28/03/2024 MÉXICO

Palestina y su identidad cultural, en la UNESCO

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Ayer, 31 de octubre de 2011, la UNESCO se convirtió en la primera agencia de Naciones Unidas en reconocer a Palestina como estado miembro de su organización. Un gesto que también reconoce a los artistas palestinos que han construido y plasmado su identidad cultural a lo largo de los años.

Con 107 votos a favor, 14 en contra y 52 abstenciones, Palestina se convirtió en el miembro número 195 de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO. Bajo este histórico resultado subyace la importancia que esta agencia concede a la protección de la herencia arqueológica palestina y la posible postulación de la ciudad de Belén como Patrimonio de la Humanidad, con los beneficios económicos, sociales y de imagen que eso conlleva.

A pesar de la oposición de Estados Unidos, que ha retirado su contribución a la UNESCO, este gesto reconoce también una identidad cultural distintiva y propia expresada a través del  arte. En el caso de Palestina, tiene poco más de un siglo de existencia y comenzó con la iconografía de los peregrinos cristianos hasta acabar incorporando a musulmanes y drusos. Al igual que sucede con el resto de la población, las muestras de arte palestino proceden de cuatro zonas: el West Bank y la franja de Gaza, Israel, y la diáspora palestina, repartida entre el mundo árabe y Europa y Estados Unidos.

1948: diáspora y nostalgia

Hasta 1948 las raíces artísticas palestinas se hunden en la cultura popular, nutriéndose tanto del islamismo como del cristianismo. Carentes de recursos, la mayoría de estos artistas son autodidactas. Su técnica está muy poco depurada y las exposiciones de arte son algo de lo que nadie ha oído hablar en Palestina, por lo que pasan desapercibidos para el resto de la población. En este periodo destacan nombres como Khalil Halaby, Nahil Bishara, Faddoul Odeh and Sophie Halaby. Aunque esta última constituye una excepción, ya que estudió en Francia, donde vivió y trabajó.

Pero llega 1948, la Nakba -que en árabe significa “catástrofe” o “desastre”- y con ella el éxodo palestino. La identidad nacional y la conexión con la tierra se vuelven prioritarias. Uno de los temas favoritos de estos artistas, el espacio, cambia, marcado por la distancia o cercanía a Palestina: cuánto más cerca está el pintor palestino de sus lugar de origen, más figurativa es su obra. En cambio, el trabajo de los exiliados se vuelve más abstracto al aumentar el número de kilómetros que les separan de Palestina. Antes de 1948 la Jerusalén ocupada era el tema favorito de los pintores palestinos. Tras la dispersión de los palestinos el concepto de identidad cambió la idea de lugar, de modo que ya no había un eje central del arte palestino.

Identidad cultural pero sin museo ni Escuela de Arte

Según Tal Ben Zviel, conservador de la Hagar Art Gallery  (en Jaffa), los artistas palestinos poseen una identidad cultural propia, pese a las diferencias existentes entre los cuatro territorios donde viven. A pesar de la ausencia de cualquier institución de estudios artísticos, que tampoco la Autoridad Nacional Palestina creó, y de cualquier infraestructura museística histórica que recoja toda su producción artística, ellos siguen creando. Su caso, desde el punto de vista de la preservación cultural e histórica, es similar al de los kurdos, repartidos entre cinco países.

Para los artistas palestinos que viven en Israel este viaje no ha sido un camino de rosas. El movimiento artístico Árabe Israelí lo inicia Abed Abdi, nacido en Haifa. Le siguió una generación entera de artistas palestinos formados en Israel: Ahlam Shibli, Sami Bukhari, Reida Adon, Ashraf Fawakhry, Ahlam Jomah, Jumana Emil Abboud, y Anisa Ashkar. La complejidad que entraña ser un ciudadano palestino en Israel es uno de los elementos clave de sus obras. Según Ben Zvi, estos creadores se debaten en un conflicto: por un lado forman parte de un sistema cultural palestino y por otro son una minoría dentro de Israel. Esta dualidad les enfrenta a multitud de retos. Como por ejemplo que solo tres alumnos palestinos pueden matricularse cada año en las Escuelas de Arte israelíes, que las clases son en hebreo y que las referencias culturales evitan todo lo árabe. Y para el público judío, son extranjeros, desconectados de su realidad local.

Muchos de los creadores palestinos contemporáneos proceden de los campos de refugiados situados en Líbano y Jordania. El enfoque cada vez más centrado en el “nacionalismo palestino” de la ANP hizo disminuir su influencia en estos jóvenes creadores que optaron por emigrar a Europa y Estados Unidos para poder dar rienda suelta a sus ideas.

En 2007 The Independent publicó el artículo Art from Gaza and the West Bank: gallery of a trouble nation. En él se recogía la experiencia de un cristiano palestino de Nazareth, Mazen Qupty. Este, a sus 52 años, había decidió embarcarse en el ambicioso proyecto de la creación de un museo nacional palestino de arte contemporáneo gracias a las 170 obras que él y su esposa habían ido adquiriendo con el paso de los años. Aunque reconoce que los cuadros pintados por palestinos tienen un punto político además de estético –como el de una familia paseando frente a un olivo que crece junto al mar que dibuja el mapa de la Palestina histórica pintado por Suleiman Mansur- su visión va más allá de la política y del conflicto.


“Es crucial reunir nuestro patrimonio para mostrar lo que podemos hacer”, dice Qupty. “Estados Unidos e Israel han convencido al mundo de que somos terroristas. Sin embargo, sólo queremos ser seres humanos, y, en esta perspectiva, el arte tiene un papel importante que jugar. Lo único que está haciendo Palestina es cumplir su sueño de Estado y de su cultura. Hacer este sueño realidad puede ser un proceso a largo plazo, por lo que tal vez deberíamos hacer algo práctico sobre la cultura ahora ” añade.

La decisión adoptada por la UNESCO cumple con uno de sus objetivos, la preservación de la herencia cultural y artística de los pueblos. En el caso de Palestina, aún es una utopía. Pocos son  los recursos que den cuenta de lo que hacen los jóvenes creadores palestinos, como Palestinian Art , Contemporay Palestinian Art, Palestinian ARC Court y ArtSchool Palestine

Esta es una explicación sin ánimo de lucro

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Esther Ortiz

Madrileña, periodista de Acción Social, RSC y Gestión Cultural. Especialista en diseño de proyectos culturales, sociales y comunicacionales, así como de relaciones entre empresa y ONL como socios de acción y conocimiento. Me encantan los perros y Berlín es mi ciudad favorita. Le sigo la pista al Inspector Wallander; me emociona la voz de Robert Smith y aún sigo esperando que Ilsa no se suba a ese avión y se quede con Rick. Y cada día libro pequeñas batallas, logro pequeñas conquistas que hacen que me sienta un poquito Wonder Woman.


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