28/03/2024 MÉXICO

La próxima Gran Epidemia: lo que nos depara el futuro

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Las grandes epidemias siempre tienen un espacio reservado en la cabecera de los periódicos, pero nunca durante sus fases iniciales, ya que todas ellas tienen orígenes humildes. Los primeros indicadores de una nueva enfermedad pueden ser vagos y pasar desapercibidos por su carácter ambiguo. Nadie puede predecir qué patógeno será el siguiente en ser propagado entre humanos, o cuándo y dónde va a ocurrir tal cosa. Un nuevo patógeno que se transmita fácilmente a través del aire y que resulte letal para el 1% de las personas que lo contraigan, conduciría a uno de los escenarios más desestabilizadores que puedan concebirse. Un brote de este tipo podría saldarse con millones de muertos alrededor del mundo, probablemente en menos de seis meses. Cuando llegue la próxima gran epidemia, la que cruce los océanos y atraviese los continentes como un halo de medianoche, se va a poder trazar su origen hasta un puñado de casos iniciales en lugares lejanos. Recientemente, China y Arabia Saudí han sido el foco de dos nuevas enfermedades, una nueva variante de la gripe aviar, el H7N9 asiático, y el nuevo betacoronavirus (NCOV) de la península arábiga.

Un nuevo Coronavirus

Los coronavirus son una de las causas del resfriado común. Un coronavirus también fue el responsable de una enfermedad respiratoria severa, la SARS (Severe Acute Respiratory Syndrome), que se propagó una década atrás. La SARS causó una epidemia global en 2003, infectando a unas 8.000 personas y matando alrededor de 800. No ha habido casos de SARS desde el 2004 y el NCOV no es el mismo agente que causó esa epidemia. En cualquier caso, el peligro potencial que entraña este tipo de enfermedades obliga a estar alerta. En su momento, el control efectivo del SARS evitó el desastre. Es por este motivo que las alarmas han empezado a sonar en los estadios iniciales de este nuevo coronavirus procedente de la península arábiga. Los coronavirus pueden resultar fascinantes por su rápido ritmo de mutación y su proclividad para recombinarse. Son especialmente imprecisos a la hora de replicarse a sí mismos, lo que les da lo que los expertos llaman una gran “evolvabilidad”, la capacidad de adaptarse rápidamente a nuevos huéspedes y circunstancias.

El NCOV se detectó por primera vez a finales del verano pasado. En ese momento se habían detectado a tres pacientes infectados, dos de los cuales ya habían muerto. A finales de año, un total de nueve casos habían sido confirmados, cinco de los cuales habían resultado fatales. A mediados del mes de mayo, el coronavirus ya se había cobrado más de 20 vidas y detectado en más de 40 pacientes, incluyendo dos pacientes hospitalizados en Francia, uno después de un viaje a los Emiratos Árabes Unidos y otro después de compartir habitación de hospital con el otro enfermo. También se han detectado casos y muertes por NCOV en el Reino Unido. Parece ser que la enfermedad se transmite por aire y que tiene un índice de mortalidad de más del 50%, lo que lo equipara al Ébola.

El principal foco de infección

El foco de las epidemias se encuentra en la mayoría de los casos en la convivencia con la vida salvaje. El sesenta por ciento de las enfermedades infecciosas provienen de ahí, y  por su origen animal reciben el nombre de zoonosis. Algunos animales pueden albergar un patógeno infeccioso sin llegar nunca a desarrollar la enfermedad permitiendo que los humanos, despreocupadamente, entremos en contacto con ellos. Las nuevas enfermedades pueden provenir de nuestro contacto directo con distintos animales salvajes, o por nuestra convivencia con mascotas si estas han estado en contacto con un medio en el que haya animales salvajes infectados. Al entrar en contacto con animales infectados, el virus puede pasar de un huésped a otro, realizando lo que los expertos llaman un spillover.

Los científicos establecieron en 2003 que el origen del SARS provenía de un murciélago que pasó su agente patógeno, de alguna forma, a un individuo. A pesar de que el SARS no haya vuelto a las portadas de los periódicos, podemos estar bastante seguros de que todavía colea en una o más comunidades de murciélagos del sur de China. Resulta que los murciélagos son unos fantásticos transmisores de enfermedades zoonóticas, como el Marburg, la Hendra, el Nipah o el Menangle. Los murciélagos se reúnen en grandes grupos y tienen una esperanza de vida relativamente larga. Viajan durante la noche para alimentarse, cambiando ocasionalmente de un albergue común a otro y transmitiendo sus infecciones con facilidad entre sus comunidades. Todavía no se ha detectado el foco del coronavirus arábico pero muy seguramente se van a investigar a los murciélagos de la zona, especialmente aquellos grupos que visitan los legendarios palmerales de Al-Hasa, cerca del Golfo Pérsico.

Qué esperar

Una Gran Epidemia no es solamente una amenaza teórica. La OMS afirma que las epidemias empiezan de forma abrupta, sin avisar, y pasan de una población a otra globalmente con una velocidad feroz, produciendo perdidas considerables a su paso. Algunos nuevos agentes patógenos de dispersión lenta pero igual de letales que el SIDA, son muy probables que sigan apareciendo en los próximos años. Es posible que un patógeno de dispersión lenta ya haya saltado a los humanos en algún lugar del mundo, pero sin que este haya sido detectado todavía, y sin que la somatización haya sido reconocida. Así es como ocurrió con el SIDA, el cual se introdujo en las poblaciones humanas medio siglo antes de que el patógeno fuera identificado.


Los nuevos descubrimientos prometen una identificación más rápida de los agentes infecciosos y una mayor velocidad de respuesta a la hora de generar tanto productos terapéuticos como vacunas. En cualquier caso, estos avances pueden ser inadecuados para combatir la amenaza. La progresiva resistencia de las enfermedades controladas a los medicamentos hace que aparezcan nuevas variantes de las mismas, que acaben incrementando el coste de la salud pública y haciendo que largos segmentos de la población mundial vuelvan a ser tan vulnerables a ellas como en la era pre-antibiótica.

Lo más importante es estar informados y atentos. Los primeros indicadores pueden llegar desde lejos, haciendo parecer a la enfermedad exótica e inocua. Aún así, la mayoría de nosotros estamos conectados a cualquier lugar del mundo en menos de 24 horas. Sólo en octubre de este año, cuando musulmanes de todo el mundo empiecen el periodo del Haj y se dirijan hacia la Meca, nuestras conexiones con el foco de infección del NCOV se van a multiplicar exponencialmente.

Ésta es una explicación sin ánimo de lucro

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