29/03/2024 MÉXICO

Las muertes de las que nadie habla en la Frontera Sur española

Dos agentes de la Guardia Civil junto a la valla de Melilla [Foto: Jairo Vargas, fuente: Público].
Dos agentes de la Guardia Civil junto a la valla de Melilla
El papel que desempeña España frente a los inmigrantes y refugiados es fundamental dada su localización geográfica, que la sitúa muy próxima a Marruecos y a otros países del norte de África, y que le hace compartir territorio con este otro continente. Sin embargo, las políticas adoptadas por las autoridades respecto a los pasos transfronterizos por las vallas de Ceuta y Melilla suponen un grave rechazo de los Derechos Humanos de los inmigrantes.

Las claves de la crisis migratoria en el Mare Nostrum


Europa tiene un conflicto en el Mar Mediterráneo que se empeña en ignorar, pero cuyas proporciones van creciendo por culpa de varios factores políticos y económicos, entre ellos el caos libio, que desde la caída de Gadafi mantiene esas playas fuera de control y en manos de milicias y traficantes. Mientras tanto, la UE persiste en una estrategia de vigilancia de fronteras y no en operaciones de rescate.

Para hacernos una idea de la magnitud de la crisis migratoria hay que prestar atención a las cifras. Según los datos recopilados por Eurostat sobre la migración en 2015, el número de inmigrantes que cruzaron el Mediterráneo asciende a más de 300.000; sólo en julio de ese mismo año, los inmigrantes que se encontraban en las fronteras de la UE eran más de 107.000. Por otra parte, de todos los que intentaron llegar a las costas europeas, más de 2.500 perdieron la vida.

Refugiados y desplazados sirios [Gráfico: EL PAÍS, fuente: ACNUR]
Refugiados y desplazados sirios [Gráfico: EL PAÍS, fuente: ACNUR]

El papel de España frente a la inmigración

El papel que desempeña España frente a los inmigrantes y refugiados es fundamental dada su localización geográfica, que la sitúa muy próxima a Marruecos y a otros países del norte de África, y que le hace compartir territorio con este otro continente. Sin embargo, las políticas adoptadas por las autoridades respecto a los pasos transfronterizos por las vallas de Ceuta y Melilla suponen un grave rechazo de los Derechos Humanos de los inmigrantes.

En el informe Derechos Humanos en la Frontera Sur 2016, que anualmente presenta la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) acerca del control de fronteras y la gestión de flujos migratorios por parte de la UE y España, se refleja que el número de inmigrantes que llegaron a España en 2015 por Andalucía, Ceuta, Melilla, el Levante, Baleares y Canarias es de 16.111 personas, la cifra más alta desde 2008, con un incremento del 28% respecto a 2014. Además, según este informe, en 2015 perdieron la vida intentando llegar a España no menos de 195 personas (de ellas se localizaron 64 cadáveres y el resto -131- quedaron desaparecidas), un aumento del 48% respecto al año pasado (131 muertes en 2014).

Como expresaron los representantes del estudio, a pesar de esta situación, el discurso institucional europeo y español ha decidido en los últimos meses regularizar ciertas prácticas que limitan las migraciones y empeoran la situación tanto de inmigrantes como de refugiados.


En primer lugar, las devoluciones en caliente, que se pusieron en marcha desde el 7 de diciembre de 2014 con la modificación de la Ley de Extranjería, y que se basa en el retorno de los indocumentados. El mismo presidente de la Subcomisión de Extranjería de la Abogacía Española, Pascual Aguelo Navarro, afirmó que en aplicación del control y vigilancia de fronteras, los Estados miembros deben actuar dentro del pleno respeto del derecho de la Unión, de los derechos fundamentales y de las obligaciones internacionales. Asimismo, afirmó que bajo cualquier devolución existen los derechos de protección internacional y el principio de “no devolución”, que deberían adoptarse de forma individualizada. No obstante, este retorno forzado de los que han conseguido salir de su país, pero que no tienen dinero para pagar un sitio en una patera, se realiza sin las mínimas garantías procedimentales y sin el respeto de los derechos esenciales.

En segundo lugar, está la potenciación del uso de vallas para impedir el paso transfronterizo no autorizado. Según el periódico El Mundo, ya en 2014 el amplio despliegue de la valla impidió que 800 inmigrantes entraran en Melilla, instalándose una malla antitrepa y refuerzos de vigilancia y Guardia Civil por parte del Ministerio del Interior, para impedir la entrada al país. Según el informe de Amnistía Internacional hecho público el pasado noviembre de 2015′ Miedo y Vallas: los planteamientos de Europa para contener a los refugiados’, España ha gastado 22.000 euros en la instalación de estos sistemas.

Y, en tercer lugar, la implementación del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior, que es utilizado en España con el fin de tener un mayor control sobre la Frontera Sur del país, las Islas Canarias y el levante español junto las Islas Baleares, controlando la inmigración ilegal y el narcotráfico.

Según la APDHA, en España se ha decidido abandonar el teórico respeto de los derechos fundamentales de las personas inmigrantes. Además, según esta misma organización, el supuesto éxito español en la gestión de la Frontera Sur ha sido aplaudido y presentado como modelo a nivel europeo.


“Como hemos afirmado mil veces, no se pueden poner puertas al campo. Por más que Europa lo intente, los muros se muestran incapaces de contener la falta de futuro y esperanza”. Rafael Lara, coordinador del Área de Solidaridad de APDHA.

Las porteadoras en la Frontera Sur

El incremento continuado de la llegada de inmigrantes por la Frontera Sur ha ido acompañado, según los representantes del informe, de un creciente ritmo represivo hacia las personas que intentan acceder al territorio español o europeo. Este control migratorio tiene consecuencias sobre los más débiles, en concreto las mujeres y los menores de edad, que se encuentran desamparados y obligados a sobrevivir a cualquier precio.

No sólo hablamos de muertes y de devoluciones en caliente; todos los días miles de mujeres se juegan la vida en los pasos transfronterizos entre el norte de Marruecos y la ciudad norteafricana de España. La frontera del Tarajal es el espacio geográfico ceutí que separa el territorio marroquí y el español, y es cruzada diariamente por alrededor de 7.000 mujeres que buscan la oportunidad de ganar unos dírham (moneda marroquí) con los que alimentar a sus familias. Estas mujeres transfronterizas son trabajadoras sexuales, empleadas domésticas y porteadoras.

De acuerdo con el informe sobre Fronteras Más Desiguales del Mundo (FMD), esta frontera, la hispano-marroquí, es la séptima más desigual del mundo, ya que, sumado a la situación de las transfronterizas, se producen constantemente devoluciones en caliente, falta de rigor en las solicitudes de asilo y refugio, y agresiones policiales. Todo esto supone una vulneración de los derechos humanos en la frontera del Tarajal.

Las porteadoras del Tarajal [Foto: Ángel Colina, fuente: Cadena SER]
Las porteadoras del Tarajal [Foto: Ángel Colina, fuente: Cadena SER]

El caso de las  porteadoras, son mujeres de municipios cercanos a Tetuán que se desplazan a Ceuta cargando fardos de mercancías de unos 60 a 90 kg. Los llevan hasta naves industriales cercanas a la frontera, pasando por el puente de Biutz y los dejan al empresario marroquí del otro lado. Ésta situación se produce por la falta de una aduana comercial en ese punto entre los dos países, es decir, el intercambio de mercancías tiene que ser por medio de estas mujeres, que en concepto de equipaje de mano, pueden sacar, sin limitación de peso, todo lo que puedan cargar sobre su cuerpo. Por otro lado, la aplicación singular del Tratado Schengen en las ciudades de Ceuta y Melilla, que permite el paso transfronterizo desde Tetuán sin necesidad de visado, genera casos como los de las porteadoras y las trabajadoras sexuales que pasan la frontera.


Las violaciones de los Derechos Humanos en la frontera sur española son, por tanto, un hecho continuado y recurrente, y acontecen sin la adecuada visibilidad para la toma de medidas por parte de las autoridades. Por otra parte, el impacto económico que genera este comercio atípico neutraliza las reivindicaciones contra este tipo de actividades. En concreto, y según Aureliano Marín, profesor de la Universidad de Granada, el 46% de las importaciones de Ceuta se convierten en exportaciones a Marruecos, lo que equivaldría a  más de 405 millones de euros anuales.

Este es el trabajo que se ven obligadas a hacer miles de mujeres a diario, las cuales, además, sufren agresiones,  arbitrariedad policial, acoso, abuso sexual, vejaciones e insultos; e incluso la muerte, como fue el caso de Busrha y Zhora en 2009. Todo esto ocurre ante la impasible mirada de las instituciones sociopolíticas de ambas zonas fronterizas, por únicamente ganancias de 8 a 15 euros al día con lo que alimentar a sus familias. Además, estas mujeres quedan luego abocadas a la exclusión social en su ciudad de origen.

Los retos actuales y futuros de la presión migratoria

Europa se enfrenta a una situación muy crítica y delicada, ya que ante la crisis migratoria, lo que está en juego es la vida de las personas. No se trata sólo de rescatarlos de los peligros del mar y de la guerra, sino de darles soluciones de vida dignas. Por desgracia, eso es un proyecto que está lejos de hacerse realidad, tanto en el Viejo Continente como en nuestro país.

Ante esta situación, no obstante, la Unión Europea aprobó el reparto de 160.000 refugiados que ya han llegado a Grecia e Italia con el fin de aliviar a estos países, donde finalizan las rutas de llegada más utilizadas. Tras meses de un debate que ha reabierto la brecha Este-Oeste, los países accedieron a distribuir en los próximos dos años dos contingentes, de 40.000 (adjudicados antes del verano) y 120.000 personas. Ninguno de los refugiados ha sido reubicado por el momento.

Por su parte, España se encuentra en la encrucijada entre una UE que cierra las fronteras y una gran cantidad de inmigrantes que llegan a sus costas debido a la localización de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla en el norte de África. Resulta evidente que mientras la situación política no se regularice y se siga permitiendo la existencia de mafias y traficantes, el paso fronterizo no se va a regular y los más vulnerables van a seguir siéndolo. Mujeres y niños no sólo van a resultar perjudicados, sino que muchos ni siquiera podrán reclamar sus mínimos derechos.

El debate sigue abierto: ¿qué ocurrirá si se mantiene la guerra siria y sigue aumentando el número de desplazados y de los demandantes de asilo?, ¿será Europa capaz de ofrecer una solución real que le permita proteger sus fronteras por motivos de seguridad?. Y otra pregunta importante: ¿qué ocurrirá con las generaciones de niños y jóvenes que han experimentado el rechazo y el desamparo del continente europeo?, ¿odiarán Europa?. Confiemos en que los líderes políticos de este panorama nacional y europeo cambiante tomarán las medidas adecuadas, de las cuales no nos tengamos que arrepentir en un futuro no muy lejano.

Esta es una explicación sin ánimo de lucro.

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Nuria Jimenez

Barcelona. España. Soy futura periodista, estudiante en la Universidad de Navarra y en la británica University of Stirling. Escritora, amante de las preguntas y de las buenas conversaciones, con una curiosidad incansable. Me interesan los temas de política internacional, paz y seguridad y derechos humanos.


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