28/03/2024 MÉXICO

“Si una persona no aparece, ni viva ni muerta, se abriga la esperanza de tenerla de vuelta algún día”

Foto_Isabel
Este especial sobre el proceso de paz en Colombia muestra las historias de vida de distintas comunidades rurales situadas en el corazón del oriente colombiano, una región que acogió, tras la firma del Acuerdo de Paz en noviembre de 2016, una de las 26 Zonas Veredales de Transición y Normalización (ZVTN), donde se llevó a cabo la primera fase de la reincorporación a la vida civil de los excombatientes de las FARC.

Como parte del proyecto documental Voces de Vereda, hemos hablado con algunas personas de estas comunidades, protagonistas directas del proceso de paz actual y también de las más de cinco décadas de conflicto armado, a través de su día a día, recuerdos, anécdotas, sueños y planes de futuro.

“Estoy haciendo un exquisito arroz de verduras, con platanito maduro cultivado por este pechito. Ese platanito lo cultivé aquí, en el solar. Y vamos a hacernos una ensaladita. Una carne asadita y ya. Esto es el almuerzo. Y un juguito de mandarina, también de aquí de la casa. En la Costa, de donde yo soy, se come más que todo pescado, arroz con coco, pero por aquí ahorita es difícil conseguirse uno un pescadito. Pedro y yo llevamos más de 30 años juntos. Ya quedamos solos. Después de uno envejecer, ya queda solito, porque ya mis hijos todos tienen sus señoras. Y tienen sus hijitos. Ya soy hasta bisabuela. Y el hijito que se me perdió, no sé. Se perdió, está perdido, nadie dio razón de él y eso hace ya sus años, desde 2008, para octubre. Está desaparecido”

¿Cuándo empezaron a buscar a su hijo?

Isabel: Yo lo empecé a buscar cuando ya hubo los acuerdos de paz con el Gobierno y los grupos armados. Ahí sí empecé a buscar a mi hijo.

¿Han averiguado algo en todo este tiempo?

I: He hablado con varias personas. Con muchas, se puede decir. Tanto de uno lado como del otro [fuerzas armadas y guerrilla]. ¿Que si me las creo? No, porque no aparece y yo ya he investigado mucho y no. No. No me las creo. Si me las creyera estaría tranquila, pero no. No es así como me lo dicen.

Pedro: Eso fue una farsa, porque eso no avanza nada. Le dicen que vaya para allí, que vaya para aquí. Yo le dije que eso son puras mentiras. ¿A dónde no ha ido? A un lado, a otro, con un mayor del ejército en la base de San José del Guaviare, con la muchacha que era la compañera de él [excombatiente de las FARC], que no quiere decir nada. Los unos le dicen una cosa, los otros le dicen otra. También la llamaron para pasar la prueba de ADN, ahí quedó eso quieto, y eso fue el año pasado, como en octubre. Y de allá para acá no se ha vuelto a saber nada. Está quieto. Y así la llevan. Nosotros nos vamos a morir y no sabremos nada de nuestro hijo.

¿Siguen sin saber si su hijo está vivo o muerto?

¿Se han sentido apoyados por el Estado en la búsqueda de su hijo?

I: No, a mí el gobierno no me ha tenido en cuenta. No puedo acceder a la reparación de víctimas porque no aparece el hijo y por vencimiento de términos. Que ahí no hay nada, que por qué no hablé antes. Lo que más me duele es que siendo desaparición no me crean. Eso sí me indigna a mí, que no me crean. Pues no soy la única, ni la primera, ni la última. Deberían de ser más conscientes de que si un país está en confusión [conflicto] es difícil buscar a una persona desaparecida; yo me acerco a la Unidad [de Víctimas] cuando verdaderamente puedo hacerlo [cuando empieza el proceso de paz]. Pues averigüen, busquen, ¡ayúdenme a buscarlo! Pero no. Le cierran a una las benditas puertas. Y créame que yo sola no soy capaz de hacerlo todo.

¿Hay más personas que buscan a familiares desaparecidos en esta vereda?

I: En esta vereda, en esta región y en el país. No soy la única, es el único consuelo que me llevo. Hay muchas familias colombianas en el mismo proceso. Y ha habido muchas marchas de mamás, pero una con marchar no saca nada. Una tiene que actuar, buscar, meterse donde una nunca se ha metido a buscar a ver qué descubre.


P: Puede haber esperanzas para muchas familias, ¿cierto? Pero si no cuentan la verdad esto sigue en lo mismo. Sin embargo, le digo a ella pues usted, insista, a ver. Como yo no creo mucho, me toca darle ánimos. Yo le digo, doña Isabel haga lo que pueda usted, no pierda la esperanza.

I: No es que yo me haya resignado, si no que voy a esperar un tiempo a ver qué pasa. Después de eso vuelvo y miro a ver qué es lo que voy a hacer, porque algo tiene que haber pasado. A mí me dijeron una cosa, a los otros otra, vamos a ver qué pasa en este año. De pronto tenemos más suerte.

Y a nivel familiar, ¿qué impacto tiene la desaparición de un familiar?

¿Piensan alguna vez en irse de aquí?

P: Cuando nosotros llegamos solo había tres familias acá. Allí, los señores de la tienda y un viejito que murió el año pasado. Todo el mundo se había ido ya. Vinieron a erradicar la coca y todo el mundo se abrió [se fue]. Porque no había más trabajo. No tenían qué hacer. A veces se mira gentecita, a veces solo. A ratos se torna aburrido, sí. Y a uno le agarran ganas como de salir, irse para otro lado, pero uno vuelve y piensa: ¿para dónde va uno?

I: A nosotros ya nos toca pasar nuestra vejez por acá, porque ¿qué vamos a hacer en una ciudad? Él enfermo, yo enferma… Hay veces que eso ventea parece un pueblo fantasma y nosotros una garza poniendo el pico para arriba y para abajo. Solo, solo, solo, solo.


P: Los perros lo acompañan a uno mientras está solo. Por eso siempre nos gusta mantenerlos de mascoticas.

I: A mí lo que me mantiene es que los hijos al menos le dan a una moral para sobrellevar la incertidumbre. Le dan consuelo porque nosotros éramos una familia muy alegre y vivimos bien hasta que pasó lo que pasó. A mí la soledad no me pone triste, lo que me da melancolía es que se me hayan embolatado [perdido] un hijo y no saber nada de él. Eso sí que me da melancolía, porque yo asumo la vida como me llegue, pero ya lo de un hijo… me queda como difícil asimilarlo. Y le toca a una seguir esperando.

Esta entrevista se ha realizado en el marco del proyecto documental Voces de Vereda, financiado por la Unión Europea y el proyecto Frame, Voice, Report!, del Ayuntamiento de Barcelona y de la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo mediante la Beca DevReporter de Lafede.cat

“Mientras siga el hambre, la necesidad y la pobreza absoluta, no se acabará nunca la guerra en Colombia”“Antes la meta de muchos jóvenes era irse a la guerrilla, hoy en día ya no saben qué son las FARC” y “La paz no se construye de la noche a la mañana, es un proceso en construcción”


Consulta aquí todo el Especial: Proceso de Paz en Colombia

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Iris Aviñoa

Nací en Barcelona. Soy periodista especializada en Relaciones Internacionales y Comunicación para la paz. He trabajado de periodista en medios de comunicación catalanes, como la Agencia Catalana de Noticias (ACN), y también como investigadora, en la Escuela de Cultura de Paz de Barcelona (ECP). Viví tres años y medio en Colombia, donde trabajé como docente universitaria en la Facultad de Comunicación Social para la Paz, de la Universidad Santo Tomás; entre diciembre de 2016 y enero de 2018 trabajé como observadora internacional para la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia (UNVMC), acompañando los procesos de paz con las FARC-EP y con el ELN. En la actualidad dirijo el proyecto documental ‘Voces de Vereda’, que muestra el impacto del proceso de paz en una pequeña comunidad del oriente colombiano.


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