en la mano, derecho a obtener una patente. Diversas organizaciones internacionales y locales vinculadas a la protección de la salud, entre ellas Médicos Sin Fronteras, han lanzado campañas de protesta contra Novartis, para tratar de evitar que la farmacéutica suiza gane el juicio. Si así fuera, alertan, podría sentar precedente y provocar un cambio fundamental en la ley de patentes india, lo cual a su vez tendría gravísimas consecuencias en cuanto al acceso a medicamentos entre los colectivos con menos recursos a nivel mundial.
India es el mayor exportador de medicamentos genéricos del mundo, un 67% de los cuales los vende a países en vías de desarrollo, según MSF e Intermón Oxfam.
Repercusiones en la lucha contra el VIH/SIDA
Uno de los ámbitos donde la batalla entre patentes y genéricos ha sido más activa y decisiva a lo largo de los últimos años es en el tratamiento del VIH/SIDA. La industria farmacéutica india es especialmente clave en la producción de medicamentos genéricos de segunda línea contra el SIDA, una enfermedad que se caracteriza por las constantes mutaciones del virus, que exigen de este tratamiento para ser efectivo.
Cuando se cumplen 30 años desde que se detectaron los primeros casos de VIH/SIDA, el tratamiento de esta pandemia, según la ONG Unitaid, sigue exigiendo atención urgente, pese a los progresos significativos que se han ido produciendo a lo largo de los últimos años. Según esta ONG, a finales de 2010 34 millones de personas vivían con el VIH/SIDA, y de los aproximadamente 14,2 millones que necesitaban tratamiento antirretroviral, sólo 6,6 millones lo estaban recibiendo, a causa del elevado coste. Según Unitaid, 1,8 millones de personas murieron de SIDA en 2010, entre ellos 250.000 menores.
Según MSF, en el año 2000, el coste del tratamiento de un enfermo de SIDA era de 10.000 dólares al año. En 2006, tras la introducción de genéricos y con la ayuda de la presión de la sociedad civil, el tratamiento pasó a tener un coste de 136 euros por persona al año. Según las ONG Intermón Oxfam y MSF, más de la mitad de los medicamentos que se utilizan actualmente para tratar el SIDA en los países en desarrollo proceden de India.
En este contexto, cualquier modificación en la ley de patentes india podría afectar de forma dramática al acceso a medicamentos para el VIH/SIDA y para el resto de enfermedades que azotan los países con menos recursos, en los que una subida del precio de los medicamentos implica directamente, para una gran parte de la población, perder el acceso a ellos.
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