28/03/2024 MÉXICO

‘Thomas el oscuro’, de Maurice Blanchot

Retrato de Maurice Blanchot. [Foto vía Editorial Flâneur].
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Aprovechando la publicación en catalán de 'Thomas el oscuro' por la editorial Flâneur, repasamos esta obra tan singular que, más que por su trama, cautiva por su incomprensión y por el esfuerzo que exige al lector: «leer el libro es dejar que el libro te lea a ti». Asimismo, el artículo contiene una evaluación de los elementos puramente paratextuales de la edición catalana del libro.

Thomas el oscuro, Maurice Blanchot. Valencia: Editorial Pre-Textos, 2002. Traducción de Manuel Arranz.

Thomas l’Obscur, Maurice Blanchot. Barcelona: Editorial Flâneur, 2019. Traducción de Arnau Pons.

«Así, con ese vacío, la mirada y el objeto de la mirada terminaban mezclándose. Este ojo que no veía nada no sólo captaba algo, sino que incluso captaba la causa de su visión. Veía como objeto lo que hacía que no pudiera ver. Y su propia mirada entraba dentro de él con la forma de una imagen, en el momento en que esta mirada era considerada como la muerte de toda imagen».* —Maurice  Blanchot.

Leer y no leer. Servirse del lenguaje para leer un texto, un relato o un ensayo filosófico, y que el mismo lenguaje se interponga en la lectura. Leer con la imposibilidad de leer y con la imposibilidad de no leer: leer la muerte de la literatura. Esta es la propuesta que nos ofrece Maurice Blanchot en Thomas el oscuro.

Portada de la edición en castellano de la obra.

En Thomas el oscuro Blanchot abandona la posibilidad de una lectura fácil y tranquila pues construye un texto que fuerza la estructura del lenguaje hasta que se dobla sobre sí mismo, no construyendo un círculo sino una cinta de Moebius: el lenguaje y el texto se funden y se solapan, nos resulta imposible leer solamente el texto y resulta imposible fascinarse únicamente por la orfebrería del lenguaje. Se nos obliga a hacerlo a la vez. Esto, claro, obliga al lector a hacer un esfuerzo descomunal, a releer el mismo capítulo o la misma frase un mínimo de tres veces. La lectura exigente y compleja no es nada nuevo para los lectores de Blanchot, pues este tiende siempre a una escritura densa y compleja, pero con Thomas el oscuro resulta aún más exigente. Es un texto corto, de apenas un centenar de páginas, pero de una intensidad que supera cualquier obra de trescientos o cuatrocientos pliegues, así pues, la brevedad es solo aparente.

Huyendo de la lectura fácil, Blanchart construye en Thomas el oscuro un texto que transita entre el relato y el ensayo filosófico y que persigue, a su vez, forzar la estructura del lenguaje: lenguaje y texto se funden y se solapan, fascinando doblemente al lector.

Además Thomas el oscuro es un texto de difícil clasificación: transita entre el relato y el ensayo filosófico. Se puede leer como un relato en tanto que hay unos personajes (la pareja protagonista Thomas y Anne) y hay una progresión temática desde que Thomas se encuentra en la playa observando los bañistas aunque la niebla y la oscuridad le impiden ver, hasta la muerte de Anne. Pero esta progresión es engañosa y lo que sabemos de los personajes no es en absoluto definitivo. Thomas se nos presenta como un muerto en un cuerpo de vivo, pero no podemos estar seguros jamás de si está muerto de verdad o si por el contrario vive como un muerto, sin sentir ni percibir. Anne vive con un muerto y su destino es la muerte,  una muerte inexplicable y en cierta manera innecesaria. Este elenco de personajes misteriosos e incomprensibles constituyen el punto de vista del relato: todo lo que sabemos pasa por la mente y los sentimientos de éstos, y ni éstos mismos saben lo que es sentir. Los elementos más relevantes en un relato se vuelven incomprensibles sin una reflexión filosófica posterior –o anterior. La muerte, la vida, la mirada, la oscuridad, la personalidad, la escritura o el vacío se cargan de contenido abstracto –o excesivamente concreto– de manera que de cada concepto que aparece y estructura el texto depende de una construcción filosófica particular.


En un texto, y en un autor como este –en realidad en todos los textos, pero este caso resulta paradigmático– los elementos editoriales adquieren una importancia cabal, especialmente la traducción, ya que este forzar el lenguaje y uso de los conceptos filosóficos resulta vital para la correcta recepción de la obra. Pero también la construcción del libro como objeto y como “envoltorio” de texto. La primera traducción al castellano apareció en la editorial Pre-Textos el año 2002, traducida por Manuel Arranz dentro de su colección de narrativa contemporánea con la edición minimalista pero correctísima y de calidad que caracteriza Pre-Textos. Des del 2002 hasta 2019 han pasado muchos años y por fin otra edición de Thomas el oscuro ha aparecido: la editorial Flâneur ha decidido publicar Thomas l’Obscur en una cuidada edición bilingüe con la magnífica traducción al catalán d’Arnau Pons y la versión integral en francés. La primera vez que Blanchot se publica en catalán.

Portada de la versión catalana del libro.

De esta última edición conviene destacar la importancia y el uso que dan a los elementos puramente paratextuales del libro y que son, en resumidas cuentas, los que denotan el cuidado en la edición de una obra literaria. Por eso, apuestan por un papel de cubierta más rugoso, para reivindicar la tactilidad y fisicidad del libro en papel: por un diseño limpio y formal que sin duda refuerza la impresión de estar tratando con una obra de peso y imprescindible. Pero sobre todo destaca la utilización de las páginas de cortesía como una manera de adentrar al lector en el texto. En cada obra el motivo de las páginas cambia, para adaptarse completamente al texto que acompañan, en este caso podemos reconocer el mar o la niebla que no deja ver las formas completas, elementos que son de vital importancia en el relato –en el caso de la magnífica edición de Austerlitz de W. G. Sebald los motivos eran el reloj de bolsillo que Austerlitz siempre lleva consigo–. La disposición del texto resulta desconcertante a primera vista ya que han optado por un interlineado más grande de lo habitual, pero facilita la lectura, y se agradece porque todos los títulos de esta editorial son densos e intensos de leer.

La edición catalana del libro reivindica la tactilidad y fisicidad del libro en papel y busca, mediante las páginas de cortesía, adentrar al lector en el texto.

Así pues, Thomas el oscuro es un texto que cautiva por su incomprensión y por el esfuerzo que exige al lector pero que recompensa por la capacidad de mostrar que la lectura es siempre bidimensional: se trata de una construcción lingüística y de una construcción literaria, pero además también es bidimensional en cuanto se trata de una lectura de una ficción y también de una lectura introspectiva. Leer el libro es dejar que el libro te lea a ti. O en palabras del mismo Blanchot:


«Lejos de distanciarse de un texto tan bien protegido, concentró todas sus fuerzas en hacerlo suyo, y se negó obstinadamente a retirarle la mirada, creyendo ser todavía un lector profundo, cuando las palabras, de repente, ya se habían apoderado de él y lo empezaban a leer».*

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*Ambas citas han sido traducidas por United Explanations a partir de la versión catalana de Arnau Pons.

Esta es una explicación sin ánimo de lucro.

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Marc Senabre Camarasa

Editor de 'Gargots Revista Literària', crítico en la revista de reseñas 'Caràcters', graduado en Filologia Catalana por la Universidat de València y actualmente cursando el máster de Teoria de la Literatura i Literatura Comparada en la Universidat de Barcelona. Ferviente defensor en la materialidad de los libros, es decir: pugna constante entre la bibliofilia y el síndrome de Diógenes.


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