28/03/2024 MÉXICO

La crisis despierta a los muertos vivientes

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El zombie, el muerto viviente, paradigma de las películas de serie B, esconde tras su mirada perdida, andares torpes y olor pestilente la crítica social, política o económica. En plena crisis financiera que obliga al replanteamiento del Estado de Bienestar los muertos vivientes están más vivos que nunca.


Antes, mucho antes de que el miedo se colara en los salones de nuestras casas gracias a Michael Jackson y el que ha sido considerado el mejor vídeo de la historia, Thriller, el género de terror había sido empleado como arma de doble filo. Mientras en los años 30 y 40 los vampiros encarnaban las consecuencias del crack del 29, en las décadas de los 50, 60 y 70 extraterrestres y zombies poblaban las pantallas de cine sembrando el pánico al comunismo y a una probable Tercera Guerra Mundial. En pleno auge del mccarthysmo y su caza de brujas surge el mejor ejemplo de este cine con “La invasión de los ladrones de cuerpos” (1956).

Cine de serie B: propaganda o crítica social

Pero, como dice Jorge Fernández Gonzalo, autor de Filosofía zombie, en las pelis de serie B “siempre se está hablando de otra cosa, aunque no se quiera”. Unas veces como herramienta de propaganda al servicio del miedo irracional y compulsivo, como sucedió con el denominado cine de Terror Nuclear durante la Guerra Fría. Fruto de esta época son largometrajes japoneses y estadounidenses de corte catastrofista y apocalíptico como “Gojira/Godzilla” (1954), de Ishiro Honda, “Vinieron de dentro de…” (1975), de David Cronenberg y “La invasión de los ultracuerpos” (1978), de Philip Kaufman. Y otras veces, “pretenden articular una crítica, más o menos sistematizada, al orden establecido, a sus discursos y a sus quimeras. A las taras del capitalismo o la moda”.

En esto último George A. Romero es el maestro indiscutible. En 1968, basándose en un concepto que se hunde en las raíces tribales africanas y del vudú haitiano, inventó el género zombie. Su cine, en apariencia un entretenimiento para espectadores ávidos de carnaza y vísceras, esconde sin disimulo un análisis crítico de la guerra de Vietnam, el abuso del poder militar y el uso del Napalm (“La noche de los muertos vivientes”), el consumismo exacerbado (“Zombie”),  el sensacionalismo y la manipulación informativa (“El diario de los muertos”) o la lucha de clases (“La tierra de los muertos vivientes”). El mismo Romero lo dejó claro en una entrevista en Scifiworld. “Todas mis películas sobre zombies han surgido a partir de ideas, al observar lo que está ocurriendo a nivel cultural o político, en el momento en que la película se está rodando”.

Y del cine los zombies saltaron al cómic, donde se sienten como pez en el agua. Inspirándose en las películas de George A. Romero, el guionista Robert Kirkman les dio la vida a “los muertos que caminan” –The Walking Dead-. Casi cuarenta años después la metáfora seguía vigente, adaptándose a unos tiempos hiperconsumistas y dominados por los mercados financieros. Tal fue el éxito de la serie que la conservadora cadena Fox decidió llevarla a la pequeña pantalla con un enorme éxito de crítica y de público, mostrando cómo sería la versión putrefacta de “la tierra de las oportunidades”.

Zombies en La Habana

[elpatasnet-JuanoftheDead]Pero no solo de capitalismo vive el zombie. También se alimenta de dictadura, represión y falta de libertad. Al menos cuando la plaga, tras la cual se encuentran supuestamente las fuerzas de seguridad estadounidenses, llega a la Habana y el único capaz de enfrentarse a ella es Juan quien, por un módico precio, elimina a los familiares que uno tenga infectados. Bajo el lema “Juan de los muertos, matamos a sus seres queridos”, este antihéroe es el protagonista de Juan of the Dead, la primera película cubana del género. Y si leemos entre líneas, más allá de una carótida chorreante o un ojo fuera de su órbita, encontraremos mensajes directos dirigidos al corazón del castrismo.

Los zombies están más de moda que nunca. De hecho, han sido los protagonistas del último salón del cómic de Barcelona y probablemente lo sean del de Madrid, coincidiendo con el estreno de la última temporada de The Walking Dead. De manera instintiva han sido asociados a  la crisis y las consecuencias de la voracidad de los denominados mercados financieros –que quizás acaben convirtiéndose también en personajes del cine de serie B-. Representan, mejor que nadie, “un mundo que se derrumba”, como dijo Jaume Balagueró cuando rodó REC. Incluso The Guardian se hizo eco de una iniciativa freak donde las haya del prestigioso Oxford University’s Internet Institute  encargado de la conversión en mapas de contenidos de Internet. Esta consistía en la creación de un mapa zombie mundial que visualizaba las concentraciones absolutas de referencias de esta palabra contenidas en la base de datos de Google.

Mapa zombie mundial

Dicho mapa revelaba dos patrones. Primero, que hay una gran parte del planeta donde no se produce ninguna búsqueda por esta palabra y segunda que el interés que despierta se concentra sobre todo en el mundo anglófono y en las grandes ciudades. Curiosamente en Árica, de donde es originario el vocablo, se pierde todo rastro. La utilidad de estos resultados es doble: proporcionan un valor aproximado de la cantidad de contenido Inglés indexado en la Red o una oferta de alerta temprana ante una inminente invasión zombie.

El fenómeno zombie se produce por contagio. Solo consume, devora, no sabe hacer otra cosa. Desconoce lo que son los lazos afectivos en un mundo donde el individuo está solo en medio de la masa. ¿Alguien reconoce estos síntomas?.  Alejados de los vampiros descafeinados e inverosímiles de la saga Crepúsculo los zombies caminan sobre la tierra, devolviéndonos nuestro reflejo en un espejo deformado.


Ésta es una explicación sin ánimo de lucro

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Esther Ortiz

Madrileña, periodista de Acción Social, RSC y Gestión Cultural. Especialista en diseño de proyectos culturales, sociales y comunicacionales, así como de relaciones entre empresa y ONL como socios de acción y conocimiento. Me encantan los perros y Berlín es mi ciudad favorita. Le sigo la pista al Inspector Wallander; me emociona la voz de Robert Smith y aún sigo esperando que Ilsa no se suba a ese avión y se quede con Rick. Y cada día libro pequeñas batallas, logro pequeñas conquistas que hacen que me sienta un poquito Wonder Woman.


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