19/03/2024 MÉXICO

África, ¿una revolución verde en marcha?

Foto de la expansión de paneles solares en Zimbabue [Fuente: ZimLive]
Energia solar
La pandemia no es el único problema que afecta al continente africano, que ya carga con los devastadores efectos del cambio climático desde antes de esta enfermedad. Esto, entre otras razones, ha llevado a diversos países de la región a trabajar por una matriz energética basada principalmente en las energías renovables, ¿cómo?

La reciente crisis ha abierto numerosos interrogantes particularmente entre los países más vulnerables.  En el caso africano, frente a los tópicos catastrofistas tan extendidos, son muchos los que han respondido con rapidez. Países como Marruecos y Sudáfrica adoptaron medidas de confinamiento absoluto, otros como Ruanda han facilitado la realización de test masivos prestando especial atención en el uso de transporte público. En el caso de Kenya, impusieron un confinamiento parcial aislando los principales focos de población (Mombasa y Nairobi) evitando en gran medida la propagación a otros territorios.

Más allá de los efectos aún por determinar de esta crisis, el continente africano se enfrenta a varios retos a la hora de afrontar la senda de la recuperación. Uno de ellos pasa por la lucha contra el cambio climático que ha causado estragos en el continente.  Hasta la fecha, África ha sido la gran víctima pasiva de los efectos derivados del Cambio Climático, con la paradoja de que tan solo genera menos de 5% de las emisiones globales de CO2. Fenómenos recientes como el ciclón Idai e inundaciones subsiguientes en Mozambique de 2019 son tan solo un ejemplo de los efectos devastadores generados por un modelo caduco basado en energías fósiles.

Imagen: TEDxTarfaya vía Flickr

En este sentido, dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible fijado por Naciones Unidas destaca el objetivo número 7 referido a garantizar la sostenibilidad del medio ambiente. Si un continente cuenta con los recursos para garantizar el autoabastecimiento y la sostenibilidad de sus recursos energéticos, este es el africano. Sol, viento, geotermia o energía hidráulica riegan el conjunto del continente suponiendo por sí solos un enorme potencial aún inexplorado. Sin embargo, la maldición de los recursos es un mal endémico en muchas naciones africanas, véase el caso de Nigeria o Angola. Por ello, la apuesta por esa soberanía energética deberá centrarse en tres pilares: el compromiso de los distintos gobiernos en forma de planes de acción ambiciosos pero realistas, un impuso al comercio intrarregional así como un enfoque pragmático y adaptado a las particularidades de cada país.

La evolución en los últimos veinte años: un primer paso no suficiente

Cuando la prestigiosa revista “The Economist” titulaba a principios de la década de los 2000 “the Hopeless Continent”, pocos pensaban que tan solo dos décadas después el continente estigmatizado por guerras étnicas y pobreza, incluiría seis de las diez naciones con mayor tasa de crecimiento económico mundial. En este periodo han transcurrido importantes transformaciones.

Una de ellas ha sido la del mix energético del continente, que ha pasado de emplear 1.74% de energías renovables (excluyendo energía hidroeléctrica), como se observa en el gráfico inferior a abastecerse en un 5.10% de energías limpias. Los grandes protagonistas de esta transformación han sido la energía eólica y solar que representan prácticamente el 50% del total de nuevas instalaciones renovables.

Este aumento de la proporción de energías limpias obedece en parte a una preocupación creciente por el cambio climático reflejado en el Acuerdo de París fruto de la COP 22 al que se adhirieron gran parte de los países africanos. Una de sus grandes consignas fue la de que crear la hoja de ruta que establece la Agenda 2030 incluyendo la implementación de los objetivos del milenio. Entre otros aspectos, se puso de manifiesto la necesidad de impulsar un frente común que permitiese ejercer una posición de fuerza por parte de la Unión Africana a nivel internacional.

Este refuerzo de las capacidades de los distintos países en la promoción de energías renovables no hubiese sido posible sin planes de acción concretos en los distintos Estados que permitiesen una ejecución práctica de los objetivos trazados. Marruecos ha sido un caso de éxito en esta materia, consiguiendo ser todo un referente en cuanto al desarrollo de energías renovables. En concreto, la inauguración de la planta fotovoltaica de Ouarzazate marcó un hito refrendado por la celebración de la COP 22 que situó a Marruecos en el centro de la transición ecológica del continente.

Sin embargo, el importante impulso de las renovables no impide obviar el importante peso de las fuentes tradicionales. Estas aún representan una importante fuente de abastecimiento energético necesaria para muchas familias sin acceso a la red eléctrica. No conviene olvidar, que más de 600 millones de africanos permanecen sin acceso a luz o agua potable.

Un comercio interno a potenciar

Para paliar esta situación, la receta no solo puede pasar por soluciones nacionales sino por potenciar los bloques regionales. A día de hoy, África sigue siendo el continente con menor comercio intrarregional, tan solo un 16 %, y una excesiva dependencia de las antiguas metrópolis. La histórica ratificación del AfCFTA pretende dar un impulso al comercio intrarregional, aunque su entrada en vigor prevista en Julio 2020 sigue en vilo debido a la crisis del COVID-19.

Este impulso debería reflejarse en el sector energético de forma a propiciar una mayor interrelación entre países importadores y exportadores de energía. En este sentido, ciertas iniciativas panafricanas ,como la del gaseoducto transafricano, se se lanzaron con la expectativa de garantizar el abastecimiento aunque su ejecución aún sigue pendiente.

En materia de renovables, existen ambiciosas iniciativas público-privadas como la del West African Energy Corridor. La región de África Occidental tiene un vasto potencial de energía renovable suficiente para lograr el acceso universal a la electricidad al tiempo que respalda la transición ecológica de la región. En esta línea, en 2013 la Autoridad de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) adoptó la Política de energías renovables de la CEDEAO (EREP); con el objetivo de aumentar el peso de las energías renovables como fuente de abastecimiento alcanzando un 35% en 2020 y al 48% en 2030

Sin embargo, hay que desplazarse a África del Este, para encontrar un país que lleva años adaptándose con éxito a un entorno cambiante apostando por soluciones innovadoras. 

 Las particularidades de cada país: el caso de Kenya

Fuente: Foto propia

Kenya es un laboratorio de ideas, no en vano allí nació la famosa solución, hoy extendida por todo el continente, M-Psesa, ofreciendo un revolucionario sistema de pago vía teléfono móvil accesible a toda la población. Kenya es además uno de los grandes hubs innovadores de África del Este, sede de la célebre incubadora I-Hub. Todo ello, le valió el sobrenombre de Sillicon Savanah.

Sin embargo, no todo es idílico en el país de los safaris que sigue concentrando grandes focos de pobreza. Para solventar esta situación y alcanzar el objetivo fijado por el programa estatal Kenya Vision 2030 de convertirse en país emergente, resulta fundamental abastecerse de su propio suministro energético. En este recorrido, Kenia no parte de cero ya que es de una de las grandes potencias mundiales en Geotermia, situada en 8ª posición en el ranking mundial y la 1ª en África. Junto a ello, el país cuenta con importantes recursos en energía eólica y solar.

Asimismo, cuenta con un marco abierto a la inversión, unas instituciones centradas en promover el desarrollo de energías renovables y una tasa de electrificación que se ha multiplicado en los últimos años. El objetivo pasa por abastecerse plenamente de energías limpias en 2020, actualmente el 70% de su energía procede de renovables. Ello pasa no solo para suministrar electricidad a las ciudades sino también por llegar el medio rural que sigue contando con importantes restricciones.

Una senda de futuro

África, no es solo es un diamante un bruto sino un continente en movimiento en búsqueda de sus propias soluciones. En ese proceso, y alineados a la Agenda 2030 de la ONU, parte de su éxito pasará por una mayor independencia no solo política o económica sino energética. No hay tiempo que perder, asumir el timón de su futuro pasa por dar un ejemplo al resto del mundo aprovechando sus amplios recursos en energías limpias. Como dice un proverbio africano, “Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de caza siempre glorificarán al cazador”.

Esta es una explicación sin ánimo de lucro.

Álvaro de Simón Ballesteros

Licenciado en Derecho y Dirección y Administración de Empresas por la Universidad Pontificia Comillas, MBA por la Universidad de Málaga y Master en gestión internacional de la empresa por la UIMP. Ha trabajado en Bélgica y Marruecos en la Oficina Comercial de España en Casablanca. Apasionado por la economía internacional, el sector energético y en particular el continente africano. Tras trabajar varios años en consultoría multilateral en proyectos financiados por EuropeAid o Banco Mundial, actualmente trabaja en el desarrollo de parques eólicos en Sur de Europa y África en Siemens Gamesa Renewable Energy. Twitter: @alvaro_desimon Blog: www.laveletainternacional.com


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