29/03/2024 MÉXICO

¿Se acabó la hambruna? Claves para entender la situación de Somalia

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Hay conflictos olvidados, y otros no entendidos. El hambre en Somalia es un fenómeno íntimamente ligado a la situación de guerra y vacío de poder que existe en el país desde 1991. ¿Es posible que la emergencia alimentaria suponga el fin del conflicto? Vamos a intentar explicar cuál es la situación actual de un país que actualmente es foco de atención de la comunidad internacional.

Veinte años de guerra y anarquía se dice rápido, pero se vive muy lento. En Somalia hay nostalgia, preocupación por el futuro y personas que huyen de sus casas y pueblos por miedo. Y también hay hambre, mucho hambre. En julio de 2011 se declaró oficialmente el estado de hambruna en el Cuerno de África, que comprende a Etiopía, Eritrea, Kenia, Djibouti y Somalia. De ellos, este último ha sido el más afectado y en 2011 unos 4 millones de personas en Somalia tuvieron que recibir ayuda alimentaria.

Hoy la noticia es que, según la FAO, oficialmente la emergencia por hambruna se ha acabado. Las lluvias de final de 2011 y la ayuda internacional han permitido aliviar la emergencia. Sin embargo, hay que tener en cuenta que hasta abril no llega la temporada larga de lluvias, la más importante, y si ésta no es suficiente o vuelve la sequía, muy probablemente la FAO deberá decretar otra vez el estado de emergencia alimentaria, ya que el stock de alimentos se acabará en mayo.

 Somalia, un estado fallido

La realidad es que las cifras oficiales son escandalosas: a día de hoy,un 31% de la población (de un total de 9,5 millones de personas) todavía necesita ayuda humanitaria hoy en día, alrededor de 325.000 niños están en estado de desnutrición y más de 1 millón de somalíes han huido al extranjero (la diáspora somalí), como por ejemplo al campo de refugiados de Dabaab, Kenia, conocido por el público español por ser escenario del secuestro de dos cooperantes españoles a finales de 2011. Tampoco hay que olvidar a todos los desplazados dentro del propio país, principalmente hacia el norte, y a los miles de niños y niñas (principalmente de entre 14 y 17 años, pero algunos no pasan de los 10) obligados a luchar o a servir como “esposas” para los militantes de Al-Shabaab, un fenómeno que no es nuevo pero que ha aumentado escandalosamente en los últimos dos años.

Un país partido en tres 

Somalia se dividir en tres zonas: la auto-declarada República de Somalilandia, el estado semi-autónomo de Puntland (ambos en el norte) y las zonas del sur y el centro de Somalia, incluyendo la capital Mogadiscio. Independizada de Gran Bretaña, Francia, Italia y Etiopía en 1960, los conflictos se han ido sucediendo, principalmente entre distintos clanes que luchan por obtener el poder. Desde 1991, año en el que el régimen del general Muhammad Siad Barré cae, existe un vacío de poder efectivo. Los que más sufren esta situación son, como siempre, los ciudadanos, que no tienen unas instituciones más o menos sólidas a las que dirigirse, y que sufren los ataques constantes entre facciones rivales que quieren controlar tierras y recursos.

Las regiones más afectadas por la hambruna son el sur yel centro, principalmente las regiones de Bakool y el Bajo Shabelle. Una gran parte de estas zonas está controlada por el grupo islamista Al-Shabaab, creado en 2006 como heredero de la Unión de Tribunales Islámicos[1]. Frente a ellos, el Gobierno de Transición Federal (TFG, por sus siglas en inglés), apoyado por los ejércitos etíope y keniata, así como por las fuerzas de la Unión Africana (en la misión de paz AMISOM, creada en 2007 y apoyada por la ONU, que está actualmente integrada por Uganda y Burundi). El conflicto dificulta sobremanera las intervenciones humanitarias y de las organizaciones de ayuda internacional[2].

Hambruna y guerra van unidas

La población, cansada de una guerra que empezó a principios de los años 90, acogió en 2006 a los hombres de Al-Shabaab, “La Juventud”, con la esperanza de que se impusiera algún tipo de orden. Ahora, sin embargo, les culpan de una hambruna que creen que se podría haber evitado ya que, a pesar de la sequía, se podría haber permitido la entrada de productos de otras zonas y de la ayuda humanitaria del extranjero, en vez de recomendar rezar a Alá para que volvieran las lluvias. Esta situación ha debilitado al grupo islamista y lo ha dividido entre los que creen que en casos extremos se debería aceptar la ayuda exterior y los que se niegan rotundamente.


Aunque en el plano militar Al-Shabaab haya perdido mucho terreno y tengan que usar una estrategia de guerrilla, no está muy claro cuál es su situación financiera, clave en la disolución del grupo. En este sentido, la pérdida de la capital en un enfrentamiento con las tropas de la Unión Africana ha provocado que perdieran los ingresos que conseguían por el impuesto revolucionario recolectado en los principales mercados. No obstante, siguen controlando ciudades portuarias importantes, desde donde se exporta a los países vecinos (principalmente carbón vegetal extraído de los bosques somalíes, lo que se apunta como una de las causas de la sequía).

Muchos creen que el final de de Al-Shabaab está cerca, y más teniendo en cuenta las divisiones internas dentro del grupo (hay voces que abogan por una salida política mediante el diálogo con el TFG[3]).

Los somalíes son gente valiente

A pesar de ser un estado fallido, la población somalí resiste y busca maneras de seguir adelante con su vida. Sin olvidar nunca las diferencias acuciantes entre el norte frente al centro y el sur, los indicadores de desarrollo no son los peores del continente africano. Así mismo, su economía evoluciona gracias a las relaciones con los países del Golfo Pérsico, principalmente con Arabia Saudí. La relativa tranquilidad que se vive actualmente en zonas controladas por la UA hace que muchas personas de la diáspora vuelvan y abran comercios, ayudados por las remesas constantes que llegan al país. Por ejemplo, un sector en plena expansión es el de las telecomunicaciones y la telefonía móvil, así como el del comercio y exportación ganadera (Egipto, Arabia Saudí y Omán demandan carne de camello y cordero).

Vivir en un estado fallido, o en lo que algunos llaman ‘stateless capitalism’, es decir, un capitalismo sin control por las instituciones públicas, tiene muchos inconvenientes, claro está. En el plano económico hablamos, por ejemplo, de pagos por seguridad privada y de impuesto revolucionario. La piratería, foco de atención en los medios internacionales, sería otro ejemplo de fenómeno que se da cuando no existen mecanismos de control eficaces.


A pesar de cierto optimismo entre segmentos de la población, el conflicto sigue vivo, y puede aumentar de intensidad en cualquier momento, lo que incrementaría el riesgo de una nueva hambruna en el caso de que vuelva la sequía. También existe el riesgo de que, aunque se permita su entrada, la ayuda internacional sea ahora menor, dada la situación económica de los principales países donantes. Por eso es vital la implicación de la comunidad internacional[4] en un conflicto que ya hace demasiados años que dura.

Esta es una explicación sin ánimo de lucro


[1] También conocidos como Unión de Cortes Islámicas, la UCI se formó en el año 2000 como brazo armado dentro de la unión de los tribunales que desde 1991 aplicaban la sharia, o ley islámica, como principal sistema judicial. Las cortes fueron adquiriendo otras competencias, como educación y salud, así como la policía. Debido a su creciente poder se enemistaron con los ‘señores de la guerra’ de Mogadiscio, lo cual dio lugar a duras batallas. La capital estuvo en manos de la UCI entre 2006 y 2007.

[2] En noviembre de 2009, Al-Shabaab impuso 11 condiciones a toda ONG extranjera que quisiera trabajar en el terreno, incluyendo una tasa de registro de 20.000 dólares cada 6 meses, la no promoción de la democracia, no emplear a mujeres o la eliminación del domingo festivo. Finalmente, a principios de 2010 se expulsó a la mayor parte de las instituciones humanitarias y se acrecentaron las hostilidades hacia el personal humanitario que todavía estaba en el terreno. La última ONG en ser expulsada ha sido Cruz Roja.

[3] Ambos bandos coinciden en la instauración de la Sharia, o ley islámica, aunque divergen en la interpretación y los plazos para imponerla.

[4] Como la Conferencia de Londres sobre Somalia, gracias a la cual al menos los medios han vuelto a hablar de la situación del país africano. Ver http://www.fco.gov.uk/en/global-issues/london-conference-somalia/


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Eva Valera

Barcelona, España. Licenciada en Ciencias Ecónomicas y con dos máster: uno en comercio internacional (del ICEX) y otro en economía internacional y desarrollo (UCM). He vivido en París, Toulouse y Cambridge, y ahora en Madrid. Con intención de acabar el doctorado algún día. Me apasiona África, leer noticias, ser fotógrafa urbana y el café.


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