28/03/2024 MÉXICO

“Fukushima mon amour”: la primera reacción literaria a la tragedia nuclear de Japón

HIROSHIMAMONAMOUR
La industria editorial francesa apuesta por libros pequeños y baratos sobre temas sociales de máxima actualidad. Después de "Indignaos" llega "Fukushima mon amour", un alegato contra la energía nuclear

En 1959 Marguerite Duras escribió el guión de una de las películas referentes de la  nouvelle vague francesa, “Hiroshima mon amour”. Dirigida por Alan Resnais, narra la historia de una joven actriz francesa que viaja a Hiroshima para rodar un documental pacifista pocos años después del final de la Segunda Guerra Mundial. Allí pasa una noche con un japonés que le hará recordar la Francia ocupada,  a través de su historia de  amor con un soldado alemán durante la contienda. Una película comprometida e intensa sobre la memoria y el olvido, con el encuentro entre dos personas de origen y cultura diferentes como eje central y la reflexión y la toma de conciencia sobre la guerra nuclear y sus consecuencias como trasfondo.

Pacifismo, Guerra Fría y crisis nuclear

En esta obra Resnais continua abordando temas relacionados con la guerra y sus devastadoras consecuencias, como ya había hecho en trabajos previos como “Guernica” (1950) o “Noche y niebla” (1955). La reivindicación pacifista y el peligro de la guerra nuclear son los temas centrales en la película, ambos de gran actualidad en el momento de concepción y realización del proyecto, ya que la película se rodó en el momento álgido de la Guerra Fría donde el riesgo de conflicto nuclear fue palpable.

De hecho, tres años después del estreno de la cinta, tuvo lugar la crisis de los misiles en Cuba que a punto estuvo de llevar al mundo a una guerra nuclear. La revolución castrista –que  coincidió con el estreno de la película- y su régimen comunista, alinearon a la isla caribeña con el eje soviético. En octubre de 1962, aviones espías norteamericanos U2 detectaron la construcción de rampas de misiles y la presencia de tropas soviéticas. El 22 de octubre Kennedy, con el apoyo de sus aliados occidentales, establece un bloqueo de la isla, desplegando unidades navales y aviones de combate en torno a Cuba. Si los navíos soviéticos intentaran forzarlo, el conflicto armado entre las dos superpotencias estallaría. Fue el momento de la Guerra Fría en el que más cerca se estuvo del enfrentamiento directo entre la URSS y EEUU y de la hecatombe nuclear. El mensaje pacifista de “Hiroshima Mon Amour” era más que pertinente en ese  momento,  lo que contribuyó al  éxito de crítica y de taquilla de la película.

Tras la estela de “Indignaos”: libros para sensibilizar

Justo medio siglo después nos encontramos ante otro autor francés y otra tragedia nuclear. Daniel de Roulet y Fukushima, ambos conjugados en un librito de apenas 40 páginas: “Fukushima mon amour” (Laertes) –las editoriales francesas apuestan decididamente por la sensibilización en formato reducido y a precios bajos, al igual que sucedió con “Indignaos”, el manifiesto de Sthéphane Hessel– . El  título no es precisamente original, puesto que ya existe otra carta de Ryu Murakami titulada igual. “Pero por todo lo que perdimos, la esperanza es algo que los japoneses hemos recuperado. El gran terremoto y el tsunami nos han robado muchas vidas y recursos. Pero nosotros, tan intoxicados con nuestra propia prosperidad, hemos vuelto a sembrar la semilla de la esperanza. Por eso decido creer…”, expresaba emocionado Murakami –no confundir con Haruki, el archiconocido autor de “Tokio blues”-.

“Fukushima mon amour” no es más que la carta del autor a una amiga japonesa, recordando la feliz noche que pasó en Tokio exactamente un año antes, cuando nada hacía presagiar la llegada del tsunami ni de la catástrofe nuclear de Fukushima. “Caímos en nuestra propia trampa, colaboramos con un sistema que sabemos portador de una muerte atroz”, sentencia el autor, trabajador de una central nuclear y posterior activista antinuclear.

Con el drama ocupando  horas y horas de los informativos de todo el mundo, a de Roulet le viene a la mente el recuerdo de una vieja película en blanco y negro, “Hiroshima mon amour”,  un deja-vu, donde otras personas vivieron cincuenta y dos años antes una tragedia similar. Pero sobretodo le sirve para reflexionar sobre el reproche que la protagonista recibía continuamente en este clásico del cine francés: “No has visto nada de Hiroshima”.

“Nada hacía presagiar una nueva catástrofe nuclear. Y, sin embargo, sucedió donde menos se esperaba: Japón, uno de los países más desarrollados del mundo. Hace veinticinco años, Chernóbil, ahora Fukushima. No hace falta esperar un nuevo accidente. Corren tiempos de indignación y esta pequeña octavilla es una primera respuesta literaria, producida en la urgencia de la situación. No tiene nada de oportunista ni de gratuito. En el momento justo del desastre, hace frente tanto al pasado de la lógica nuclear como a su porvenir”, dicen los editores del libro.

Y la crítica y los lectores parecen darles la razón, ya que en dos semanas ha vendido más de 10.500 ejemplares en Francia. “Esta carta se lee de un tirón pero se medita largo tiempo”, afirma  Pierre Assouline, crítico de La République des livres, del diario Le Monde. “La primera reacción literaria a Fukushima. Un fulminante arreglo de cuentas con la industria atómica”, señala Hoffmann und Campe Verlag. Estos comentarios han animado a Daniel de Roulet a seguir criticando la nuclearización en su próxima novela “Kamikaze Mozart”, a punto de ser publicada.


La paradoja está servida. Fukushima ha traído pánico y desolación, puesto al mundo al borde de la peor catástrofe nuclear desde Chernóbil y dejado sin hogar a más de 200.000 personas en 30 kilómetros a la redonda. Pero antes del tsunami del 11 de marzo que dañó sus reactores generó riqueza y bienestar, dio empleo a miles de personas y sacó de la pobreza a decenas de pueblos agrícolas y pesqueros que hoy son prósperas ciudades industriales.

Ésta es una explicación sin ánimo de lucro

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Esther Ortiz

Madrileña, periodista de Acción Social, RSC y Gestión Cultural. Especialista en diseño de proyectos culturales, sociales y comunicacionales, así como de relaciones entre empresa y ONL como socios de acción y conocimiento. Me encantan los perros y Berlín es mi ciudad favorita. Le sigo la pista al Inspector Wallander; me emociona la voz de Robert Smith y aún sigo esperando que Ilsa no se suba a ese avión y se quede con Rick. Y cada día libro pequeñas batallas, logro pequeñas conquistas que hacen que me sienta un poquito Wonder Woman.


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