29/03/2024 MÉXICO

La eterna espera en ‘Berta Isla’

'Penelope and her Suitors' (1912) de John William Waterhouse [Foto: Art Images Directory vía Flickr].
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Con libertad estilística y sin sucumbir al imperativo moderno de la ruptura, Javier Marías elabora una obra que oxigena la habitualmente estructurada tradición literaria española. Con 'Berta Isla', el autor nos habla de determinismo, de avanzar sin pensar, del apego a creencias irracionales, y del desconocimiento real sobre las personas que nos son próximas.

Marías posee esa infrecuente habilidad en autores modernos de introducir la intertextualidad en su obra con desparpajo. Las citas, escogidas con gran delicadeza y precisión, subrayan la tensión dramática como un coro in crescendo y quedan perfectamente integradas como partes de una misma pieza en sus novelas. Algunas de ellas son sistemáticas o muy frecuentes, como las alusiones a Shakespeare.

En la actualidad, la ruptura con la tradición se ha convertido en un imperativo en la creación estética. El anhelo por la originalidad y la herencia de las vanguardias han llevado a la mayoría a mostrar pudor y recato con las referencias. Félix de Azúa lo resumía: “entre los modernos no hay más tradición que la que inventa la invención”.

Marías se desprende de este complejo sin renunciar a la libertad estilística permitida a día de hoy. Su laxitud gramatical rayando el anacoluto, las largas enumeraciones que a veces se convierten en ritornelos y el discurso interior libre delatan a un escritor moderno cómodo en una amplísima variedad retórica. Su experiencia como traductor y autor lo convierte en una pluma versátil que sabe reproducir a Balzac o Conrad —si el momento dramático lo requiere— sin caer en el pastiche. La prosa de Marías es una bocanada de aire fresco que oxigena la habitualmente estructurada tradición literaria española.

Para su última novela, ‘Berta Isla’, Javier Marías menciona varios relatos y un poema: La Mujer de Martin Guerre, El coronel Chabert, Wakefield, Enrique V y The Little Gidding. Examinar estas fuentes permite al lector afinar su perspectiva sobre los grandes temas que preocupan al autor: el determinismo, la lealtad, la impostura, la imprecisión del conocimiento interpersonal y la espera.

La idea central de la novela, de la que se desprende el resto, es la del desconocimiento que se tiene respecto a alguien que nos es cercano. La complejidad psicológica de este tema aumenta al elegir como marco de acción el espionaje, que tiene asociados conflictos como la suplantación o la impostura, entre otros.

El autor del libro, Javier Marías [Foto: Andrea Comas vía El País].


El tema del desdoblamiento de identidad ha inspirado un sinfín de narraciones tanto en la literatura como en el cine, no sólo en los relatos citados con anterioridad. Basta pensar en Pierre Menard, Tom Castro o Don Draper. Tomás Nevison, marido de Berta Isla, es un personaje sin personalidad ni capacidad de maquinación que se distancia del arquetipo del impostor. Éste es reclutado con malas artes por el servicio de inteligencia británico tras ser acusado de asesinato, con la garantía de salvarse de toda sospecha.

Tomás no conoce los hechos y en cierto modo, representa a la gran mayoría de la humanidad que actúa y avanza sin detenerse. No se cuestiona ni se ausculta y, finalmente, tiene la sensación de que no ha elegido su vida, sino que ésta le ha venido impuesta. Su conflicto interior no alcanza mayor profundidad, ya que la perspectiva del relato es la de Berta, quien sufre las consecuencias de la ausencia de su marido. El mismo título anuncia, al igual que en La mujer de Martin Guerre, que el enfoque del personaje femenino acaparará la atención del relato.

La ausencia de Tomás se inicia antes de que lo reclutara el MI6, por lo que Berta se acostumbra a esta circunstancia desde muy joven. Pese a la falta de cotidianidad, la relación se construye sobre un compromiso de lealtad inquebrantable que rebasa las exigencias carnales… Berta siente la presión del tiempo por reemplazar y dar por muerto a quien no se manifiesta, pero no sucumbe a ésta. Marías muestra la terquedad con la que uno se aferra a ciertas creencias irracionales. Éstas subsisten por el temor a la propia contradicción o a la caducidad de ciertos vínculos que se suponen perennes.

Las frecuentes partidas de Tomás se compensan por los momentos en los que vuelve a su hogar y la paz y la regularidad se restauran. Berta aprovecha estos períodos para tratar de obtener información frustrada por el hermetismo de la profesión de Tomás. Cuánto más se acerca a su cónyuge, más opaco se muestra éste. Tomás, turbado por la presión, en un instante pierde conciencia de su propia identidad revelando una serie de personajes que no se sabe de dónde salen. La reacción de Berta es la que el mismo personaje siente respecto a sí mismo: “no te reconozco”, “ahora me das miedo”.


El giro narrativo más importante es la partida definitiva de Tomás, que se diferencia del resto por un beso de despedida que anuncia el período de prórroga y el fin de la acción. Esta imagen, tan recurrente en el arte desde Ulises al western o las poesías de marineros, activa la expectativa de una narración épica con escollos y aventuras que librar. Pero esta promesa narrativa se rompe y el lector se encuentra a la deriva en un árido y extenso horizonte de espera.

El tiempo de dilación que parece presentarse como un paisaje inmutable, altera tanto a Berta como a Tomás. Día tras día el extrañamiento se acrecienta y los recuerdos se desvanecen: “su rostro se vuelve un poco impreciso, la esencia misma de su persona un tanto irreal”. Al retorno del viaje, Tomás constata que su presencia no es del todo grata y queda convertido en un intruso en su propia casa. Berta sabe pero no quisiera saber que quien conoció como su propio marido ya no existe como tal más allá de su obstinada fe.

Ésta es una explicación sin ánimo de lucro.

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Paula Curzio

México D.F, México. Humanista. Me gusta leer, escuchar conferencias, aprender idiomas e instalarme los sábados en La Fídula. Email: paula.curzio.08@gmail.com.


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